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EDITORIALA

Interpelación para que no se encubra más la tortura


El informe de la Comisión de Valoración para el Reconocimiento y Reparación de las Víctimas del Estado ha dejado constancia de la falta de medios y de los obstáculos que han encontrado para realizar su trabajo. Estas trabas han provocado lentitud en la resolución de los expedientes, lo que no ha hecho sino profundizar en la discriminación entre las víctimas de diferentes violencias. El documento de la Comisión es también importante puesto que recoge una amplia descripción sobre la tortura, la más extendida y sistemática violación de los derechos humanos practicada por el Estado contra la población vasca.

El informe detalla la gran variedad de tormentos que se aplicaron a las personas detenidas, la brutalidad de los métodos, incluida la violencia sexual, con testimonios desgarradores que muestran el terror generado por la incomunicación y la impunidad más absoluta. La Comisión subraya que el sufrimiento padecido por las víctimas de la tortura se ha mantenido en el tiempo y sigue siendo una cuestión actual. Apunta que determinadas actuaciones, como la violencia que sufrieron los familiares de Lasa y Zabala cuando recuperaron sus restos, primero a manos de la Guardia Civil y posteriormente de la Ertzaintza, supuso un dolor añadido. Por otro lado, el informe también es muy claro en lo que respecta a la actitud encubridora de las autoridades médicas y judiciales, encargadas de velar por la salud y los derechos de las personas detenidas. Una constatación que corrobora que la tortura fue una política de Estado en la que la ocultación y el silencio eran el complemento imprescindible a la brutalidad policial.

El llamamiento de la Comisión a que se dé máxima difusión al informe y visibilidad a los testimonios interpela a todos los estamentos de la sociedad, desde los políticos hasta los judiciales, pasando por los periodísticos. Eso conlleva autocrítica y honestidad: sabían lo que pasaba y lo apoyaron o miraron para otro lado. El acto del Kursaal de ayer es un paso, aunque insuficiente. De todos modos, el documento oficial es riguroso y valiente, y será un instrumento útil para perseverar en la lucha por la justicia, la verdad y la reparación.