27 OCT. 2014 La preocupación por la «móvil dependencia» de los adolescentes La nomofobia -dependencia al teléfono móvil llevada al extremo- se ha convertido en un grave problema sicológico que, en el caso de los adolescentes, ha provocado que se enciendan las luces de alarma. Estudios señalan que nueve de cada diez sufre algún tipo de trastorno. Koldo LANDALUZE DONOSTIA Sensación de ansiedad, taquicardias, pensamientos obsesivos, dolor de cabeza y dolor de estómago son algunos de los síntomas de la nomofobia -no-mobile-phone phobia- o, lo que es lo mismo, la dependencia al teléfono móvil llevada al extremo. Es el término que define al miedo a estar sin móvil y que en las últimas fechas ha adquirido una especial relevancia debido a los datos preocupantes relacionados con la gran cantidad de adolescentes que sufren esta dependencia. Concretamente, los expertos aseguran que un 71% de usuarios de teléfonos inteligentes de edades comprendidas entre los 18 y 45 años sufre algún tipo de dependencia del móvil. En los adolescentes, además, las cifras de adictos alcanza prácticamente el 85%, y los detractores de estos sistemas achacan a esta nueva «droga tecnológica» consecuencias como el fracaso escolar en adolescentes, bajo rendimiento laboral en adultos o rupturas sentimentales. En un intento por dotar de mayor profundidad a este problema, la pediatra Jenny Radesky, del Boston Medical Group y autora de una gran cantidad de estudios y artículos relacionados con el uso desmedido de teléfonos móviles, señala como una de las principales fuentes de esta dependencia a los propios padres ya que la dinámica del adulto con el teléfono afecta no solo a cuánto hablan con sus hijos sino también cómo se relacionan con ellos. Radesky indica que tras décadas de investigación, se ha concluido que las interacciones cara a cara de padres con los hijos, desde sus primeros días de vida, son muy importantes para el aprendizaje, comportamiento y desarrollo emocional. A través de la interacción cara a cara, los niños pequeños desarrollan no solo el lenguaje, pero también aprenden sobre sus propias emociones y cómo regularlas. Para subrayar sus afirmaciones, Radesky y su equipo pasaron un verano observando a 55 diferentes grupos de padres de familia y sus niños pequeños interactuando en restaurantes de comida rápida. En 40 de los 55 casos estudiados, los padres utilizaron el teléfono móvil durante la comida y muchos de ellos ignoraron completamente a sus hijos. También toparon que los niños de los padres que estaban más absortos en sus dispositivos eran más propensos a portase mal para llamar su atención y a la vez, los padres mostraban síntomas de mayor irritabilidad.