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CAMPEONATO DEL MUNDO

El punto final a una era no mide más de un milímetro

Un gol fantasma en la tanda de penaltis envía a casa a la tetracampeona Estados Unidos, que había estado en el podio en todas las ediciones anteriores del Mundial. Megan Rapinoe se despide de la selección habiendo fallado su penalti ante Suecia.

Naeher despeja el penalti de Hurtig pero el balón ya había superado la línea de gol. (W. WEST | AFP)

Estados Unidos se va a casa. Y a falta de saber quién se alzará con el título, ésa es la noticia de este Mundial porque la tetracampeona, que buscaba su tercer triunfo consecutivo, había estado en el podio en todas las ediciones.

La derrota de las norteamericanas ante Suecia -su rival más conocido, diez enfrentamientos oficiales ya, y verdugo en Rio y Tokio- en la tanda de penaltis puso ayer el punto final a una era. Por un milímetro. Porque tras 120 minutos de juego que acabaron sin goles, el billete a cuartos de final se decidió a penaltis y la fortuna sonrió a quien menos lo había merecido durante el partido. Con suspense porque el lanzamiento definitivo, de Hurtig, lo salvó Naeher, que ya había detenido un penalti y marcado otro, con una intervención en dos tiempos. Pero, cuando las campeonas se creían con una vida extra, la tecnología salía en ayuda de Suecia. El balón de Hurtig había superado la línea de gol por un milímetro. Y ese milímetro se convirtió en un punto final.

NÚMERO UNO

Era algo que se venía masticando desde hacía tiempo. Tras su triunfo en Francia 2019, Jill Ellis, que había dirigido a Estados Unidos a sus dos últimos títulos, dejó el banquillo. Su testigo lo recogió Vlatko Andonovski, que se enfrentaba al peso de la historia y un relevo generacional al que se le ha unido una plaga de bajas y que el técnico no ha sabido gestionar. Su equipo, dominador de Mundiales -cuatro oros, una plata, dos bronces- y Juegos -cuatro oros, una plata y un bronce-, número uno mundial en el ranking de la FIFA desde su creación, salvó los muebles en Tokio con un bronce más reluciente que la imagen que ofreció, ganó el Preolímpico de la CONCACAF superando en la final por la mínima y de penalti a Canadá, su único rival de entidad en el torneo, y enlazó meses de pruebas fallidas, que incluyeron tres amistosos perdidos de forma consecutiva por primera vez en tres décadas. Las señales avisaban de lo que ha acabado por pasar, que Estados Unidos ya no es imbatible aunque, curiosamente, ayer cayó en el mejor partido de los cuatro que ha disputado en el Mundial.

TRISTE ADIÓS

Sería sorprendente, en cualquier caso, que no volviera a pelear por los metales en un futuro muy próximo porque las Smith, Rodman y compañía solo parecen necesitar tiempo, y una buena gestión, para alcanzar el nivel de sus predecesoras.

La generación de oro que les cede el testigo también dijo ayer adiós en su mayor parte, al menos al Mundial. Naeher y O’Hara tienen 35 años, Morgan 34 y Rapinoe, la única que ya ha confirmado su retirada definitiva a fin de año, 38.

La estrella de Francia 2019 personificó como nadie el golpe de realidad que se ha llevado Estados Unidos. Suplente en tres partidos, sin minutos ante Países Bajos, escasa aportación y, en un final inmerecido a su carrera, ayer falló su penalti en la tanda final. «Es como una broma pesada, una mala película -reconoció-. Es la contrapartida a la belleza de este deporte». «Pero sigo estando agradecida y feliz. Sé que es el final y es triste pero jugar con este equipo y por este país ha sido un honor. Y por encima de los títulos, me quedo con la satisfacción de haber utilizado nuestro talento para hacer algo que ha cambiado el mundo para siempre», concluyó, en referencia a la lucha de las internacionales estadounidenses por la igualdad salarial.