«Años de peregrinación y lucha»

Federico Krutwig ya no está, pero sigue provocando (a la reflexión)

Nombre: Federico Krutwig Sagredo. > Fecha y lugar de nacimiento: 1921, en Getxo. > Publicaciones: ``Vasconia'' (1963) es su libro más conocido, pero también escribió ``La cuestión vasca'' (1965), ``Vasconia y la nueva Europa'' (1976), ``La Nueva Vasconia'' (1979), ``Belatzeen Baratza'' (1979) o ``Computer Shock Vasconia 2001'' (1984). > Euskaltzaindia: Miembro desde 1943. > Relación con ETA: Elaboró informes para la V Asamblea de ETA (1966-67) y se considera que perteneció a la organización hasta 1975. Él sostenía que en realidad «fue muy poco tiempo». > Fecha y lugar de fallecimiento: 1998, en Getxo.

 Federico Krutwig ya no está, pero sigue provocando (a la reflexión)
Federico Krutwig ya no está, pero sigue provocando (a la reflexión)

Sobre ETA y la lucha armada

La estrategia

«Tiene más importancia positiva perder una batalla dentro de la propia estrategia, no perdiendo la iniciativa, que ganar una batalla tácticamente pero dentro de la estrategia del enemigo (...) Si tenemos presente que las guerras nunca se ganan por táctica, sino por estrategia, y que no vale la pena empezar una guerra si no se tiene posibilidades de ganarla, porque en este caso toda guerra es criminal, nunca he logrado comprender la cerrazón chusmacera de ciertos grupos guerrilleros o revolucionarios. En el caso de los pueblos de habla castellana, este defecto se ve además multiplicado por algo que es propio de la cultura española y que actúa en el mismo sentido»

«Para mí, al igual que para cualquier teórico de la guerrilla o guerra revolucionaria, por cada kilo de pólvora hay que emplear de diez a cien kilos de papel impreso».

«En la estrategia guerrillera no entra el `matar' como fin principal, como a veces sucede con la estrategia de un ejército regular, el cual intenta crear el mayor número de bajas definitivas al enemigo. Nada de esto está en la base de una justa estrategia guerrillera».

 

El «cojonímetro»

«El `cojonímetro' era en ETA una forma de expresar la predilección por la simple actividad táctica, sin darse cuenta de que las guerras se ganan por estrategia y que se pueden ganar casi todas las batallas tácticamente y perder la guerra.

Justamente tiene una importancia superior para un movimiento guerrillero, especialmente si tienen cierto predominio urbano, el dominar la estrategia. Y la aparición de los nuevos frente superiores en la estrategia es justamente tan solo una forma de llamar los registros de una actividad superior a la simple táctica. Si ya para Von Clausewitz era evidente que en condiciones normales sería muy difícil para un ejército en pie de batalla lograr una victoria sobre el enemigo dos o tres veces superior, hay que darse cuenta de que para un ejército guerrillero la posibilidad de lograr una victoria final es imposible si intenta sus triunfos por simple actividad táctica, por muy necesario que sea ejecutar irreprochablemente desde la táctica cualquier actividad.

Para el propio Carl von Clausewitz, la política -diríamos, el frente político- es la que fija las directivas de la guerra, por lo tanto es superior a la actividad incluso estratégica del Estado Mayor. Tan solo en países bananeros se puede estar pensando que la política deba ser guiada por militares. Pero como sabemos muy bien, los países bananeros, y todos aquellos con ejércitos con mentalidad bananera, tan solo son los lacayos de las grandes potencias, en las que, claro está, no hay militares bananeros, y si alguno apareciese lo pondrían inmediatamente contra el paredón.

Así pues, ante la imposibilidad absoluta de resolver la cuestión planteada por la lucha de liberación nacional por la simple táctica, es justamente necesario un grupo de patriotas quienes tienen que dominar más que los opresores de la patria oprimida las actividades estratégicas. Es decir, determinar cuándo y a quiénes se debe atacar tácticamente y cómo se deben combinar las victorias y las pérdidas tácticas, con el fin de encaminar hacia la victoria la propia estrategia, de forma que el enemigo pierda la iniciativa.

