22 FéV. 2024 KOLABORAZIOA Cuidados: que el PNV no nos tome el pelo Ana Tere DÍAZ Miembro de APL Arabako Pentsionisten Lanean-Emakumeak Gaurgeroa En noviembre, la huelga general feminista de cuidados puso el foco sobre lo que hasta entonces se venía invisibilizando: Las mujeres seguimos asumiendo la mayor parte de los cuidados. Desde que naces hasta que mueres. Y lo hacemos como trabajo gratuito en casa o en la casa de tus suegros o en la de tus hijas... Como trabajo pésimamente remunerado en empresas de limpieza o de cuidados, en residencias, en centros de día. Como trabajadoras del hogar, cuidadoras de criaturas y de personas mayores, sin estar declaradas. O bajo un régimen especial de la Seguridad Social para trabajadoras de hogar que considera que es suficiente pagar menos de nueve euros por hora por realizar un catálogo de innumerables tareas. Sin duda, más de uno debe de seguir pensando que nacemos con un gen especial para cuidar y, a poder ser, de forma gratuita, porque la realidad es que somos las mujeres quienes realizamos la mayoría de esos cuidados en condiciones precarias. Las mujeres pensionistas, junto con los hombres pensionistas, llevamos más de seis años en las calles, saliendo lunes tras lunes para reivindicar unas pensiones de dignidad. Seis años en que se han fortalecido la certeza de que nuestras reivindicaciones son justas, nuestro compromiso y nuestra decisión de luchar. Pero, además, las mujeres pensionistas hemos sido y seguimos siendo cuidadoras y vamos viendo que cada vez estamos más cerca de necesitar ayuda para desarrollar las cuestiones de la vida diaria. Así que el tema de los cuidados, que siempre nos ha preocupado, y que siempre hemos planteado que tienen que ser dignos, cobra mayor importancia en nuestras reivindicaciones. No solo porque nos pueda afectar directamente a corto o medio plazo, sino porque vemos que las instituciones poco o nada han hecho más allá de apropiarse del discurso de los cuidados. El 30N, entre otras muchas cosas, se reivindicaron unos cuidados públicos, dignos y de calidad. Pues bien, en la CAE casi 15.000 personas con derecho reconocido a cobrar alguna prestación están en lista de espera para recibirla. En el primer semestre del 2023 fallecieron cerca de 1.400 personas mientras esperaban esa ayuda. Tras la huelga del 30N, y sin duda con la vista puesta en las elecciones, en Gipuzkoa EAJ-PNV nos sorprende con un folleto, en morado, eso sí, en el que, con letra grande, dice que 515 son los millones de euros que destinará para políticas sociales la Diputación Foral de Gipuzkoa. Pregunta: ¿de esos millones cuántos son para empresas privadas? ¿Qué parte de la reivindicación de cuidados públicos no han entendido? La huelga del 30N también reivindicó que el tema de los cuidados se aborde de manera participativa, con la formación de mesas intersectoriales donde participen los sectores implicados. Así que en Araba, obligado por la movilización social, el señor Urtaran, diputado de Políticas Sociales de la Diputación Foral de Araba, hizo el anuncio de grandes propósitos para la elaboración de una «Agenda de Cuidados Araba 2030». Bajo el bonito nombre de modelo de «gobernanza colaborativa», la propuesta parece que consiste en la creación de un grupo de personas expertas y la apertura posterior de «espacios para la validación» de las propuestas. Para ser un espacio supuestamente «colaborativo», si la participación se tiene que limitar a validar propuestas, mal empezamos. Pero además no queda nada claro quién quieren que participe. El anuncio se hizo ante el Consejo Territorial de Servicios Sociales de Álava, un organismo mixto en que se sientan representantes de la administración y una «representación de las organizaciones de personas usuarias», pero que solo está integrada por entidades vinculadas a la administración por contratos o subvenciones. Lo que no deja de causar perplejidad, desconcierto y desconfianza, ya que hasta ahora ninguno de los sectores sociales vinculados al cuidado hemos sido ni llamados, ni recibidos, ni informados, ni, mucho menos, oídos. Ni los familiares de personas que viven en residencias, ni los sindicatos y las trabajadoras y trabajadores que llevan más de dos años peleando por un convenio justo, ni el movimiento de pensionistas... Bueno, al movimiento pensionista sí nos han concedido una reunión... Para reafirmar que en las frecuentes concentraciones que hacemos delante de la Diputación no podemos subir ni un par de escalones, cuando existen ejemplos de multitud de manifestaciones y eventos que terminan en las escaleras de la Diputación y no pasa nada. ¿Será que nos tienen miedo? Hasta ahora ninguno de los sectores sociales vinculados al cuidado hemos sido ni llamados, ni recibidos, ni informados, ni, mucho menos, oídos