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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Pánico escénico


Terminada la primera vuelta, la sensación de derrumbamiento es total. El equipo ha consumido casi todo su crédito en apenas medio curso, como ya sucediera hace dos temporadas, aunque el actual contexto presenta dos matices relevantes, uno referente a lo deportivo, y otro a lo institucional. En lo relacionado con el césped, si por aquel entonces el peso de la responsabilidad cayó casi en exclusiva sobre los hombros de Bielsa y sus exigentes métodos de trabajo, definidos por algunos como tiránicos, y que en teoría estaban generando un desgaste brutal en la plantilla tanto en el plano físico como sobre todo a nivel psicológico, esta vez la carga de la prueba está más repartida. Valverde es un tipo normal, sereno y pausado, un mirlo blanco para la prensa, un entrenador con buen trato con los jugadores, poco dado a las revoluciones, alérgico a los cambios de sistema y las rotaciones, eficaz en su trabajo y poco estridente.

Pese a que parece que se le ha terminado la bula papal y ya se cuestiona abiertamente su empecinamiento en Balenziaga o su supuesto inmovilismo táctico, el actual técnico del Athletic no es un paraguas sobre el que los jugadores puedan esconderse, como hicieran de mala manera hace dos temporadas. Saber qué conclusiones extrajeron de aquella experiencia, si aprendieron a identificar los resortes dramáticos de una pesadilla, los mecanismos de dónde, cómo, cuándo y acompañados de qué música llegan los sustos, o simplemente les sirvió para refrendar la idea de que Bielsa era el malo de todas las películas de terror y ellos los que pasaban por allí, puede determinar la respuesta que sean capaces de dar a este nuevo e inesperado entuerto. Aunque tampoco convendría olvidar que la plantilla ha ido menguando de efectivos sin que el mercado o la pericia de los responsables deportivos hayan podido encontrar solución alguna a la estampida escalonada de jugadores determinantes. Convendría aclarar el papel de Amorrortu en este sentido, y ya puestos, dar una explicación de las guerras púnicas y casi públicas en Lezama.

Y es en este punto donde la tramposa contradicción que vive a día de hoy el Athletic se manifiesta con mayor crudeza: a medida que la situación se vuelve más delicada y convendría dejar de lado cualquier debate extradeportivo, se acerca la fecha de presentar candidatura. Y si cuando Urrutia envidó con la fecha de las elecciones daba la sensación de que lo hacía con la certeza de que no tendría rival, a día de hoy tal decisión podría explotarle en la cara. Y por añadidura a todos nosotros.