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EN EL ENSAYO DE «RIGOLETTO»

entre bastidores de una obra que te sacude corazón y alma

Una docena de suscriptores y suscriptoras de NAIZ pudieron asistir ayer a la tarde a uno de los últimos ensayos de “Rigoletto”, versión actualizada y controvertida de la ópera de Giuseppe Verdi dirigida por Miguel del Arco. Antes, gracias a la ABAO, recorrieron la parte más desconocida del Palacio Euskalduna, donde decenas de personas dan forma sin margen de error a un espectáculo vibrante.

Javier Hortigüela, representante de la ABAO, dando explicaciones al grupo. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Si asistir a la representación de una ópera en el Palacio Euskalduna es siempre una experiencia mayúscula, conocer de primera mano los ensayos de una obra -previa visita guiada al backstage- del precioso auditorio bilbaino es un regalo. Ayer, de la mano de la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera) una docena de suscriptores y suscriptoras de Naiz pudieron ver cómo se prepara el elenco de “Rigoletto” para encarnar a los personajes de una de las óperas más universales de Giuseppe Verdi, que mantiene más de 170 años de presencia ininterrumpida en los escenarios y ha legado algunas de las escenas más célebres y celebradas del género.

Bajo la dirección escénica de Miguel del Arco, que firma una adaptación sin concesiones de la ópera, basada en la pieza teatral “Le Roi s’amuse” de Victor Hugo y que lleva casi doscientos años sacudiéndose censuras y controversias, el sábado se estrena una obra que no dejará indiferente a nadie.

Podemos atestiguarlo los afortunados que, ya de noche, salimos del Euskalduna con brillo en los ojos y un genuino asombro ante el esfuerzo, material y humano, que requiere un espectáculo de este calibre.

DONDE SE CREA LA MAGIA

Eso fue después de hora y media de incursión en las metalizadas profundidades -hasta siete pisos- del palacio. La cita era a las 18.30 en una de las puertas laterales, donde Javier y Álvaro, cicerones de lujo, invitaron al grupo a franquear la entrada al interior del edificio, cuya dimensión apenas se intuye desde su parte pública.

Una vez dentro, con un espacioso ascensor como aliado, accedimos a los sucesivos niveles mientras Javier desentrañaba los detalles técnicos, logísticos y artísticos que caracterizan una ópera que está coproducida entre cuatro teatros y que, tras pasar por el Teatro Real de Madrid, va a contar con cuatro representaciones en la capital vizcaina.

De este modo, pudimos ver parte del vestuario de las actrices y los actores y seguir brevemente y con sigilo el trabajo de las bailarinas en la Sala de Ensayos. Está justo un piso por encima de la estancia donde se llevan a cabo los ensayos musicales, que en esta ópera corren a cargo de la BOS (Bilbao Orkestra Sinfonikoa) que, junto a la Orquesta Sinfónica de Euskadi, protagoniza la parte instrumental del Euskalduna.

Del buen hacer de la orquesta hubo opción de disfrutar en las postrimerías de la visita. Antes, siguiendo el reco- rrido fijado por los anfitriones, hicimos parada en la zona de los camerinos de los solistas, donde sus profundas voces salieron a darnos la bienvenida.

Nos fuimos adentrando entre bastidores y bambalinas, mientras el personal artístico y técnico -se requieren unas 150-200 personas- pasaba a nuestro lado en una actividad frenética. Parecía que estábamos en un lugar recóndito, pero, casi sin darnos cuenta, atravesamos la gruesa puerta que separa «el lugar donde hacemos nuestra magia» del patio de butacas. Quedaba poco ya para que empezara el ensayo.

Y como también estábamos invitados, allí nos acomodamos, sin hacer ruido, para disfrutar durante un buen rato de esa magia. La que nace del talento, el esfuerzo y la pasión.