Sobre la verdad

Pasarse o no llegar. El dilema de siempre. Las declaraciones de la vanguardia golpista deberían ser fruto de actuaciones judiciales inmediatas. Estaba ahora mismo pensando en la que se avecina si para el 20-N hay ya plácet parlamentario para que Pedro Sánchez forme gobierno democráticamente elegido. Están enajenados de franquismo, de totalitarismo. La tensión que están generando puede llevar a puntos de no retorno. Lo que habrá que dilucidar es si esta barbarie que se está viviendo es sostenible en el tiempo, si acabará o habrá dañado irreversiblemente todas las estructuras de credibilidad básica democrática.

Hay que asirse con desesperación a la razón aplicada, a lo que la convención más clasista llama ciencia. Y es que quienes andan indagando en los resortes tangibles que desde la mecánica o la electricidad hacen que nuestro cerebro actúe o reaccione, han llegado a la conclusión de que, a esa masa gris tan repleta de conexiones y actividad incesante, la verdad, exactamente lo que es la verdad, no es una de sus prioridades. Se ajusta socialmente a otras ideas más diplomáticas, como es la de quedar bien. No contradecir en exceso a nadie, aceptar la realidad tal cual, no imponer un criterio y funcionar siempre a favor de lo oportuno.

La confianza en la capacidad del ser humano, de cada una de las personas y de ellas unidas en colectividades, debe ser siempre relativa. Se puede llegar a una opción debilitada de lo correcto que esté informada por una acumulación de nociones tóxicas que abran la espita de una fe ciega en lo que no es la verdad, sino la propaganda.