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ESCENARIO POSELECTORAL

Tailandia se suma al nuevo guion de golpes de Estado

Si el resultado de las elecciones del pasado mayo fue un hecho que sorprendió y que abrió la puerta a una posible transformación en Tailandia, las maniobras posteriores han mostrado que en el país asiático las cosas están atadas y bien atadas por el régimen monárquico, una parodia de democracia.

(Manan VATSYAYANA | AFP)

El 19 de septiembre se cumple el aniversario del golpe de Estado de 2006, con una fotografía golpista muy similar a la de 2014: protestas minoritarias de los partidarios del régimen, una falsa sensación de caos, partidos promonárquicos rechazando los resultados electorales e intervenciones de los tribunales y otras agencias contra los vencedores que provocan un bloqueo que «justifica la intervención militar».

Este año, la intervención ha seguido otro guion. A pesar de que los elementos son similares a los del pasado, esta vez todo indica que el golpe de Estado está siendo más lento y meticuloso, y sin la presencia de los militares en las calles.

Las elecciones del 14 de mayo mostraron una alta participación (más del 75%), una abrumadora mayoría votó por Move Forward (MF) y Pheu Thai, que se identificaron como antigolpistas y prodemocracia, y las formaciones gubernamentales del régimen lograron un pobre resultado. Además, Move Forward, una partido joven, superó al más establecido Pheu Thai (151 escaños frente a 141). Para muchos, fue una votación sobre el Gobierno y sobre el régimen. Los tailandeses rechazaron el régimen híbrido de semidemocracia controlado por los militares y optaron por una democracia más plena.

LA CONSTITUCIÓN DE 2017 ES UNA DE LAS CLAVES DEL SISTEMA.

Diseñada por la Junta militar que gobernó directamente el país desde el golpe de 2014 hasta las elecciones de 2019, fue redactada específicamente para evitar que los políticos electos obtuvieran el poder sin al menos la aprobación tácita del grupo golpista conservador y sus partidarios.

Es la herramienta que permite subvertir los resultados de una elección, al consagrar un papel para el Senado (designado por los militares) en el nombramiento de un primer ministro junto con la Cámara de Representantes electa. Así, cualquier aspirante a jefe del Gobierno debe lograr al menos 376 votos del Parlamento en lugar de los 251 escaños habituales de la Cámara de Representantes. Todo ello junto a procesos rigurosos y aleatorios de investigación de antecedentes «irregulares». La Constitución no proporciona control sobre las agencias de vigilancia y el Poder Judicial.

Un tema central en las elecciones ha sido la monarquía, símbolo de muchos males políticos actuales, de las intervenciones golpistas y de violaciones de derechos humanos. MF abogó abiertamente por una enmienda a la Sección 112 del Código Penal (el delito de lesa majestad), de ahí que su triunfo se interprete como un claro apoyo popular a un cambio del mismo.

Otras propuestas de MF eran el fin del servicio militar obligatorio, una revisión de la política energética, una mejor educación, derechos laborales más fuertes, un nuevo enfoque ante el conflicto en el sur, todo lo cual amenazaría el statu quo de la monarquía, los militares, las grandes empresas y la burocracia.

DESDE EL DÍA SIGUIENTE A LAS ELECCIONES, LOS PODERES FÁCTICOS

arriba mencionados han puesto en marcha toda la ingeniería del «Estado de derecho tailandés» para abortar la victoria de MF. Las maniobras «legales» ya han comenzado, y la intervención de órganos no electos como la Comisión Electoral y el Tribunal Constitucional (claros soportes del régimen y contrarios a cualquier apertura o transformación) buscan la ilegalización de Move Forward y la inhabilitación de sus dirigentes.

El golpe de gracia a los resultados y las esperanzas de cambio, ha sido la alianza de las élites conservadoras con Pheu Thai de Thaksin Shinawatra, explotando las divisiones con MF y aprovechando los intereses de Thaksin. Un movimiento que traerá consecuencias para todos y que rompe el discurso reformista del pasado de Thaksin, convirtiéndole en un «títere de la élite, un sustituto del Ejército para controlar a las masas».

Además del desafío de romper con el régimen, Tailandia afronta otros retos: desigualdad social, la explotación económica, la degradación ambiental y la marginación de los pobres de las zonas rurales en el proceso político, junto a una alta deuda doméstica, dificultades financieras y un declive demográfico.

El pantano político tailandés fue diseñado por los autores de la Constitución de 2017. La Carta Magna, creada para limitar la influencia y la capacidad de los políticos elegidos está funcionando según lo previsto. Hay señales de que todos los mecanismos han trabajado conjuntamente para subvertir la voluntad del pueblo. Tal vez conscientes de que en mayo de 2024 caduca la cláusula sobre el papel decisivo del Senado, actualmente designado por los militares, y así expira también la prerrogativa constitucional de participar en el nombramiento de un primer ministro.