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Cementerios llenos, tumbas apiladas y sepultureros sobrepasados en Gaza

Saadi Hassan Barakeh cava en la arena una tumba en el cementerio de Deir al-Balah. (Mahmud HAMS | AFP)

La certificación de que el régimen sionista ha matado ya a 40.074 personas en la Franja de Gaza, a las que hay que sumar más de 10.000 desaparecidos bajo los escombros del devastado enclave palestino, provoca situaciones terribles, como la que viven diariamente los sepultureros, completamente desbordados y obligados a apilar unas tumbas sobre otras en los atestados -cuando no destruidos- e inaccesibles cementerios.

Bajo un sol abrasador, seis hombres alinean bloques de hormigón en la arena creando espacios para las tumbas de los próximos muertos. Llegan tantos cadáveres al cementerio de Deir al-Balah, en el centro de la Franja bombardeada por Israel desde hace más de diez meses, que los sepultureros apenas hallan espacio para enterrarlos. «El cementerio está tan lleno que cavamos unas tumbas sobre otras, hemos colocado a los muertos en niveles», relata a AFP Saadi Hassan Barakeh, que dirige el equipo.

Este palestino de 63 años, que ha pasado 28 enterrando muertos, cuenta que en todas las guerras en Gaza nunca vio algo así. «El cementerio de Ansar está ahora totalmente lleno. Había demasiados mártires», constata.

Una vez saturadas las tres hectáreas y media del cementerio de Ansar, Barakeh trabaja en el camposanto de Al-Sueid, de cinco hectáreas y media. «Antes, cada semana teníamos uno o dos entierros, cinco como máximo; ahora hay semanas en las que entierro a 200 o 300, es inimaginable», dice.

Trabaja sin descanso, incluso solo con un cementerio, frente a los dos de antes de esta brutal ofensiva israelí. Doce horas cada día.

«NO LOGRO DORMIR»

La gran mayoría de los palestinos que ha matado Israel en estos diez meses en Gaza son mujeres y niños, en un asedio cruel. Barakeh es testigo diario de estas tragedias. Con la azada en la mano, alienta a los doce trabajadores que le ayudan a cavar y cerrar decenas de tumbas al día. Algunas imágenes son imposibles de olvidar.

«No logro dormir tras ver tantos cuerpos de niños en pedazos y mujeres muertas», lamenta. «Enterré a 47 de una misma familia; 16 de ellas estaban embarazadas», añade.

Y prosigue: «Enterré a muchas mujeres y niños, y solo a dos o tres tipos de Hamas».

Israel, en un claro mensaje de propaganda, dice que 17.000 eran combatientes.

«¿POR QUÉ LOS NIÑOS?»

«Si los israelíes «tienen un problema con [Yahya] Sinwar, ¿por qué atacan a niños? Que maten a Sinwar y a todos los demás, pero ¿por qué las mujeres y los niños?», señala con indignación aludiendo al nuevo líder de Hamas.

A su alrededor se extienden blancas lápidas que ocupan casi todo el espacio disponible, mientras que en las pocas áreas aún vacías, los sepultureros cavan nuevas fosas.

El equipo forma una cadena humana para trasportar bloques de hormigón, cuyo precio se ha disparado desde que las fábricas de Gaza cerraron debido a la falta de combustible y materias primas. «Un shekel [unos 0,27 dólares] antes de la guerra, frente a 10 o 12 en la actualidad», se queja.

Montones de tierra aún fresca dan cuenta de recientes entierros en los últimos días.

Aparte de los sepultureros y otros trabajadores que cargan con los bloques de hormigón, casi nadie acude ya a los funerales. «Antes de la guerra, podía haber mil personas que asistían a un funeral; actualmente, hay días en los que enterramos a 100 personas y apenas hay 20 para despedirlas», comenta desolado.

Por encima de su cabeza, el zumbido de los drones es incesante. Un memento mori más en la Franja de Gaza.



Israel comete dos nuevas masacres en la Franja y Líbano

El Ejército israelí cometió ayer dos nuevas masacres, en la Franja de Gaza y Líbano, matando a al menos 25 personas, varias de ellas niños, en ataques a edificios residenciales. Mientras, las negociaciones en Doha siguen bloqueadas pese a las huecas palabras optimistas de los aliados occidentales del régimen sionista, al no aceptar Hamas cambios y nuevas condiciones en la propuesta del 31 de mayo.

Un bombardeo en Al-Zawayda, en el centro de Gaza, mató a quince miembros de la familia Ajlah, entre los que había tres mujeres y nueve niños y adolescentes de entre 2 y 17 años. Todos murieron en el ataque israelí contra su vivienda y almacenes adyacentes.

También ayer, las fuerzas sionistas lanzaron un ataque en el sector de Nabatiyeh, en el sur de Líbano, que mató a diez personas, refugiados sirios, entre ellas una mujer y sus dos hijos. Otras cinco personas fueron heridas, dos de ellas en estado crítico, en uno de los ataques más mortíferos de Israel contra Líbano. El Ejército israelí, con su retórica habitual, dijo haber atacado un «almacén de armas» de Hizbulah.

Y anunció, igualmente, la muerte del comandante del grupo chií Hussein Ibrahim Kasseb en un «bombardeo selectivo» en Tiro. GARA