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La bicicleta en la emancipación de la mujer

Mañana 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, que empezó a conmemorarse por la ONU en 1975 y dos años más tarde fue proclamado por su Asamblea General, parece oportuno vincular tal acontecimiento, todavía reivindicativo, a un hecho muy significativo en este progresista proceso.

Cartel de Triumph Cycles. (NAIZ)

La historia de la bicicleta empieza a rodar en 1817, cuando el barón alemán Karl Freiherr Drais von Saverbronn (1785-1851) crea un ingenio mecánico con dos ruedas de carro de madera enfiladas una delante de la otra, unidas por una montura también de madera que el usuario impulsaba con los pies sobre el suelo y que avanzaba mediante el equilibrio dinámico.

El mecanismo, una reinterpretación del caballo andante con ruedas, laufmachine (máquina de correr), tuvo una continua sucesión de mejoras con incorporación de engranajes, sistemas y complementos, incluso en su denominación, draisienne, vélocípède, vélo, bicyclette, bicicleta y, según su tipología, biciclo, triciclo. Una evolución en la que participaron herreros, carroceros y mecánicos en diferentes países europeos hasta llegar a la que se conoció como ‘‘The Rover Safety Bicycle’’, una bicicleta de seguridad, moderna, estandarizada, rápida y de fácil manejo, obra de 1885 del industrial inglés John Kemp Starley (1854-1901).

En los primeros tiempos de uso de la bicicleta, el ciclismo se consideraba una actividad masculina, ya que se pensaba que la mujer era delicada, débil, relegada a las tareas domésticas y familiares, sin iniciativa incapaz de rotar los pedales. Además, estaba casi siempre acompañada, solo se admitía que una mujer montara en tándem o triciclo con el marido por delante tomando la iniciativa.

La bicicleta permitió a las mujeres experimentar la misma libertad de movimiento que los hombres, la trascendental ocasión de desplazarse por fin solas, una revolución social, aumentando sus derechos y cambiando su estilo de vida para siempre.

A su vez, los hombres temían que esta proliferación de la bicicleta y la potestad de uso femenino animara a las mujeres a buscar aventuras ilícitas durante sus escapadas; además, el sentido de autoridad y control sobre sus esposas se sentía amenazado.

Una actitud femenina tan novedosa tuvo mucha oposición de sectores sociales contrarios y el clero, que valoraban a la mujer por su salud y aspecto físico tratando de influir en su uso de la bicicleta vaticinando nuevas enfermedades que las afectarían gravemente: dolor de garganta por los paseos en caminos polvorientos, la exposición al frío y la humedad, que según un periódico de 1895 «puede suprimir o dejar menstruaciones irregulares y terriblemente dolorosas, y quizás sembrar las semillas de futuras enfermedades».

Por ello, se crearon modelos específicos con un sillín más rígido sin apenas relleno, denominado ‘‘sillín higiénico’’, para evitar o reducir la posible excitación sexual por fricción de los genitales femeninos. A su vez se crea la necesidad de suprimir ropajes inadecuados por pesados e incómodos y adoptar otros más sensatos. Este nuevo modo de desplazamiento ayudó a impulsar el desarrollo de una vestimenta más apropiada y cómoda para las mujeres, ya que la moda en la época -los corsés, las faldas largas y pesadas, las enaguas o los miriñaques-, restringían sus movimientos a la hora de montar. Necesitaban prendas que permitieran una mayor libertad de movimiento, como faldas anchas o las faldas-pantalón.

LA EMANCIPACIÓN FEMENINA

Está unánimemente reconocida la influencia de la bicicleta e incluso del ropaje adecuado a su uso en la autonomía de la mujer que tiene una señalada protagonista: Amelia Jenks Bloomer (1818 1894). Escritora y periodista estaunidense, defensora de los derechos de las mujeres y editora del periódico ‘‘The Lyli’’, utilizó y difundió en 1851 una vestimenta, ‘‘Bloomer Costume’’ (el atuendo Bloomer) o Bloomers, un ropaje de inspiración turca para la parte inferior del cuerpo a modo de bombacho, un pantalón cómodo, ligero, ancho, fruncido en los tobillos, coronado por una prenda corta y chaleco. Asimismo, reivindicó el derecho de voto de las mujeres.

Finalmente, conviene recordar la declaración de la escritora, feminista y sufragista norteamericana Susan B. Anthony (1820-1906) que, entrevistada en 1890, manifestó: «El uso de la bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo».