14 JUIN 2024 1995 Realidadesfrente a frente La realidad no es única, pero puede suceder que así lo parezca si se oculta lo que no interesa. «Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido», advirtió Malcolm X. Si además los medios siguen las directrices del poder, la sociedad puede llegar a pensar que no hay más realidad que aquella con la que la alimentan. A la izquierda, concentraciones de Gesto por la Paz y “Euskal Herria Askatu” frente a frente, en Bilbo. A la derecha, portada de “Egin” del 24 de enero. (Luis JAUREGIALTZO (EGIN)) Fernando ALONSO En 1995 las dos realidades de Euskal Herria estuvieron literalmente frente a frente. Las miradas no estaban a la misma altura porque la realidad oficial dispone de todos los recursos que el poder facilita, y la no oficial tiene que buscar medios. Así fue que, frente a la realidad que representaban las convocatorias del lazo azul, se situaron las concentraciones de “Euskal Herria Askatu” que sacaban a la luz la realidad silenciada y reprimida. Imágenes crudas, pero que ponían frente a frente las dos realidades de la sociedad vasca. Al estar ambas cara a cara, era imposible sacar una eludiendo la otra. Las realidades del conflicto político se fueron enroscando sobre sí mismas a lo largo de todo el año 1995, que comenzó con el ataque por parte de ETA a la comisaría de Indautxu, en Bilbo, en el que falleció un policía. Pocos días antes, las declaraciones de Amedo y Domínguez, que habían sido agentes de esa misma comisaría, reabrieron el caso de la guerra sucia de los GAL. La lista de implicados seguiría creciendo y llevaría a la cárcel a lo largo del año al que fuera secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera, además de a cargos institucionales y políticos del PSOE como Julián San Cristóbal o Ricardo García Damborenea, a policías como Miguel Planchuelo, Francisco Álvarez... También salió a colación Intxaurrondo con Rodríguez Galindo a la cabeza, Dorado, Bayo... Quienes sin pudor alguno se ensuciaron las manos en el terrorismo de Estado, cuando se presentaban ante el juez, cantaban nombres y detalles como en el cártel de los sapos. A Vera le pusieron una fianza que pagó el PSOE, partido al que implicaba directamente en la guerra sucia su antiguo dirigente vizcaino García Damborenea, quien precisó ante el juez los nombres, entre otros, de Julen Elgorriaga, Ramón Jáuregui o el propio Felipe González. Jáuregui salió inmediatamente a la palestra para negar cualquier participación en los GAL y González insistió en que todo era una estrategia para echarle del poder. Parecía que, con la reapertura del caso de los GAL, en el PSOE habían entrado en un sálvese quien pueda: cada uno iba a cuidar su cuello. LASA Y ZABALA, ATENTADOS CONTRA ORDÓÑEZ Y AZNAR.. . En medio de semejante escándalo de terrorismo de Estado, Felipe González ascendió a general a Enrique Rodríguez Galindo, coronel de Intxaurrondo cuya ubicua sombra asomaba no solo en casos de torturas, ejecuciones extrajudiciales y guerra sucia, también de corrupción. Precisamente, doce años después de su desaparición en Baiona, el 21 de marzo los restos de Joxean Lasa y Joxi Zabala fueron identificados en Alicante. Lo que sucedió en el aeropuerto de Hondarribia a la llegada de los ataúdes, y después en el cementerio de Tolosa en su entierro, fue fiel reflejo de la realidad que se vivía en Euskal Herria: no se respetó ni el dolor de las familias. La Guardia Civil permaneció en las pistas del aeropuerto, la Policía española cargó con violencia en el interior de las instalaciones y en el cementerio la Ertzaintza arremetió contra los familiares con porras, a culatazos e incluso disparando pelotas de goma. En enero ETA mató de un disparo en la cabeza al dirigente del PP de Gipuzkoa Gregorio Ordóñez. En su comunicado, la organización lo señaló como «principal representación de la imposición española». No habían pasado noventa días cuando, en Madrid, una potente bomba explosionó al paso del coche del presidente del PP, José María Aznar, que resultó ileso gracias al alto nivel de blindaje del vehículo. Por los efectos de la explosión, en el atentado falleció una mujer que vivía en una casa próxima. En pleno verano mallorquín, el rey español, hoy emérito, estuvo en dos ocasiones en la mira telescópica del fusil de francotirador con el que ETA buscaba abatirle. En espera del momento óptimo, el comando fue detectado y la tentativa resultó frustrada por un operativo hispano-francés. Las dos caras de la realidad se visualizaron con nitidez los días 20 y 21 de mayo en Donostia, unos días después de que ETA secuestrara al empresario