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OBITUARIO [ GILLES PERRAULT ]

Fallece el escritor antifascista que vaticinó que «Euskal Herria vencerá»

(Bob EDME)

Pienso que cuando un pueblo lucha por conseguir su libertad, el camino será más corto o más largo, pero seguro que vencerá, porque las excepciones son muy extrañas. Por eso creo que cegarse contra Euskal Herria es una batalla perdida de antemano». Así se expresaba Gilles Perrault, fallecido este jueves en Normandía, en una entrevista en “Argia”, hecha por Amets Arzallus, en 2008.

La declaración refleja fielmente el cariño y cierta admiración que el escritor y periodista nacido en París en 1931 tenía hacia este pueblo y hacia todos los pueblos que ven negada su libertad. Y es que ese espíritu libre y rebelde, que no se contenía en intervenciones públicas ni en artículos ni en novelas, ha marcado toda su trayectoria desde su infancia en plena ocupación nazi.

La Gestapo abrió la puerta de su casa cuando apenas tenía 10 años para llevarse a su padre, un abogado que casi milagrosamente logró quedar libre. Su madre sería posteriormente diputada por un movimiento de izquierdas. Así que Perrault vino al mundo en una familia muy concienciada políticamente y, de hecho, implicada directamente en la resistencia contra los nazis: dieron cobijo a los miembros de una red británica que luchaba contra Hitler desde el interior de la parte ocupada de Europa, con riesgo de muerte.

Ello catalizó una mentalidad antifascista que luego se expresó en reportajes periodísticos (durante los años 60 pasó por India, Japón y Estados Unidos, donde documentó las movilizaciones por los derechos civiles del pueblo afroamericano) y paralelamente también en libros. El más conocido en nuestro país es “La orquesta roja” (1969), publicado en Euskal Herria por Txalaparta y que se basa en la historia de una red de espías rusos antinazis, y el que sin duda más problemas le trajo en París fue su crónica del «terrorismo» de Estado en el Marruecos de Hassan II, “Nuestro amigo el rey”, escrito en 1991.

POLÉMICA Y ACOMETIDA MARROQUÍ

Este trabajo fue origen de una importante controversia, dado que hasta entonces en el Estado francés se solía transmitir una imagen positiva del rey de Marruecos, por ser su principal aliado en el mundo árabe (de ahí el título del libro). A raíz de su publicación, Rabat emprendió infructuosas acciones judiciales para impedir la publicación y la difusión de la obra, que obviamente fue objeto de una fulminante censura en Marrue- cos, donde, a pesar de todo, circuló y tuvo importante eco.

Al revuelo generado por esta obra, que desvelaba ante el gran público galo la existencia de cárceles secretas, centros de torturas y centenares de detenidos desaparecidos, se añadió ese mismo año un informe de Amnistía Internacional sobre desapariciones en aquel país. La presión conjunta que ambos documentos ejercieron sobre la clase política francesa, estadounidense y de otros países aliados del régimen de Hasan II se tradujo en la liberación de centenares de detenidos, que permanecían desaparecidos para sus allegados y el cierre de las prisiones secretas, poniendo fin así a la época de la historia marroquí conocida como «años de plomo».

Precisamente, a ese episodio de la trayectoria profesional y vital de Perrault hacía ayer referencia Edwy Plenel, cofundador y presidente de Mediapart, en un mensaje escrito en las redes con motivo de su fallecimiento. «El escritor Gilles Perrault (1931-2023) acaba de morir. No solo un excelente narrador, también un hombre comprometido. Recordando nuestro complot amistoso en 1990 por el pueblo marroquí contra la tiranía monárquica y sus cómplices franceses. Un libro a veces estremece al mundo», indicó.

No le anduvo a la zaga, en lo que a alabar su carrera se refiere, Pierre Haski, presidente de Reporteros Sin Fronteras. «Los libros de Gilles Perrault, que acaba de morir, son hitos para mi generación. Hay un antes y un después de “Nuestro amigo el rey” en la visión de Marruecos de Hassan II», escribió el jueves en Twitter.

Antes del libro sobre Hassan II, ya había tenido mucha repercusión la primera obra-denuncia de Perrault, “Los paracaidistas” (1961), sustentada en su estancia en Argelia, donde hizo el servicio militar.

En esta trayectoria que se interesaba por toda opresión a lo largo y ancho del planeta se acercó de modo natural a la lucha del pueblo vasco. Y no ocultó su apoyo a la acción armada de ETA antes y después de la muerte de Franco. En un juicio a miembros de ETA en el tribunal especial de París en 1992, en el que declaró como testigo, Perrault afirmó que él mismo sería posiblemente militante de la organización si hubiera nacido vasco.

«LA VIOLENCIA TIENE QUE SER EFICAZ»

En la citada entrevista a “Argia” 16 años después, a las puertas del cambio de ciclo, explicaba así su posición sobre la lucha armada, su legitimidad y su efectividad: «Cada atentado no hace más que alegrar a Madrid y París, pero no diré que la violencia no está jamás justificada, no diré que en la época de Franco no hubiera que disparar a guardias civiles o que la bomba que hizo estallar el coche de Carrero Blanco no estaba muy bien hecha. Pero la violencia tiene que ser eficaz, si resulta contraproductiva hay que dejarla, y en este momento no trae ninguna solución, agudiza los problemas y hace imposibles las salidas. Hay que dejarla».

Otro momento reseñable de su denuncia de la represión aplicada en Euskal Herria fue su carta a dos jueces franceses que habían sido condecorados con la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort. Txalaparta también lo editó, en euskara, bajo el título “Bi epaile frantziarrentzako eskutitza”, en 2007. Allí denuncia el castigo político aplicado en Euskal Herria y lo une con el caso de Nelson Mandela. Ya en 1994 Perrault había combatido los discursos oficiales sobre el «pacifismo» del líder sudafricano recordando su implicación en la organización armada Umkhonto we Sizwe, lo que no sería óbice para terminar concediéndole el Premio Nobel de la Paz