GARA Euskal Herriko egunkaria
Entrevue
Juan Fran albert
Director de Al Descubierto

«Hay que disputar el terreno a la ultraderecha hipermovilzada en redes»

Juan Fran Albert dirige el proyecto Al Descubierto, un laboratorio de ideas que analiza los movimientos de la ultraderecha. Advierte sobre la «estrategia de agitar el resentimiento en las redes», que busca «tener un reflejo en la calle» y parte la sociedad. Y explica por qué aún no ha surgido un Javier Milei en el Estado español.

(FOTOGRAFÍAS: AL DESCUBIERTO)

La imagen del muñeco gigante con la forma de Pedro Sánchez siendo apaleado y azotado por activistas de ultraderecha en la puerta de Ferraz en Nochevieja dio la vuelta al mundo y volvió a recordar que hay un sector social cuya religión es la rabia y no tiene reparos para expresarla, aunque sea en la noche más festiva del año.

El politólogo valenciano Juan Fran Albert es el director de Al Descubierto, un colectivo nacido en 2020 dedicado a analizar y cuantificar los movimientos de derecha y extrema derecha. Son activistas contra los discursos de odio y la desinformación. «Somos un think tank, nuestra forma jurídica es de asociación para que la gente se pueda unir y nos diferenciamos de otros think tank en que tenemos una faceta comunicativa, gastamos recursos en divulgación. De hecho, pronto vamos a publicar un libro sobre herramientas para luchar contra la ultraderecha en colaboración con una fundación», explica.

En entrevista con GARA, este exconcejal de Picassent (València) por Podemos señala que todavía la campaña de «bulos y quemas no tiene traducción real en la calle» en el Estado español, como desea la extrema derecha, «porque les falta un motivo material, el enfado es solo ideológico». Pero expresa su pesimismo a nivel global sobre la polarización y el nivel de conflictividad social a largo plazo, con el polémico rol de las redes sociales «y la virtualidad» en todo este proceso.

¿La exaltación en las calles de Madrid y especialmente en Ferraz tiene que ver con lo que hace la ultraderecha en redes sociales y medios?

Sí, por supuesto que está relacionado. Esta estrategia de agitar las redes y el resentimiento tiene como objetivo que se refleje luego en el mundo real, en las calles y luego en lo electoral. Mi lectura es positiva, porque la extrema derecha esto no lo acaba de conseguir: las exaltaciones y agitaciones, pese a que son muy llamativas, con bulos y quemas y redes, no tienen traducción real.

Son manifestaciones marginales, minoritarias. Las únicas que han tenido apoyo es cuando se ha sumado el PP, como la de Madrid y València. El resto, la más grande por la noche [en Ferraz] fue de 10.000 personas, y para los que somos de manifestaciones sabemos que no es tanto. Enseguida cayeron a 3.000 y ahora son unos pocos cientos.

Pese al ruido mediático no están logrando el objetivo final, pero sí en parte.

La extrema derecha no está consiguiendo agitar la calle, básicamente. Ese movimiento nacional popular que quieren montar, en el peor sentido, no lo están logrando. La extrema derecha nunca es transversal, pero algunos tienen más éxito que otros, como Javier Milei, por ejemplo. Vox no lo ha logrado. Siempre ha querido encender la chispa, pero no acaba de conseguirlo del todo.

¿La ultraderecha está sobrerrepresentada en el mundo virtual (redes, medios, etc)?

Sí, es innegable que está sobrerrepresentada. Tiene el 13% de los votos [en las últimas generales], pero tiene sobrerrepresentación mediática y en redes sociales, todos bien financiados. Algunos medios, incluso, aunque puedan apoyar al PP, le dan enorme espacio a Vox, y otros medios, que eran más clásicos, como EsRadio, han favorecido mucho el lenguaje ultra.

Además, ahora, la mayoría de los youtubers que hablan de política están en este espacio, sea porque divulgan sus ideas o porque los votan. Y otros, por estar cerca, aunque se consideren más liberales, acaban favoreciendo a este espacio. La ultraderecha está en una cámara de eco, aparte de que las redes lo generan, y está hipermovilizada en redes. Hay que disputar ese terreno al que antes no se podía entrar.

¿Todas las redes sociales y canales son lo mismo?

Donde antes no se podía ni entrar era Youtube y un poco Twitch. TikTok es más radical, pero hay voces progresistas. Instagram está más equiparado; aunque la red no es tan política, tiene perfiles potentes que llegan a mucha gente. En Youtube son específicamente muy ultras y en Twitch hay un poco más de disputa. Esto ocurre porque en Youtube los de ultraderecha fueron los primeros en entrar con fuerza.

Facebook estuvo detrás de que ganara Donald Trump en 2016, fue la primera gran entrada de la ultraderecha con la tecnopolítica y Cambridge Analytica, la segmentación y los bulos. La izquierda esto no lo puede hacer porque es muy caro y porque éticamente no se lo puede permitir. Facebook se reguló mucho y, además, tiene un perfil bastante envejecido, con políticas de moderación muy duras y, por ello, se fueron muchos ultras.

¿Y el Twitter de Elon Musk?