Ninguna de estas premisas se puede lograr a base del `cojonímetro', ni a base de la actividad loca, sin saber a qué fin se encamina la lucha. Como la propia actividad de Estado Mayor exige ante todo `cabeza' más que testículos, resultará que cuando los espermatozoides penetran en el cerebro en vez de los exactos neurotransmisores, lo que se logra es una pérdida de iniciativa, una catástrofe estratégica».

Sobre otras cuestiones

El Comunismo

«Existía en ETA un constante peligro de infiltración de elementos españolistas que podían desnaturalizar la lucha vasca en vez de empujarla como lo que debía ser ETA desde su nacimiento, hacia una lucha por la liberación nacional. Siempre existía una serie de `listicos', que mayormente venían con algún texto de Marx o Lenin, que habían aprendido ante todo por asimilación axilar, al pasearse con un tomo de las obras de uno de sus maestros por la mañana y la tarde; es decir, más por ese constante roce del sobaco que por lo que lograban asimilar, que siempre era muy poco. De estos héroes, que corresponden exactamente a lo que Lao Tse llamaba `idiotas con libro', hemos tenido en ETA a patadas, como también aparecen en muchas actividades culturales vascas».

«Los comunistas suelen tener mucha amplitud de espíritu para comprender los problemas nacionales cuando el opresor es un Estado diferente, pero que también a ellos les falta toda capacidad de razonar cuando el explotador es su propio Estado».

«Está bien comprobado que los obreros en ninguna parte del mundo son revolucionarios, ni aman el progreso, por más que a Marx y a Lenin se les ocurriese afirmar lo contrario. Los obreros también en Italia eran de mentalidad burguesa, y a lo que aspiraban era a convertirse en pequeños burgueses; así, cuando despotricaban contra el sistema burgués era simplemente porque habían fracasado en sus pretensiones o eran incapaces de progresar en el mismo».

Universidad pública

«¿Qué decir del País Vasco, donde no hubo una Universidad hasta los años del fascismo español, y concedida por este, y donde los conocimientos culturales de quienes son euskaldunes, si los poseen, son únicamente en castellano? Así, resulta que en la Universidad Vasca -que en vascuence, como auténticos igorrotes, la llaman Unibertsitatea (que no se muera de risa el lector que no sea vasco, puesto que el cafrismo llega hasta estos términos)-, los estudios que son dados mayormente por auténticos ignorantes están a la altura de una uniberchitate, y quienes a ellos asisten muchas veces son tan solo uniberchitarios. Muchos de sus profesores son auténticos zoketes -pongámosles la k para que sea vasco en el bantua que usan-».

«Aquí sí que el panorama es mil veces inferior al panorama de cualquier universidad española, aunque de ellas se haya también mandado muy lejos la funesta manía del pensar. Y no porque quienes mandan en el Estado no se digan `progres', sino porque esos `progres' que solamente saben hacer huelgas no tienen suficientes neuronas en el cerebro. Para el caso vasco, habría que inventarse algo así como una `bomba atómica espiritual', para acabar con tanta zaborra e ignorancia pretenciosa».

Sobre personas

Juan de Ajuriaguerra

«El señor Ajuriaguerra pretendía eternizar su dictadura sobre la causa vasca, que en aquellos momentos reunía en torno de este personaje a una serie mayormente de grises mediocridades. Era evidente que tendría que chocar con quienes, teniendo más cultura que él, más ganas de hacer algo, y sabiéndose además más capaces, como era la primera gente de ETA, no podían aceptar órdenes estúpidas de quien de la resistencia tan solo conocía a James Bond».