José María Aldaia. Gesto por la Paz convocó una manifestación un sábado con todos los recursos de la estrategia del lazo azul; al día siguiente, sobre el mismo recorrido y con cuatro mil personas más, lo hizo HB por la libertad de Euskal Herria. Ambas realidades frente a frente y en el mismo lugar y hora se comenzaron a ver en todos los lugares en los que la dinámica del lazo azul convocaba algún tipo de concentración o acto. En ocasiones se vivían momentos de gran tensión que acababan con cargas de la Ertzaintza contra la convocatoria de “Euskal Herria Askatu”. En una de ellas, una pelota de goma impactó en el cuerpo de Rosa Zarra, que murió una semana más tarde. Pero por el lado de la apuesta por un futuro diferente la gran imagen fue la de la multitudinaria manifestación del Primero de Mayo en Bilbo convocada por ELA y LAB, que mantenían una estrategia conjunta desde el año anterior, que evolucionó de lo sindical a lo político. El lema era suficientemente explícito: «Euskal Herria eraikitzen». Precisamente por eso y por negar el marco vasco, los sindicatos españoles marcharon por su cuenta. En junio hubo elecciones municipales en la Euskal Herria continental y un par de semanas antes lo habían sido en la parte peninsular. En Ipar Euskal Herria hubo un importante avance abertzale, aunque arrasó la derecha francesa. En el convulso escenario político del sur, HB logró mantener su espacio electoral y PNV y PSOE decidieron extender sus acuerdos, junto a EA, a municipios y diputaciones. Entre los candidatos abertzales elegidos había numerosos prisioneros políticos, que fueron llevados a los consistorios para la toma de posesión. Los salones de plenos se desbordaron de solidaridad y en algunos lugares se produjeron incidentes. Esta realidad se hizo tan insoportable para el Estado que cambiaron la ley para que los privados de libertad en situación de prisión preventiva no pudieran tener derecho al sufragio pasivo. Al lehendakari navarro Juan Cruz Alli le crecieron los problemas internos, hasta que acabó dimitiendo y abandonando UPN para fundar Convergencia de Demócratas de Navarra (CDN). El nuevo partido se presentó a las elecciones del Parlamento de Iruñea apenas unas semanas después y arrancó con gran impulso, superando el 18% de los votos. Pero la Presidencia pasó a Javier Otano, del PSN, gracias a los votos de su partido, la propia CDN y EA. PANTANO DE ITOITZ Aunque lo que emana de la Audiencia Nacional no acostumbre a ser motivo de celebración, la excepción llegó en octubre con una sentencia que declaraba ilegal la construcción del pantano de Itoitz, dando la razón a la lucha de los grupos ecologistas y ayuntamientos de la zona que llevaban diez años oponiéndose al proyecto. Se inició entonces un largo camino de recursos y más recursos ante instancias de todo nivel, pero las obras no se paralizaron. La oposición al pantano se fue convirtiendo en un potente movimiento social que se prolongó durante años aunque, lamentablemente, la maquinaria del poder pasó por encima de la voluntad popular. En el convulso contexto de 1995, ETA presentó, en abril, la “Alternativa Democrática”, una propuesta de distensión y negociación que actualizaba la Alternativa KAS. La “Alternativa Democrática” establecía dos niveles de diálogo: uno entre la organización armada y el Estado español, y el otro correspondiente al conjunto de la sociedad vasca, que debería poder elegir entre todas las opciones sin límite alguno. El Gobierno español no solo despreció la propuesta, sino que se inició una auténtica persecución policial y judicial de su difusión pública, que continuó al año siguiente y acabó con toda la Mesa Nacional de HB en prisión. En diciembre de 1997 fueron condenados a siete años de cárcel, y dos años más tarde quedaron en libertad, cuando el Tribunal Constitucional declaró nula la sentencia condenatoria. En 1995 el conjunto de la izquierda abertzale afrontaba un debate interno de adaptación a la fase política que se vivía y, así, en febrero, las bases de Herri Batasuna aprobaron la ponencia “Oldartzen”. Inmediatamente, toda la maquinaria política y mediática se lanzó a la ofensiva con una estrategia común sobre un guion basado en que aquella ponencia suponía la «socialización del sufrimiento». El año acababa con el Metro de Bilbo en marcha y una exitosa XXX Feria de Durango que batió récords. En homenaje a Mikel Laboa, la novena edición de Korrika salió en marzo de Donibane Garazi destino Gasteiz con el lema «Jalgi hadi euskaraz!». Como decía la canción de Kepa Junkera y Edorta Jiménez: «Hona aukera: jalgi hadi euskaraz! Laga erdara, bizi ganoraz!».