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EDITORIALA

El gobierno sionista de Israel se queda solo


El Consejo de Seguridad de la ONU pidió la pasada semana, por primera vez en seis meses, un alto el fuego a Israel en Palestina. El gobierno de Benjamín Netanyahu siguió apretando: prohibió las emisiones del canal de televisión catarí Al Jazeera y retiró al ejército del hospital de Al Shifa solo para dejar a la vista un reguero de destrucción y cadáveres, muchos de ellos en descomposición, calcinados y algunos con evidentes signos de haber sido ejecutados. La ofensiva continuó el lunes con el ataque al consulado de Irán en Damasco y a un convoy de la ONG World Central Kitchen (WCK) que mató a siete cooperantes. El ejecutivo sionista no solo ha hecho caso omiso a la comunidad internacional, sino que ha seguido atacando a la población palestina y a cualquiera que pueda dar testimonio del genocidio. Una política que busca amedrentar y eliminar testigos incómodos.

Por desgracia, no han sido los más de 14.000 niños y niñas muertas, ni las 9.000 mujeres, los más de 100 periodistas o los 200 trabajadores de organizaciones humanitarias masacrados por el ejército israelí, ni la hambruna o los ataques a hospitales lo que ha provocado la reacción de EEUU, sino ese último ataque a WCK. En todo caso, bienvenida sea esa exigencia de «medidas específicas, concretas y mesurables» para proteger a los civiles y aliviar la situación humanitaria. Una demanda que básicamente repite el requerimiento que en enero hizo la Corte Internacional de Justicia. Sin embargo, esta vez la amenaza estadounidense sí ha surtido efecto: Netanyahu ha destituido a dos militares por el ataque al convoy, ha abierto el paso de Erez en el norte y el cruce de Kerem Shalom en el sur y ha dado permiso para el uso del puerto de Ashdod.

Israel ha despreciado los llamamientos a un alto el fuego, ha violado sistemáticamente la Convención de Ginebra sobre derecho internacional humanitario y ahora la Convención de Viena sobre protección diplomática y consular. El sionismo se ha situado al margen de la comunidad internacional y las resoluciones de la ONU muestran que está cada vez más aislado. Es el momento de detener el envío de armas a Israel y apostar por un alto el fuego y el fin de la ocupación.