21 AOûT 2024 Tristes poemas al servicio de lo inmediato Carlos GIL ZAMORA Analista cultural La poesía es una herramienta desalmada, un sonido gutural que agrieta la niebla. Tristes poemas que no hablan de amor. Que no hablan de paz. Tristes canciones de gloria, tristes hazañas bélicas. Tristes poemas que campan por las laderas, resbalan por las orillas de los mares, al alba o en el crepúsculo sin producir nada más que ruido. En esas estaba el cantor afinando las cuerdas de su violonchelo cuando un piano seco sonó sin alegría convocando a las risas tristes de los carapintadas que intentan disfrazarse de payasos, como si atrapar esa mueca que define a la Humanidad en un gesto facial fuera una cuestión de atender al tutorial gratuito. Nunca unos zapatones desajustados tuvieron tanto poder como los de quienes no encuentran fronteras para llevar un pizca de sentido del bien, acaso una caricatura de lo que deben ser los dioses, a la devastación de las guerras. Los ojos de esos niños y niñas que huelen la muerte, que suspiran por un pan ácimo, que vieron un pastel en una foto hace muchos meses, que esperan un abrazo que se ha pedido en el bombardeo y que encuentran un hálito de vida en la sonrisa arrancada por ese payaso desdentado que ha aparecido sin anunciarse.Tristes poemas que levantan muros de palabras. Tristes.