Dos pueblos, dos historias, una lucha
El 17 de diciembre se dio a conocer que ya estaban de regreso en Cuba los Tres Héroes que permanecían prisioneros del imperio estadounidense! Muestra suprema de la injusticia, el Gobierno de los Estados Unidos encarceló a cinco jóvenes cubanos, por luchar contra el terrorismo, acusándolos de espías mientras que, además de ser ese propio Gobierno el principal terrorista, mantiene paseándose por las calles de Miami a reconocidos asesinos, terroristas, como Luis Posada Carriles.
Junto a la feliz noticia, también se dio a conocer que los gobiernos de Cuba y de los Estados Unidos de América habían decidido restablecer relaciones diplomáticas, y comenzar así a transitar el camino para el restablecimiento de relaciones. Nunca ha partido de nosotros acción alguna agresiva hacia ese país, igual que no partió de nosotros la ruptura de relaciones en la década de los 60 del pasado siglo. Y se inicia ahora un proceso que pondrá a prueba la voluntad de ese Gobierno, al mismo tiempo que pone a prueba la inteligencia nuestra.
Ni los gobiernos de Estados Unidos renunciarán a sus intenciones de desviarnos del camino emprendido hace 56 años, ni nosotros renunciaremos a continuar desarrollando nuestra obra emancipadora. Pero las nuevas circunstancias seguramente estarán preñadas de desafíos, en los que la pasión requiere cada vez más de la reflexión, la profundidad en los análisis, la visión estratégica, inseparables de la claridad en los conceptos que guíen nuestras acciones.
Si la construcción socialista es, como ha dicho Raúl Castro, un «viaje a lo ignoto», hoy más que nunca el acecho de las Caribdis y Escila se hace más peligroso que nunca antes. Y resulta más importante aún desarrollar la teoría, no como «recetas de cocina», como dogmas, sino como verdadera «guía para la acción» como plantearon Marx y Engels. Una teoría que nazca y se fortalezca de las historias de nuestros pueblos, de nuestras tradiciones, las experiencias y los contextos en los que cada uno nos desenvolvemos, por supuesto sin ignorar lo que otros pueblos han hecho, las experiencias de otros procesos, porque a todos nos une un mismo objetivo: dejar atrás las sociedades divididas en explotados y explotadores, las sociedades divididas en clases, y construir un mundo donde el pleno y libre desarrollo de todas y todos, sea premisa y resultado del pleno y libre desarrollo de la sociedad en su conjunto, en armonía con la naturaleza.
Con el libro «Cuba: Independencia nacional y socialismo», publicado por GITE-IPES e Ipar Hegoa (y que se puede conseguir por medio de info@gite-ipes.org), hemos querido modestamente resumir algunas reflexiones acerca de cómo después de más de cien años de luchas incesantes, Cuba logró alcanzar su verdadera independencia a partir del 1 de enero de 1959, como resultado inmediato de una revolución, liderada por Fidel Castro Ruz, de carácter genuinamente popular, heredera de lo mejor de las tradiciones revolucionarias del pueblo, que en un primer momento se llevó adelante en forma de lucha armada frente a una sangrienta dictadura, y que hoy se mantiene viva, ante el convencimiento de que de ello depende la existencia de Cuba como nación independiente.
Un elemento central en todo este proceso de luchas, que lo es hasta el presente, ha sido la unidad de las fuerzas revolucionarias. Cuando nos dividimos, sufrimos reveses. Y hoy nos mantiene erguidos, frente a la potencia imperialista más poderosa de los tiempos modernos, la unidad: logramos en 1959 empezar a construir la verdadera y definitiva independencia nacional, y en esa construcción lo esencial es consolidar los fundamentos que nos permitan seguir perfeccionando una sociedad en la que, como dijera José Martí, la «primera ley» sea el culto a la «dignidad plena del individuo», algo que en las condiciones actuales se traduce en continuar perfeccionando nuestro socialismo.
Para un investigador cubano, escribir este libro para el hermano pueblo vasco, además ser un gran honor y brindarme el placer de comunicarme con seres humanos tan luchadores y solidarios como ustedes, plantea una gran responsabilidad.
