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La Policía incautó la pistola a un alférez en la protesta ante Ferraz del sábado

La Policía española interceptó a un militar que acudió con una pistola a la concentración de la ultraderecha de la noche del sábado frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz, en Madrid. Era la decimosexta noche de protestas no autorizadas avaladas por Vox y articuladas a través de redes sociales por grupos ultraderechistas violentos.

Ultraderechistas increpan a los antidisturbios durante la concentración en la que participaba un militar armado. (Gustavo VALIENTE | EP)

Ellos le llaman Noviembre Nacional. Tienen un logo -dos letras N mayúsculas que se unen en una cruz sobre fondo rojigualda-. Una página web vende sudaderas y merchandising para financiar no se sabe cómo las protestas. En el Congreso, formalmente solo Vox respalda unas concentraciones que nadie convoca de forma oficial, lo que las vuelve en ilegales, aunque los antidisturbios dejen hacer y no carguen.

El sábado se cumplió la decimosexta noche de protestas de su Noviembre Nacional. Ya en los grupos de Telegram a través de los que se vertebran las protestas, varias personas pedían armas para sí o aplaudían que las llevaran otros.

Según indicó ayer la Policía española, encargada de acordonar con agentes y vallas la sede del PSOE, al menos un asistente acudió con pistola.

Los antidisturbios se incautaron del arma en la calle Marqués de Urquijo sobre las 22.00 horas. La persona que la portaba era un alférez del Ejército de Tierra destinado en la Academia General de Zaragoza. La pistola era suya -tenía su guía de pertenencia y su Tarjeta de Identificación Personal (TIP)-, así como una licencia para uso privado del arma, del tipo A.

Según el medio «El Confidencial», el militar quedó libre y se enfrenta a una mera sanción económica, entre un abanico que va de los 601 euros hasta los 30.000, en aplicación de la «ley mordaza».

Pese a todo, las protestas del primer fin de semana tras la investidura de Sánchez tuvieron -según medios que contabilizan estas concentraciones-, menor seguimiento que las del fin de semana previo. “Newtral” asegura que, de sábado a sábado, se han quedado en la mitad, cayendo de 9.000 participanes a 4.000.

Estas concentraciones tienen un perfil de asistente muy específico. Los canales de Telegram donde se organizan evidencian la movilización de grupos de ultraderecha, muchos de ellos protagonistas de episodios violentos (como Falange, Democracia Nacional, España 2000, el grupo Isabel Peralta o hooligans de fútbol).

También se detectan muestras de simpatías militares y policías. En las protestas del sábado, algunos agentes se colocaban en el uniforme pegatinas o insignias de los manifestantes. Y como evidencia el incidente de la pistola, estos colectivos tienen fácil acceso a las armas, además de estar adiestrados en su uso.

La existencia de ultras activos en las fuerzas armadas no solo queda de relieve en estas protestas. Una asociación de guardias civiles aseguró estar dispuesta a «derramar sangre» para frenar a Sánchez y un grupo de militares retirados ha pedido un golpe de estado. No se puede hablar, por tanto, de individuos aislados.

El grado de exaltación en el que se encuentra la extrema derecha -y, en particular, la extrema derecha violenta- va más allá del ámbito de influencia de Vox y de los grupos que coordinan a través de redes acciones concretas -fijando disturbios a horas determinadas o sincronizándolos mediante señales como el encendido de bengalas o cánticos de la División Azul, según han relatado periodistas-.

Además de todos estos, el PP alimenta este Noviembre Nacional. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, demuestra una influencia enorme. Sus insultos al presidente son coreados en las protestas de Ferraz con más éxito que las consignas de Abascal. Ayer, la mandataria añadía más leña, al insistir en que «me gusta la fruta» (mantra de las concentraciones) iba a ser la «la frase estrella de las navidades».