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DE REOJO

La terquedad masculina


Es un momento histórico. Las jugadoras de la selección española de fútbol se han proclamado campeonas del Mundo. Su triunfo construye una realidad absoluta que debería resquebrajar los muros de papel que sustentaban todos los tópicos machistas españolistas dentro del balompié. En apenas dos décadas, el fútbol jugado por mujeres se encarama a lo más alto de su representatividad y capacidad de competición. Con sueldos insuficientes, arropamiento federativo minorizado, estructuras ramplonas, pocos equipos profesionalizados de manera coherente, luchando de manera despiadada para que exista un convenio colectivo en las primeras categorías, con menosprecio directo e indirecto, sin apenas cobertura periodística, las mujeres han logrado ser campeonas del Mundo.

Hubo problemas previos entre un grupo de seleccionables que no estaban de acuerdo con los métodos del entrenador titular. La mano dura superó lo previsible. Existía y existe un malestar manifiesto, aunque algunas rectificaron y entraron en la convocatoria. Las jugadoras se abrazan entre ellas y con el staff técnico. Pocas con el seleccionador. Es una guerra fría, sorda, auspiciada por Florentino Pérez. Para muestra dos portadas impresentables. Los periódicos del ámbito madridista AS y Marca, muy españolistas, coinciden en la portada del día de la final, poniendo al entrenador. Peor imposible. El entrenador concede entrevistas donde habla constantemente en masculino, «nosotros», y es tan terco que, una vez ganada la copa, insiste en la entrevista televisada en decir que «somos campeones». Despido procedente.