Primero, la de ser ante todo honesto, transmitiendo nuestras reflexiones de revolucionario que como científico tiene que ir más allá del análisis fenoménico. En estas reflexiones, somos críticos con nuestra obra, porque lo exige el rigor científico, y lo exige permanentemente el pensamiento que ha cultivado nuestra Revolución, enraizado en la obra de nuestros próceres de siglos de lucha, de lo mejor que hemos podido asimilar del pensamiento revolucionario internacional, y, muy en primer lugar, en la obra de Fidel Castro, genio que en todo momento ha guiado esta obra, máximo responsable de que jamás se hayan cometido errores estratégicos en estos difíciles años de transformaciones, y siempre ha sido el principal crítico de lo que hacemos.
Como revolucionarios comprometidos, no nos limitamos solo a ver las manchas, sino planteamos cómo borrarlas, y nos entregamos a ello junto a lo mejor del pueblo cubano, convencidos de que para Cuba no se puede hablar de independencia nacional, sin mantener el sentido socialista de nuestro desarrollo.
Y al mismo tiempo, sentimos la responsabilidad de exponer nuestras conclusiones como modesto resultado del análisis de nuestra experiencia, alertando siempre que no pretendemos decir a nadie cómo tiene que hacer las cosas. Los cubanos aprendimos desde el siglo XIX que tenemos que aprender de todos, pero pensar con el corazón y la mente puestos en nuestras realidades;.
Cuba hoy enfrenta grandes retos. Uno esencial: lograr un desarrollo económico que permita continuar avanzando en el desarrollo sostenible de nuestra sociedad próspera y de verdadera justicia social; lograr una economía que produzca los elementos materiales que son indispensables, pero nunca pueden ser vistos como el fin último del desarrollo social, porque la verdadera riqueza es el pleno y libre desarrollo y realización de las potencialidades de los seres humanos socializados. Se trata de erradicar deficiencias que enfrentamos en la actividad económica, manteniendo nuestros valores socialistas, tarea nada sencilla en un contexto de globalización neoliberal, y un predominio de relaciones de capital, independientemente de los pasos que se vienen dando en particular entre las naciones de América Latina en aras de nuestra integración, cuya máxima expresión es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América y el Tratado de Comercio de los Pueblos, iniciativa de Chávez y Fidel, respaldada por Evo Morales y otros líderes latinoamericanos.
Hemos vivido más de 50 años bajo la presión del más férreo y duradero bloqueo que nación alguna enfrentara en tiempos de paz, y todo indica su rápida desaparición. Esto abrirá enormes posibilidades a nuestro proyecto emancipador, pero no podemos cerrar los ojos ante los efectos negativos que también traerá consigo. Para empezar, hay que agradecer la «honestidad» del Presidente Obama en su intervención anunciando este reinicio de relaciones, en la cual explícitamente ha insistido en el interés de cambiar nuestra sociedad, y que asimilemos los valores de la sociedad norteamericana.
Si hasta hoy el bloqueo, la guerra económica de los EEUU contra Cuba, ha sido un gran obstáculo para nuestro desarrollo, hoy más que nunca se precisa abrir los ojos ante la manzana envenenada, defendiendo con pasión e inteligencia un proceso de normalización de relaciones que tiene que llevarse adelante sobre la base de la no injerencia en nuestros asuntos internos, y abriendo los ojos y la mente a la realidad de que las relaciones de capital ejercen su influencia, y no podemos permitirnos ingenuidades.
Hoy más que nunca es válido que «una revolución vale lo que sabe defenderse». Y hay que defenderse con las armas cuando es preciso, pero mucho más importante es defenderse con las ideas, con claridad en los conceptos, con claridad en los objetivos y como avanzar hacia su cumplimento.
Como nos alertara Martí, tenemos que estar bien claros que hoy se agudiza la guerra de pensamiento del capital contra el futuro necesariamente socialista de nuestro pueblo, tenemos que prepararnos para esta guerra, y solo tenemos una alternativa: ¡venceremos!
Euskal Herria y Cuba compartimos muchos años de luchas, en condiciones muy difíciles, pero siempre con la fortaleza que nos dan los valores morales, el saber por qué se lucha, y el sentido verdaderamente humano de la lucha.
Por eso guardo siempre al pueblo de Euskal Herria en un espacio especial de mi mente y mi corazón. Brindamos nuestros análisis de la experiencia propia, de nuestros logros y errores, con la seguridad de que ustedes ya están construyendo su propio camino y reiterándoles que ¡siempre pueden contar con nosotros!