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DE REOJO

Entre clásicos y derbis


La hibernación transcurre entre partidos del siglo, partidos clásicos y derbis. Aunque les apeste, la tauromaquia ha impregnado el lenguaje cotidiano de vocablos pertenecientes a sus usos y oficios. Las germanías son tan obvias que no se precisa ni diagnóstico para detectarlas por lo que, arrasando con los tópicos y el refranero, las voces sonoras y estridentes y las voces sordas del fútbol o balompié, empiezan a encamarse a nuestra manera de afrontar el día a día, desde la lista de la compra hasta la manera de despedirse en una reunión de compañeros de instituto.

La contaminación se hace más evidente en su promoción, difusión, información y desinformación que en algunos tramos de su proceso de perpetuidad alcanza valores políticos, identitarios, sociales y, sobre todo, económicos, aunque vengan disfrazados de muchos otros ropajes más consumibles y, probablemente, más sostenibles dentro de una estructura capitalista que abunda siempre en el ganar como objetivo superador de cualquier concepto deportivo de participación.

Probablemente, si nos ponemos radicales, estamos hablando del fentanilo del pueblo, una suerte de producto de consumo rápido que produce alienación pero que encamina unos residuos de energía positiva en quienes lo practican por afición. La incorporación de las mujeres como jugadoras de primera línea enmascara de alguna manera la idea machista del suceso. En nuestro entorno podemos pasar ciclos en donde cada día de la semana haya un clásico y un derbi, por lo menos, que son las maneras de llamar la atención a las poblaciones menos adictas.