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REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN EN EL SALVADOR

El «bukelismo» aniquila el último contrapeso para perpetuarse

Nayib Bukele camina sin complejos hacia un Estado autoritario. Primero sacó al Ejército a las calles con la excusa de su«guerra contra las pandillas». Después, logró el control absoluto de la Asamblea Legislativa y del Poder Judicial. El último contrapeso era la Constitución y su partido, Nuevas Ideas, que domina el Congreso, la acaba de reformar para aprobar cambios a su antojo.

(Marvin RECINOS | AFP)

La Asamblea Legislativa se ha convertido en la extensión del poder absoluto que Nayib Bukele ejerce en El Salvador. No solo le ha garantizado desde marzo de 2022 acabar con derechos y libertades a través de un régimen de excepción perpetuo, sino que ahora ha dado un paso más allá adaptando la Constitución para sus propios intereses.

A nadie se le escapa que una de sus pretensiones podría ser no abandonar el poder en mucho tiempo, al estilo de cualquier dictadura en el mundo. De momento, el 1 de junio iniciará un segundo mandato, tras arrasar en las elecciones del 4 de febrero, a pesar de que varios artículos de la Constitución prohíben la reelección. No conforme con eso, ahora el Legislativo le ha allanado el camino para una hipotética reforma constitucional que le permita reelegirse una legislatura más.

Un día antes de que se disolviera la Asamblea, 66 de los 84 diputados aniquilaron el último contrapeso que impedía que Bukele pudiera perpetuarse en el poder. Con su voto, el 28 de abril, modificaron el artículo 248 de la Constitución, lo que permitirá introducir reformas a la Carta Magna en una sola legislatura cuando se cuente con los votos de las tres cuartas partes de la Asamblea que tiene 60 diputados, la mayoría de ellos de Nuevas Ideas.

Ello supone cambiar radicalmente la dinámica parlamentaria que establecía la Constitución vigente desde 1983, ya que el citado artículo señalaba que solo se podía cambiar el texto en dos legislaturas.

En la primera votación, se necesitaba la mitad más uno de los diputados y, posteriormente, debía ser ratificada por la siguiente legislatura con dos tercios de los votos.

Eso posibilitaba que la ciudadanía, al votar a los nuevos diputados cada tres años, pudiera dar su apoyo o no a los partidos que hubieran apostado por la reforma de la Carta Magna, algo que ya no será posible.

Por tanto, Nuevas Ideas, el partido creado por Bukele y que tiene 54 de los 60 escaños, podrá ejercer el rodillo parlamentario aprobando reformas sin que nadie se lo impida.

Uno de los artículos de la Carta Magna que corre el riesgo de ser modificado es el 154, que fija la duración del periodo presidencial en cinco años «sin que la persona que haya ejercido la Presidencia pueda continuar en sus funciones ni un día más». También se podría ampliar el periodo para el que fueron electos los diputados, pasando de tres a cinco años para coincidir con la legislatura del Gobierno.

LA «NUEVA REALIDAD»

Ello ha encendido las alarmas de la oposición y de organizaciones que llevan años denunciando la deriva dictatorial de Bukele sin ningún efecto en la población, que lo apoya incondicionalmente, con un 85% de respaldo en las últimas elecciones. Mientras el oficialismo defiende que no le está quitando nada a la Constitución, sino que la está adaptando a los cambios que demanda la «nueva realidad», la debilitada oposición denuncia que se está «atentando» contra la seguridad jurídica.

Esta situación se produce en un contexto en el que El Salvador está pendiente de una profunda reforma constitucional, después de que, en septiembre de 2021, el vicepresidente, Félix Ulloa, presentara a Bukele un anteproyecto para modificar más de 200 artículos. Hasta ahora, no ha sido trasladado al Congreso, si bien no se esperan cambios en materia de derechos sociales, tan pendientes en este país ultraconservador.

El mandatario ya cerró la puerta a introducir el aborto terapéutico, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la eutanasia. Por contra, sí aceptó otro paquete de reformas, entre las que destaca ampliar el mandato presidencial de cinco a seis años a partir de 2027 e instaurar la posibilidad de revocar al presidente en un referéndum al tercer año de mandato.

La seguridad ha mejorado a pasos agigantados en detrimento de los derechos, pero, salvo organizaciones de derechos humanos y familiares de víctimas del régimen de excepción, nadie alza la voz ante la concentración de poder en El Salvador. Incluso sus medidas represivas se han convertido en un modelo a seguir en otros países de Latinoamérica, como Honduras y Ecuador.

La oposición ha quedado desintegrada tras décadas de corrupción que provocó un hastío que derivó en un voto de confianza a Bukele en las últimas dos elecciones.

A través de Nuevas Ideas, ha ido aglutinando todo el poder y no hay parece que nadie a corto plazo pueda arrebatárselo.