GARA Euskal Herriko egunkaria
GRAN MARCHA EN BILBO CONTRA LA DISPERSIÓN

Masiva protesta contra la inhumanidad carcelaria

La suma de las pequeñas luces que alumbraron unas 80.000 personas en las calles de Bilbo, entre La Casilla y el Ayuntamiento, mostraron que gracias al trabajo en común es posible que la reivindicación de los derechos humanos de los presos y sus familiares llegue a todo el mundo. «Contagiémonos de una idea: acabar con la dispersión es posible», subraya Sare.


Decenas de miles de personas (unas 80.000 según el recuento de GARA) se reunieron ayer en el centro de Bilbo para reivindicar el respeto de los derechos humanos y el final de la dispersión, respondiendo a la convocatoria de Sare. En torno a las 19.00, tras hora y diez minutos de doble manifestación, quienes colapsaban el entorno de Zabalburu y las dos principales arterias que confluyen en la plaza, comenzaron a agitar las pequeñas señales luminosas que se habían distribuido entre los asistentes, junto a unas bandas luminosas que conformaban la palabra «Now», a las que se sumaron espontáneamente cientos de móviles.

Era la muestra gráfica de que la suma de voluntades, la misma que hizo posible el nacimiento de Sare, puede ser definitiva para lograr que se respeten los derechos humanos de los prisioneros dispersados por decenas de cárceles españolas y francesas, y de sus familiares. «Contagiémonos de una idea: acabar con la dispersión es posible», sentenció Fermin Muguruza que, junto a Saroi Jauregi, se habían encargado de dirigir el acto final, subrayando la importancia de trabajar en red.

«Una red ciudadana que aúne sensibilidades diversas, que vaya más allá de siglas y objetivos políticos concretos», señaló el músico irundarra, que alentó a tejer voluntades y profundizar en el espíritu de Sare: el acuerdo y no la confrontación.

La movilización de ayer fue un reto pero, como se encargó de recordar Jauregi, el siguiente al que se enfrentan los sarekides es distribuir los 500.000 libros que explican la realidad de la actual política penitenciaria por todo el mundo, partiendo de los pueblos y barrios de cada una de las personas dispuestas a implicarse en esta batalla. Volvió a repetir que en esa labor es fundamental la implicación de todos, lo mismo que para acabar con la dispersión.

Esa realidad la conocen muy bien los cientos de familiares de los presos que acudieron al Botxo. Ellos fueron protagonistas de la multitudinaria movilización, encabezando las marchas que partieron en torno a las 17.50 de La Casilla y el Ayuntamiento, abriéndose paso por las calles Autonomía y Buenos Aires gracias al ariete en que se convirtieron las furgonetas de Mirentxin que semana tras semana les sirven para recorrer en su conjunto miles y miles de kilómetros para estar durante unos pocos minutos con los encarcelados.

No lo tuvieron fácil las ocho hileras, cuatro por cada columna que trataban de hacerse espacio, con sus quinqués a la cabeza, entre las miles de personas que aguardaban en las aceras para ocupar la calzada en la singular manifestación convocada por la red ciudadana por los derechos de los presos.

Sus primeros pasos fueron respondidos por los aplausos de los congregados, que se intensificaron a cada metro que iban cubriendo camino de Zabalburu entre gritos de ``Euskal presoak etxera''.

La columna de Autonomía no tuvo excesivos problemas para alcanzar la meta fijada, pero no pasó lo mismo con la que procedía de la casa consistorial bilbaina, a la que le costó más ocupar parte de la calle Hurtado Amezaga. El trabajo de los 800 voluntarios resultó clave, al igual que el importante operativo técnico desplegado por la organización, que trató también de hacer más fácil el trabajo de las 130 personas acreditadas de medios de comunicación, algunos de ellos venidos de fuera de Euskal Herria.

Detrás de los familiares se situaron dos grandes pancartas con los lemas ``Etxera'', en el caso de la que recorrió Autonomía, y ``Amnistía'', en la que se quedó en Hurtado Amezaga. Al paso de la marcha, junto a la plaza Circular, varias personas se concentraron con una pancarta en memoria de las tres militantes del PKK muertas hace dos años en París.

Palabra para los familiares

En el acto final desarrollado desde el escenario de Zabalburu, desde Sare se dio voz a dos familiares que -en euskara, francés y castellano- volvieron a reclamar ante decenas de miles de personas reunidas en Bilbo el fin de la actual política penitenciaria de los estados.

Maite Mangado incidió en los miles de kilómetros que se ven obligados a cubrir para estar con sus hijos, padres o tíos y subrayó que, «por ley, a los presos vascos les corresponde estar en Euskal Herria. Por humanidad, les corresponde vivir al lado de sus seres queridos. En aras de la paz, les corresponde estar cerca de toda la ciudadanía vasca. Ahora».

Hegoa Arakama destacó el «castigo» que soportan y como son víctimas de la injusticia y de la venganza. Enfatizó que la vulneración de derechos de sus familiares va «en contra de la paz». Por todo ello, repitió que es necesario que los presos emprendan el camino de vuelta a sus hogares y que, para lograrlo, para superar a la dispersión, es importante la participación activa de todos, invitando a sumarse a la tarea.