18 AOûT 2024 OBITUARIO En recuerdo a Paquita Bretos Andueza, pionera montañera «Paquita ayudó a muchas mujeres a cruzar la frontera por los montes de Quinto Real hasta Urepel. Las guiaba de noche como lo hiciera cualquier mugalari». Paquita Bretos, fallecida el pasado 10 de agosto, encontró en el montañismo la libertad perdida a causa del ideario fascista impuesto tras la guerra. Paquita Bretos (Jagoba Manterola | FOKU) Ana DÍEZ DE URE El pasado 10 de agosto falleció Paquita Bretos Andueza. Había nacido el 1 de septiembre del 1927 en Pasai Antxo. Paquita perteneció a una saga de mujeres que iban a vivir una guerra que las marcaría toda su vida. Pero, además, fue una mujer con conciencia de clase. Su madre, la pamplonesa Bibiana Andueza Olaiz, nacida en 1898 en la calle del Carmen, fue maestra, militante comunista y atea por devoción. Además, fue amiga personal de Julia Fernández Zabaleta, maestra nacionalista. Esa pasión política de Bibiana hizo que se presentara a las elecciones de 1936 por el Frente Popular y a ejercer como interventora. Su sororidad con las trabajadoras le llevó a enseñarles a leer, escribir y a usar métodos de contracepción, pues estas eran las herramientas de liberación personal reivindicadas por las mujeres feministas de las primeras décadas del siglo XX. Pero la guerra estaba a la vuelta de la esquina. Paquita y su madre, Bibiana, salieron de Gipuzkoa tras la toma de Donostia por los fascistas en septiembre de 1936. En esa ruta de la retirada sufrieron los bombardeos de Bilbao, Durango y el de Gernika del 26 de abril de 1937, que inspiró el famoso cuadro de Picasso. El 19 de junio de 1937 las tropas fascistas estaban a las puertas de Bilbao mientras gran parte del ejército rojo ocupaba la todavía zona republicana de Santoña, Guriezo y Laredo. Madre e hija estaban en esta zona, acompañando a su padre, el donostiarra de familia de Villafranca José Bretos Ruiz de Gauna, alistado en el batallón Larrañaga de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC-1), compuesto por milicianos del EPK-PCE e integrados en el ejército vasco. Este batallón, compuesto por milicianos de Hernani, Pasajes, Renteria, Altsasu y Bilbo, fue el primer batallón en actuar en la defensa de Gipuzkoa. Pero la desigualdad de fuerzas hizo que José Bretos, junto a muchos milicianos comunistas, se entregaran al ejército fascista a cambio de una negociación y una no menos falsa promesa de liberación. Y José Bretos acabó en un campo de concentración en Burgos desde donde fue trasladado a Trujillo. Aquí fue fusilado el 27 de diciembre de 1937 acusado, según el acta del consejo de guerra, de “Adhesión a la rebelión”. Tenía 39 años. El padre de Paquita Bretos fue una víctima más de la política de exterminio que acabó con la vida de 196 personas durante la Navidad del 1937-38 en Cáceres. Por si ello fuera poco, Bibiana, su madre, fue denunciada por una vecina de Pasajes militante de la CEDA. Por ello fue detenida el 11 de agosto de 1938 en su casa de Pasai Antxo junto a otras 10 mujeres. Fue acusada de roja, comunista y de estar afiliada a la Agrupación de Mujeres contra la guerra y el fascio, ingresando en la cárcel de Ondarreta. A Bibiana se le instruyó causa sumarísima el 11 de noviembre de 1938 y fue liberada el 29 de abril de 1940, volviendo a Pamplona a vivir con sus dos hijos. Paquita, que se había quedado sola en Pasajes tras la detención de su madre en 1938 y ya huérfana de padre, fue recogida por un amigo de su madre y trasladada a Pamplona, donde vivirá con su abuela materna. Tras la reagrupación familiar, en plena guerra y con el miedo llamando a la puerta cada día, participa -con tan solo catorce años- en las redes de evasión navarras que armaron rutas clandestinas de resistencia y evasión frente al fascismo a ambos lados de los Pirineos. Muchas de estas rutas fueron lideradas por mujeres y niñas, pues ellas pasaban desapercibidas más fácilmente. Paquita fue una de ellas. A muchas mujeres les ayudó a cruzar la frontera por los montes de Quinto Real hasta Urepel. Las guiaba de noche como lo hiciera cualquier mugalari. Pero añadía empatía y seguridad, además de ropa, comida y un refugio donde dormir a salvo. Paquita creció rápido a sabiendas de que aquellos actos heroicos podían un día acabar con su vida. Pero esa vida se prolongaría aún muchos años. LIBERTAD PERDIDA Paquita perteneció a ese grupo de mujeres vinculadas al nacionalismo y los partidos de izquierda que tras la guerra encontraron en la práctica de los deportes de montaña toda la libertad perdida a causa del ideario fascista impuesto tras ella. Paquita fue una niña marcada por la guerra que se hizo montañera casi de manera clandestina. Ella perteneció a la segunda generación de montañeras vascas que, impulsadas por los clubs de montaña renacidos tras la guerra, hicieron de la montaña su espacio de libertad y justicia. Fue una mujer moderna que en las montañas encontró ese antídoto contra la sumisión. Como otras muchas pioneras y montañeras vascas. Este atrevimiento y esta transgresión la hacen, por derecho propio, merecedora de un reconocimiento a la altura de sus grandes hazañas y vivencias. El compañerismo, el amor a la naturaleza y la libertad recuperada en cada cima conquistada a lo largo de su vida, fueron sus mejores logros, su mejor legado para las generaciones de montañeras venideras. Su compañero Ángel Olorón y ella formaron, por su manera de vivir las montañas, cercanas y lejanas, un tándem vital que hizo de ellos un referente en la Pamplona montañera del siglo XX. Su afición al monte y a la fotografía, práctica que aprendieron con Nicolás Ardanaz, han dejado un importante legado documental de sus ascensiones con más de 17.000 fotografías desde los años 40 del siglo XX. El Club Deportivo Navarra, fundado en 1943, fue en los años 60 del siglo XX el impulsor del Refugio de Belagua. Paquita Bretos participó de manera directa e indirecta en todas las fases y momentos históricos del Refugio de Belagua. Tanto en su diseño como en las fases de su construcción a lo largo de 1968 y 1969. Acudió a la primera inauguración del año 1971 y esperó con ilusión su reapertura tras muchos años de cierre en 2020. Con 93 años acudió a la nueva inauguración donde fue homenajeada. Recientemente, Paquita Bretos participó en la exposición fotográfica ‘Gailurretan izan gaitun/Nos queremos en las cimas’, que recogía la genealogía de más de cien mujeres alpinistas vascas a lo largo de cien años de ascensiones. Ella estuvo allí. Y sigue estando...