En Twitter ahora está habiendo una invasión de extrema derecha, era una plataforma considerada de sesgo progresista, con muchos políticos y periodistas, pero desde la llegada de Musk se ha convertido en un vertedero. Si pudiera lo convertiría en la ley de la selva. Lo hemos podido cuantificar muy bien, ahora los discursos de odio e insultos se permiten y acosan. No es una estrategia totalmente coordinada, pero actúan descubriendo a algún progresista y yendo a por él. Antes estaban muy coordinados [los tuiteros ultras], pero ahora tienen muchas enemistades, más vinculadas a las filias personales que a lo ideológico. Ahora hay disputa por el espacio y de gente muy narcisista. Y algunos, como el de Desokupa, con aspiraciones políticas.

¿Todo esto llevará a cada vez más polarización?

Hay un aumento en el nivel de exaltación. Hablamos de polarización, eso implica una equidistancia y no me gusta, porque lo que tenemos es una extrema derecha y derecha que no paran de radicalizarse y de ir a más con sus discursos. Estos niveles de odio de la virtualidad se trasladan, pero ante todo, son algo muy poco real. Sales a la calle y lo ves.

Con lo de Ferraz se vio que esta agitación ideológica no es un problema, mira qué pasó con el 15M en comparación: las calles y plazas rebosaron en toda España durante mucho tiempo, fue un estado de agitación permanente. Si bien hay un enfado contra el Gobierno por parte de las derechas, es ideológico, no es material. Esta gente cuando se manifiesta en Ferraz se va a su casa a cenar, o se va a cenar fuera, son gente que tiene un patrimonio. Habiendo un Gobierno progresista es normal que haya una hipermovilización del otro, es más fácil ser oposición, y los contrarios se movilizan.

¿En algún momento puede cambiar y cuajar más la agitación y el enfado?

Puede ser. Ellos quieren un cambio de ideas, la derecha tolera mucho menos ahora a la gente de izquierdas que hace diez años, como muestran los datos en Estados Unidos. Esperan una agitación social que acabe en un estallido en el que todo desborde. Lo intentan con todas sus fuerzas, pero no consiguen por ahora tomar las calles. Les falta una razón material. Si hubiera una crisis económica, habría un estallido, sí.

También hemos detectado que empieza a haber cierto hartazgo con el discurso de ultraderecha. Venían en una ola que parecía que arrasaban y no es para tanto. Estas payasadas y discurso incorrecto empiezan a no llamar la atención, esta fórmula se está empezando a agotar. Hasta se nota en el crecimiento de los youtubers de derechas, que fue gigantesco, pero se ha ralentizado. Lo de Milei, por ejemplo, no se entiende sin ver el malestar económico. No es una rareza dentro de la ultraderecha americana, el mal contra el bien es el escenario que buscan. Polarizando, ellos son mucho mejores.

¿Que en el Estado español no se dé un apoyo como el que ha conseguido Javier Milei en Argentina tiene que ver con el tipo de ultraderecha de aquí, más casposa?

Sí, ellos saben que tienen el reto de parecer menos casposos. Algunos lo saben y les parece mal, pero hay otros que intentan reivindicar que Torrente es el pueblo español, los toros, la caza... que eso es lo bueno y a lo que hay que aspirar. Milei, en cambio, lo tuvo todo: un showman mediático con caos económico. Ahora hay ciertos sectores que están en la operación ‘matar a Vox’, porque ven que es un obstáculo. Sus bases, las que más ruido hacen, quieren que el PP sea Ayuso. Pero siempre que el PP se ha radicalizado mucho, ha salido mal igualmente.

A largo plazo, ¿esto irá a más o a menos?

En el caso español no diría que ha llegado a su techo, es una cosa que se puede discutir, pero creo que Vox puede tener más potencial. Sobre todo su radicalización. En el resto del mundo dependerá un poco, hay formaciones que decidieron moderarse para llegar al poder, como las de Marine Le Pen o Giorgia Meloni. Un elemento que será determinante para Europa es ver qué sale del Parlamento Europeo, si la ultraderecha va junta, y qué fuerza tienen sobre el Partido Popular Europeo (PPE). El PPE es el actor clave para decidir la radicalización, antes era candidato a seguir el cordón sanitario, pero hay algunos que empiezan a decir que el nacional-populismo está funcionando. Aquí está el meollo.

El drama que tenemos es que esta conciencia ya está en la sociedad. A lo mejor Vox nunca vuelve a subir de los 40 escaños, pero ese espacio ya se ha creado e irá fluctuando. Soy pesimista con esto, creo que la polarización social y la agitación en redes, unidos al entorno de problemas económicos globales, van a conducir a un escenario violento. Esto ya se hablaba en EEUU y la gente lo tomaba como locura y ahora ves muchos expertos que auguran un conflicto civil seguro antes de 2030. Nada hace pensar que la ultraderecha vaya a desaparecer. Su agitación cansa, pero es un sumidero de odio y quiebra a la sociedad.

Da la impresión de que también otros actores moderados, como el PSOE, abrazan esa polarización para su propio beneficio...

Sí, el PSOE está abrazando la polarización desde hace tiempo y se beneficia del relato de que viene la extrema derecha. Es el gran beneficiado. Antes se decía ‘PSOE y PP, la misma mierda es’, y ahora no. Creo que esto va a terminar mal, hay que parar, pero no puedes pararlo tú solo. Si el PSOE dice ‘no, paramos y gobernamos para todos’, se lo comen vivo. Lo mismo que le pasa al Partido Demócrata en EEUU. La sociedad ya está partida. En un estudio universitario que leí hace poco sobre polarización, las cuatro sociedades más divididas eran España, Argentina, Estados Unidos y Brasil.