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Una victoria sin brillo


La Real se clasificó para los cuartos de final de Copa como lo hizo en las eliminatorias anteriores ante Buñol, Andratx y Málaga, sin ningún brillo, gracias a su solvencia defensiva y a su gen competitivo que nunca le abandona. Eso le ha permitido salvar los cuatro partidos sin encajar ningún gol. A diferencia de los tres anteriores, ayer marcó dos y no solo uno, pero necesitó de dos penaltis para lograrlos, el segundo en superioridad numérica en el minuto 97.

Lo importante de esta Real sin brillo de las últimas semanas por las bajas y el mal momento de jugadores importantes después de una campaña repleta de encuentros es que nunca deja de competir y supera los obstáculos que encuentra en su camino.

Si la Real ya está justa de efectivos y de frescura, Imanol no pudo contar en El Sadar con Martín Zubimendi, el jugador que ofrece un aire especial siempre y que ni llegó a vestirse por las molestias que arrastra las últimas semanas, lo que motivó la convocatoria a última hora de Pablo Marín como sucedió en el derbi de San Mamés con Carlos Fernández y Alberto Dadíe.

Imanol sorprendió al decantarse por Urko González de Zarate en lugar de Turrientes, el elegido en el descanso en Málaga, para cubrir su ausencia y por colocar a Zakharyan en el centro en lugar de Brais Méndez, el único titular al que dejó en el banquillo para demostrar la importancia que ha dado a la Copa desde que se hizo cargo del equipo, con el máximo premio a esa apuesta al alcanzar la final de Sevilla y el título.

Imanol tendrá más recursos ofensivos con la incorporación de Sheraldo Becker, procedente del Unión Berlín, que llegó ayer a Donostia para pasar reconocimiento médico y cerrar su contratación para sustituir a Momo Cho tras su marcha al Niza, pero al final necesita que los jugadores importantes recuperen el punto de juego que les llevó a maravillar en la Champions League hace unos pocos meses.