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FARO

Medusas y demonios


Una niña y su padre se mudan a un faro en una isla aislada del mundo tras una tragedia familiar. La joven, a causa del trauma, ha desarrollado una enfermedad mental que requiere medicación, aunque el padre intenta que se recupere cambiando de vida. Mientras establece amistad con uno de sus primos, de su misma edad, ella empieza a sufrir lo que no tiene claro si son alucinaciones o experiencias paranormales, relacionadas con el accidente en el que perdió a su madre.

Ángeles Hernández, con una carrera más amplia como productora o directora de producción que tras las cámaras, vuelve al largometraje de ficción tras su experiencia en el cine animado con “Hanna y los monstruos”, algo que no había hecho desde su ópera prima “Isaac” (2020). La película destaca visualmente con un diseño de producción brillante que abarca la fotografía, la música y unos efectos especiales aceptables.

GUION DESCONCERTANTE

Los escenarios naturales, especialmente el pintoresco faro, contribuyen a dar cierto empaque a la película. Sin embargo, a pesar de estos elementos visuales atractivos, el guion no logra mantener la misma solidez. Ángeles Hernández se aventura en diferentes subgéneros del cine de terror, desde casas encantadas hasta la presencia de fantasmas con buenas intenciones. Sin embargo, la fusión de estos elementos no logra alcanzar el éxito esperado.

La trama se ve afectada por un argumento muy enrededado que aborda temas como muertes poco creíbles y obsesiones con medusas, llevando al espectador a cuestionar la lógica de la narrativa. A pesar de sus indiscutibles méritos visuales, “Faro” padece de un guion desconcertante que, como las húmedas paredes del propio faro, se resquebraja lentamente.