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Junta de accionistas de CAF, espejo de una multinacional cada día más lejana


Un año más se vuelve a reunir la junta de accionistas de CAF, y una vez más, la representación de los y las trabajadoras no podremos estar presentes en esa reunión. Cerca de un 24% de las acciones de la empresa son gestionadas por «Cartera Social», entidad de la cual los y las trabajadoras somos parte. Pero, a pesar de ello, seguimos siendo excluidos de cualquier foro de decisión.

CAF continúa reforzando una política industrial expansionista, en la cual, como cualquier multinacional al uso, priman los bajos costes y los beneficios por encima de cualquier otra cuestión.

Así, la dirección no duda en abrir filiales de ingeniería sin ningún control en India, seguir utilizando la planta de México como productor «low cost» o desviar labores del área de compras a plantas de Polonia. Eso sí, todo bajo una imagen muy autóctona y con un discurso de arraigo. Deslocalización, sí, pero con txapela y etiqueta Euskolabel.

La pésima decisión de construir el tranvía de Jerusalén Este, ignorando la petición de la representación de los y las trabajadoras y cualquier ética empresarial, también se debe contextualizar en la deriva hacia una multinacional sin ningún escrúpulo comandada por esta dirección.

Así pues, la presencia de la parte social en los órganos de control de CAF se hace cada día más necesaria. Siendo los mayores accionistas, los y las trabajadoras deberíamos estar presentes en este tipo de foros. Pero además es de justicia pensar que no es adecuado dejar nuestro empleo y futuro sobre personas a las que tan solo les importan los dividendos. Lo cual es más grave si cabe siendo partícipe del accionariado también el propio Gobierno Vasco y la Kutxa.

Por otro lado, impulsado por sindicatos polacos y franceses, se ha dado inicio al proceso para la creación de un Comité de Empresa Europeo del grupo CAF. En este momento estamos al inicio de la fase de negociación entre diferentes sindicatos y empresa para dar forma a este órgano.

Euskal Herria cuenta con 4.700 personas trabajando de manera directa para el grupo CAF. En el Estado español hay en torno a 2.300, mientras que en Polonia, el número asciende a cerca de las 2.500 personas. En Suecia, las personas que trabajan para CAF se acercan a las 950 y en Francia rondan las 870 personas. De esta forma, CAF emplea a más de 12.000 personas trabajadoras repartidas en dieciocho estados europeos.

Teniendo en cuenta que el mayor número de personas trabajadoras se concentra claramente en Euskal Herria y dado que la realidad sindical, social y política es claramente diferente, es imprescindible que los y las trabajadoras vascas contemos con representación propia en el Comité de Empresa Europeo.

En este sentido, queremos ensalzar el acuerdo de mínimos alcanzado por todos los sindicatos vascos y la mayoría de sindicatos estatales representados en CAF, en el cual se reconoce a Euskal Herria como sujeto legítimo para elegir a sus propios representantes en el incipiente comité. Sin duda, un avance que ahora debemos desarrollar entre todos y todas para que se materialice.

Sin embargo, respondiendo a intereses estatales y corporativos, CCOO se ha situado fuera del acuerdo y está jugando un papel activo para usurpar la representatividad de los y las trabajadoras vascas en este foro. Siendo un sindicato sin apenas representación en las plantas vascas de CAF, pretende imponer la idea de que «España es una y no cincuenta y una» y así diluir y dejar en mínimos la representación vasca en el futuro Comité de Empresa Europeo.

Los intereses de los y las trabajadoras de Euskal Herria nunca se han defendido ni se defenderán mediante los sindicatos de Madrid. No queremos ningún tipo de representación que no nos corresponda, pero tampoco aceptaremos que nos pretendan representar sindicatos estatales situados muy lejos de la clase trabajadora vasca y demasiado cerca de las patronales estatales.

Con todo ello, insistimos en que es hora de cambiar el rumbo de CAF. Alejar la empresa de las más rancias actitudes de las multinacionales; impulsar el arraigo industrial, la creación de empleo en Euskal Herria y el reparto de la riqueza; crear un modelo corporativo ético, que rehúse proyectos que atentan contra los más básicos derechos (como es el tranvía de Jerusalén) y que ponga a las personas en el centro.

Para avanzar en ese camino los y las trabajadoras tenemos que poder participar en los órganos de decisión de la compañía. Para avanzar en ese camino los y las trabajadoras vascas también debemos tener voz propia en el Comité de Empresa Europeo.