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ELECCIONES PRESIDENCIALES Y PARLAMENTARIAS EN ARGENTINA

Argentina decide si concreta su giro ultra con Milei o va a segunda vuelta

El candidato «anarcocapitalista» y definido como «libertario» es el favorito en todas las encuestas y aspira a ganar en el primer turno de las generales. La disputa es por el segundo lugar entre Patricia Bullrich (centroderecha) y el peronista moderado Sergio Massa. El hartazgo y el descalabro económico, protagonistas de esta fase histórica.

(Juan MABROMATA | AFP)

E n uno de los países con tradición más estatista de Latinoamérica, en el que quedó grabada a fuego la prédica de Juan Perón y Evita y que todavía tiene escaras de las heridas que provocó la avalancha neoliberal de los ‘90 con Carlos Menem, hasta hace poco sería impensable que quien ganara las elecciones fuera un candidato autodefinido como «anarcocapitalista», que quiere privatizar todo lo que pueda y hasta liberalizar el negocio de tráfico de órganos. Pero no se trata de un cuento de Jorge Luis Borges ni una broma de Maradona. Es realidad y síntoma de una Argentina que ha cambiado y mucho.

Mañana se celebran las elecciones presidenciales y parlamentarias. A diferencia de las primarias abiertas y simultáneas de agosto, en las que se dirimen las candidaturas internas de los partidos, aquí se define el poder verdadero: no solo el nuevo huésped de la Casa Rosada sino la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado.

Los tres candidatos que concentran más del 90% de los votos son Javier Milei (Libertad Avanza), Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio-JxC) y Sergio Massa (Unión por la Patria). El primero dio la sorpresa en las primarias, ganando con el 29,9% de los votos, quedando JxC segundo con la suma de sus dos candidatos en 28% y el peronismo, que iba con dos candidaturas, en 27%. Pero desde entonces las cosas cambiaron más aún.

LAS PROYECCIONES ACTUALES DAN COMO GANADOR CÓMODO

y nítido a Milei, quien se acercará al 36% de los sufragios. En segundo lugar está Massa, con el 30% y tercera, Bullrich. con el 26%.

Hay otro peronista, siempre enfrentado al kirchnerismo y que representa a la maquinaria partidaria del interior del país, Juan Schiaretti, que alcanza el 4% de los votos, y la candidata trotskista, Myriam Bregman, con el 2,8%.

Solo quienes barruntan las calles de Buenos Aires lograrán una explicación más definida de cómo un dirigente inexperto, que se hizo famoso por pelear agresivamente en televisión por temas económicos y divulgar su vida privada, puede estar cerca de convertirse en presidente electo. Y se entenderá por el monumental nivel de hartazgo que tienen los argentinos con respecto a su clase política y a la desequilibrada macroeconomía.

Tras casi una docena de años con una polarización y exaltación política brutal entre el kirchnerismo y el no kirchnerismo, llamada «la grieta» en el argot local, la pandemia y el estado destartalado de la economía producido durante el gobierno del presidente Alberto Fernández (electo por una coalición entre tres sectores peronistas en 2019 para ganarle a Mauricio Macri) dieron paso a un clima social de antipolítica y trumpismo en el que esa «grieta» se quedó pequeña. El sentimiento es barrer con todo.

La gestión de Fernández de la pandemia, donde fue descubierto un «vacunatorio VIP» en el que ofrecían vacunas contra el covid a amigos y socios de la Casa Rosada, sumado a las fiestas privadas en pleno confinamiento (como las de Boris Johnson pero en este caso sin ninguna renuncia a cargos) y a un relato progresista que no tuvo un eco en la mejora de la vida cotidiana, llevaron a que las posiciones enfrentadas al kirchnerismo sepan a poca cosa.

La inflación anual superando el 130%, los varios tipos de cambio del dólar y las restricciones para las compras y los viajes al exterior y la pobreza alcanzando el 40,1% han hecho trizas toda prédica posible desde la izquierda.

Todos los datos socioeconómicos son peores que cuando se fue Macri con el agravante de que desde hace tres años el presidente Fernández está peleado con la vicepresidenta, Cristina Kirchner, y su nivel de aprobación está por los suelos. De hecho es la primera vez desde 1994, cuando se permitió la reelección presidencial, que un mandatario electo por voto popular no aspira a ser reelegido.

Y en este contexto de hastío emerge Milei, un economista ultraliberal frente al que Margaret Thatcher quedaría tibia y con un estilo de comunicación trumpista (aunque en términos económicos Trump era proteccionista, algo que jamás avalaría Milei). La sociedad argentina se ha derechizado en una deriva de antipolítica de tal manera que a muchos les recuerda a 2001 y la crisis del corralito, solo que allí se pedía a gritos más Estado, más protección. Ahora un vasto sector social pide lo contrario: rifar el Estado y romperlo por dentro.

Para suerte de Milei, hubo días pasados un nuevo caso de corrupción de un alto cargo kirchnerista, Martín Insaurralde, el número dos de la provincia de Buenos Aires, descubierto en un yate con una top model paseando por Marbella, en medio de una investigación a su persona por incongruencias entre sus propiedades y nivel de vida y su salario como funcionario. Todo gasolina para el voto ultra.

