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Sustituir el Sintrom, una oportunidad histórica para la sanidad vasca


Estoy sorprendido por las reacciones ante mi artículo publicado aquí, “Sintrom, ¿el asesino silencioso de Osakidetza?” (NAIZ-GARA, 24 abril 2024). Y gratamente sorprendido por haber descubierto a no pocas personas los efectos y daños del Sintrom, en muchos casos, de «hemorragias cerebrales» y muertes. Asimismo, me alegra saber que no pocas personas se han enterado así de la existencia de fármacos alternativos más seguros aunque, por ahora y salvo excepciones, es el paciente quien se los tiene que pagar, una media de 80 euros por caja mensual frente a los 3,65 euros de la de Sintrom.

Mientras tanto, acaba de producirse un hecho muy importante y que debería contribuir a favorecer la decisión de la sanidad pública vasca (CAV y Nafarroa) de ir sustituyendo el Sintrom, más barato aunque más peligroso, y abogar por fármacos alternativos más seguros aunque más caros, como son Apixaban, Dabigaban, Edoxaban, Rivaroxaban o más conocidos como Xeralto, Eliquis, Lixiana, etc.

Así, el Tribunal Supremo ha dado luz verde a un nuevo genérico que ahorrará a la sanidad pública 380.000 euros diarios y que ha costado ya 23 millones de euros desde el 1 de marzo a las distintas comunidades del Estado español. La irrupción de este genérico del Apixaban permitirá en total ahorrar a la sanidad pública casi 138 millones de euros al año, ya que el precio del fármaco descenderá de los actuales 81,96 euros (lo que cuesta una caja de Eliquis) a los 45,08 euros que costará ahora esta molécula financiada por la sanidad pública (un 45% menos). El consumo habitual por paciente es de una caja al mes. La seguridad social vasca financia ese y otros fármacos alternativos a una pequeña parte de afectados. Las comunidades vascas ahorran al año con este genérico un total de 8,3 millones de euros (6,4 millones la CAV y otros 1,9 millones Nafarroa).

Tomar el Sintrom es una discriminación social que padecen los pacientes de bajos ingresos. No hay ningún empresario, ni profesional ni político, ni jubilado con buena pensión que, necesitado de anticoagulantes, esté tomando Sintrom, sino la medicación alternativa pese a tener que pagar 80 euros por caja mensual. Son miles de pacientes vascos de bajos ingresos quienes, discriminados por los gobiernos, están obligados a asumir, sin embargo, el Sintrom que pagan a 3,65 euros mensuales.

No son pocas las personas que desconocen los efectos del Sintrom y la medicación alternativa. Y, sin embargo, hay cardiólogos que, por razones menos graves que sus peligros reales, la prescriben pese a ser más cara. Así, por ejemplo, para evitar traslados de domicilios al ambulatorio para analíticas y controles habituales, etc., la pandemia favoreció esa situación. Así me dice un amigo: «estoy siendo financiado tomando la medicación alternativa al Sintrom. Al coincidirme la prescripción con la pandemia, me prescribieron Lixiana, para evitar acudir al centro de salud para controles, y afortunadamente así sigo».

Si por razones burocráticas hay cardiólogos que prescriben la medicación alternativa, por qué no ante el riesgo real de hemorragias cerebrales y muertes pronosticadas por expertos. Otro amigo tuvo que acudir a urgencias por una arritmia. «El urgentista, me dice, nos propuso que en vez de Sintrom tomara Eliquis (Apixaban) aunque costara más de 80 euros». Ya sé que es un dinero pero si me preguntan a mí, yo optaría por Eliquis», nos dijo con franqueza.

Médicos y cardiólogos son cada día más conscientes de los riesgos e inseguridad del Sintrom y, por ello, son partidarios de los fármacos alternativos. Ante un paciente que consideran puede pagarlo de su bolsillo, lo recomiendan. Hoy en día no hay ciudadano con capacidad adquisitiva, profesional, político que tome Sintrom. Toda esa ciudadanía privilegiada paga de su bolsillo esos fármacos alternativos.

Si está comprobado que el Sintrom conlleva sus riesgos de hemorragias cerebrales y muertes, que los fármacos alternativos son mucho más seguros, menos gravosos e incómodos a la hora de consumirlos y más eficaces, ¿por qué la sanidad vasca no da el paso necesario para sustituirlo y generalizar los alternativos financiándolos?

Alegarán que Sintrom es más barato. Y en teoría lo es, porque una caja mensual cuesta 3,65 euros y la de los alternativos 80 euros. Hay sin embargo expertos que sostienen que el Sintrom es al final más caro que los alternativos por el tratamiento, en no pocas ocasiones, de sus nefastas consecuencias. ¿Por qué no se atiende a esos expertos que así lo manifestaron en 2022 ante la Comisión de Salud del Parlamento Vasco?

Y supongamos que, en teoría y en la práctica, el Sintrom es más barato, ¿la ciudadanía vasca no se merece el tratamiento médico más seguro aunque sea el más caro? La sanidad pública vasca puede alegar que no puede soportar semejante gasto. ¿Por qué, sin embargo, no hay problema en subvencionar a la industria militar vasca con más de 100 millones de euros al año? ¿Por qué una parte del Cupo vasco va a subvencionar los gastos militares del Ministerio español de Defensa que el año pasado invirtió 22.223 millones de euros, un 9,8% más que en 2022? Finalmente, ¿por qué en 2023 el Gobierno Vasco dejó sin gastar más de 600 millones de euros?

Ahora que se inicia un nuevo Gobierno vasco, es un momento histórico en el que bien merecería dar ese paso de sustituir el Sintrom e igualar las oportunidades de seguridad y vida para toda la sociedad vasca, evitando así la discriminación social, clasista, y generalizar, financiándola, por supuesto, esa medicación alternativa más segura y menos incómoda, aunque fuera más cara. Solo así los pobres y de pocos recursos dejarán de ser los únicos discriminados y condenados al peligroso Sintrom.