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DE REOJO

Síntomas atípicos


Entro en un bucle reconocible, con una duda metodológica que empieza a convertirse en una declaración universal de la ansiedad asintomática: ¿ser o estar? Y no hay nada más estrecho que las avenidas por donde circulan las consignas, los manifiestos, los conceptos y los dogmas. El fanatismo es un colesterol que provoca accidentes isquémicos transitorios de la vida social al bloquear el fluido de pensamientos contradictorios que ayuden a elaborar una idea aceptable del mundo y de nuestra situación vital, emocional o política dentro de las coordenadas y perspectivas actuales.

¿Se puede enfermar de política? Pregunta lanzada desde las entrañas de la duda razonable. La crispación actual, la polarización no casual, sino consecuencia de planes y estrategias de intoxicación y desestabilización que alcanza hasta niveles de insuficiencia democrática grave, ¿puede acabar en un diagnóstico de desafección irreversible con la política partidista focalizada en los agentes mediáticos actuales? No sé si levantar la vista y mirar por encima del hombro o de mis posibilidades de discernimiento, para entender que lo que está sucediendo en EEUU con la gerontocracia que viene, o con las aparentes desatenciones a la racionalidad de Milei en Argentina por si son síntomas atípicos de una pandemia más enraizada de lo que nos creemos.

Cada vez que se abre un proceso electoral, ayer se votó en Portugal, aparecen problemas estructurales, fisuras en los cimientos democráticos, problemas en las tuberías del sistema que piden reformas o renovación, pero se plantean solo parches involucionistas.