Un encuestador que prefirió el anonimato (en Argentina está prohibido publicar encuestas una semana antes de las elecciones) explicó a GARA que el escenario está dividido en tres tercios con una nítida ventaja de Milei, aspirando más votos que en agosto, tanto de ciudadanos que no fueron a votar como de exvotantes de Juntos por el Cambio.

Hay una peculiaridad que recalca la misma fuente: Milei hasta el día de las primarias era considerado por muchos un voto casi perdido contra el kirchnerismo porque los sondeos lo ubicaban tercero. Al ganar se convirtió en un voto útil, especialmente en tiempos en que la moderación está mal vista en Argentina.

El anarcocapitalista ha pactado con sectores sindicales muy desprestigiados para fiscalizar la elección y algunos de sus dirigentes, verdaderos halcones, han dado a conocer ideas extravagantes como la de romper relaciones con el Vaticano por considerar al papa Francisco un peronista populista o permitir que los hombres puedan renunciar a la paternidad basándose en que las mujeres pueden hacerlo por decidir el aborto.

Pero estas salidas de tono no afectan a Milei, que mantiene un liderazgo hipnótico y, sobre todo, la creencia de que luchará contra «la casta», como ellos llaman a los partidos tradicionales.

Fuentes de Libertad Avanza dijeron a GARA que sus trabajos demoscópicos propios les otorgan un mínimo del 37% de los votos y admiten que a pesar de los exabruptos de los dirigentes intermedios, Milei ha moderado su tono (no tanto en contenido sino en formas) para tratar de captar votos de gente que le teme por su condición psiquiátrica.

Parece una broma pero no lo es: su salud mental ha sido un tema de campaña y de hecho Massa pidió que todos los candidatos se hicieran un test psicológico cuyos resultados sean públicos. Bullrich también juega con ello y acusa a Milei de proponer «ideas peligrosas» que pueden llevar a un desastre social como la comercialización de los trasplantes de órganos y de la posesión de armas.

No solo se hizo famoso por contar que mantenía sexo tántrico y podía pasar hasta más de un año sin eyacular, sino por su ferviente animalismo (llama «hijos de cuatro patas» a sus cinco perros con los que convive) lo ha llevado a admitir que una vez tuvo una sesión espiritista en la que se comunicó con Conan, su fallecido cachorro.

¿Más extravagancia? Hay más: hace dos meses su pareja es una de las mujeres más famosas de Argentina, la comediante e imitadora Fátima Florez (cuya carrera se catapultó al hacer una impactante imitación de Cristina Kirchner), algo que para muchos se trata de un golpe de efecto publicitario.

Milei arrasa en la franja joven y especialmente masculina, concentrando el 50% de los votos en menores de 35 años.

RESPECTO AL VOTO OPOSITOR,

Bullrich mejora en los mayores de 50 y en la clase media universitaria. Massa, el candidato más cercano al establishment económico (por eso Fernández y Cristina Kirchner lo eligieron como ministro de Economía para evitar el colapso el año pasado), tiene su fuerte en la periferia obrera de Buenos Aires y en el norte argentino.

El voto a Libertad Avanza es mucho más transversal de lo que parece: hay kirchneristas hartos que han decidido una deriva antipolítica, especialmente los jóvenes.

Ante el escenario de radicalidad, y la batalla por el segundo lugar, Bullrich ha apretado el acelerador en su retórica contra la corrupción y quiere exhibir una certeza de gobierno frente al salto al vacío que representa Milei.

Por ello, ha hecho anuncios en ese sentido: dijo que creará un penal de máxima seguridad para narcotraficantes y políticos corruptos al que llamará Cristina Kirchner (condenada el año pasado y a la espera del fallo de la corte de apelaciones) y prometió que Horacio Rodríguez Larreta, su exrival en las primarias y alcalde saliente de Buenos Aires, será su jefe de gabinete (el segundo cargo más importante tras el de presidente, equivalente a primer ministro).

Massa es la cara de un fenómeno insólito: es el candidato del kirchnerismo renegando de varios postulados kirchneristas. Sin hacer menciones a la corrupción y moderando el discurso, intenta transmitir que mantendrá las negociaciones con el FMI y reducir el déficit. Ha impulsado el miedo a lo que vendría con Milei, invitando a sus votantes a renunciar a los subsidios al gas y la electricidad y al transporte público, y puso en marcha el mes pasado el llamado por sus rivales el «plan platita» («dinerillo») rebajando el IRPF, devolviendo el IVA y dando bonos a empleados públicos.

Fuentes del peronismo son optimistas porque creen que el resultado de Milei estuvo «inflado» en algunas regiones, como el empobrecido noroeste argentino, que suele votar peronista pero su maquinaria ayudó a custodiar las papeletas de Libertad Avanza para perjudicar a Bullrich.

En el sistema argentino quien obtenga el 40% de los votos con el segundo a más de 10% resulta electo presidente sin segunda vuelta, mientras que si no logra esa distancia, debe superar el 45% más uno de los votos.

La consultora SciData, la que mejor atinó con su pronóstico en las elecciones de agosto y en las de 2019, ha dejado trascender que Milei ganará en primera vuelta. En JxC les preocupa que se prevé tormenta eléctrica en Buenos Aires y eso puede quitar votos. La pelea será voto a voto en unos comicios no aptos para cardíacos.