 

Claudio Sánches Albornoz

«El señor Sánchez Albornoz empezó a exponerme su teoría. Su gran pesar consistía en ver que en el País Vasco la resistencia avanzaba de una forma mucho más rápida que en lo que él llamaba `el resto de España'. Le pregunté qué tenía aquello de malo y si él no pensaba que podría servir como estímulo para que se derrumbase cuanto antes la tiranía franquista. De este derrumbe no parecía muy convencido el señor Albornoz. Quizá a su exilio bonaerense le llegaban otros aires. En todo caso, me expuso su grave pesadumbre, que consistía en prever que `si el País Vasco avanzaba muy deprisa en el antifranquismo y el resto de España no le seguía, entonces la dinámica de la historia iba a tener por consecuencia que ese empuje iba a llevar a la separación del País Vasco de España'. Con todo ello no solo no me hizo participar de sus pesares, sino llevarme una gran alegría, pues así comprendía que, con cuantos errores pudiésemos tener, la resistencia vasca, ya en sí, con su sola actividad, iba a llevar a la liberación de nuestra patria vasca del yugo español. Pero de todas formas me hizo comprender que aquel enjuto y endeble presidentillo era ante todo un `españolazo' y que seguramente, como ya suponía, ellos no iban a ser mejores que otros españolazos que se decían enemigos de la dictadura franquista. Y que también ellos preferían `una España fascista que una España rota'».

 

Che Guevara

«La causa de la derrota y el fin de Che Guevara ¯y con él además el fin de la guerrilla castrista sudamericana¯ está en el hecho de que la `teoría' de Che Guevara no tenía ni pies ni cabeza. Iba contra todo conocimiento militar. A Che Guevara le pasó, como es norma general en todos los sudamericanos, que pecaba de falta de cultura, de falta de conocimientos de todo, en todo. Era pues un tipo sudamericano, un latino. Así fue a probar la realidad de su teoría... y la demostró por la negativa. Confundía lo que es estrategia con táctica, y pensó que la estrategia y la política debían depender de la táctica, es decir, del grupo guerrillero (...) Y esta fue la razón por la que Che Guevara perdió y cayó, como un héroe, como un santo varón si se quiere, pero idiotamente».

Un texto póstumo que se ha dejado enfriar dos décadas

«Un día de mediados de los 90 nos citamos con Federico Krutwig en su domicilio de la Parte Vieja de Bilbao». Así empieza la nota de los editores, José Mari Esparza e Iñaki Egaña, sobre la intrahistoria de este libro póstumo. Eran «años en los que, según cuenta Xabier Kintana en su biografía sobre Krutwig, no recibía ya a nadie, ni siquiera a una limpiadora, alguien que pudiera poner orden en aquel caos del que fuimos testigos. No nos conocíamos salvo de referencias, pero nos abrió las puertas de su casa con extrema confianza, sin afeitar y en camiseta. Eso facilitó la conversación, que fue larga y provechosa, de las que no se olvidan».

«Creo que esto os interesará», recuerdan que les dijo Krutwig, mientras entregaba un original que ya tenía preparado. «Caótico desde el inicio, leímos en su primera página un título inicial, `Años de lucha', al que le había interlineado luego, a mano, `peregrinación y'. Era pues, `Años de peregrinación y lucha', la experiencia itinerante del autor de `Vasconia' en la génesis y primeros años en ETA, más en su entorno que en el seno mismo de la organización. Por supuesto que nos interesaba, y al instante nos dimos cuenta de que estábamos ante un documento de especial relevancia histórica. Sin embargo, era una obra en construcción, llena de tachones, frases superpuestas e interrogantes. El texto entero era una continua provocación».

Federico Krutwig murió pocos años más tarde, «sin que en la editorial nos hubiéramos decidido todavía a corregir y editar su libro. Al dejarnos el autor, la responsabilidad que recaía sobre nosotros era todavía mayor ya que, como cualquier editor sabe, la dificultad de meter mano a un texto que ha quedado huérfano, sin la posibilidad de contrastar con su autor, es tremenda: cómo valorar qué hubiera querido, procurar no dejarle en ridículo y enmendar sus errores o dejarlos tal cual están para los estudiosos futuros... Y todo ello, más si cabe, estando ante un texto tan caótico en la redacción y tan caliente en lo humano. Optamos pues por dejarlo enfriar y que el tiempo nos diese una mejor perspectiva». Se publica ahora, 20 años después. «Podríamos añadir la coletilla esa de que `los editores no se responsabilizan de las opiniones aquí vertidas', pero sería una obviedad. Krutwig es Krutwig. Único», constatan los responsables de Txalaparta.