07 FéV. 2015 RUGIDOS ROJIBLANCOS Elecciones, no se trata de fechas Beñat ZARRABEITIA Kazetaria El ecosistema rojiblanco, más calmado tras la clasificación para semifinales de Copa y el triunfo ante el Levante, se vio alterado ayer tras la petición por carta del expresidente Fernando García Macua de retrasar las elecciones a junio. El abogado emitió dicha misiva sin confirmar si tiene intención de volver a concurrir, aunque es plenamente consciente de que apenas tendría opciones de ganar. Lejos quedan los tiempos en los que García Macua contó con el apoyo implícito o explícito de personajes influyentes o poderes fácticos del herrialde. Eran los tiempos de la burbuja inmobiliaria y la opulencia institucional. Avalado por el entonces todopoderoso empresario Jabyer Fernández, y apoyado por José Luis Bilbao, Macua se impuso en las elecciones. Llegó en un momento complicado para la institución, por lo que emprendió una importante remodelación de la plantilla donde siempre encontró la colaboración profesional de Gorka Arrinda. Con Caparrós al frente, el Athletic logró volver a una final de Copa y obtuvo el billete para Europa, pero tras cuatro años una gran parte de la masa social había bajado el pulgar. La decisión estaba tomada, las dos formaciones más importantes del territorio lo tenían claro, la entidad necesitaba un nuevo rumbo. Se acababa la época donde una casta endogámica de directivos había repetido mandatos en base a su capacidad para manejarse entre bambalinas. Macua y Caparrós salían del club por la puerta de atrás. Bajo esa premisa se puso en marcha una candidatura comandada por un antiguo jugador con predicamento entre la afición. Tras barajarse el nombre de Genar Andrinua, Josu Urrutia fue el que dio el paso. Sus principales bazas pasaban por los deseos de cambio, el apoyo de las citadas familias políticas y la figura de Marcelo Bielsa. El argentino, referente de carácter mundial, llegó a ser denostado por García Macua en declaraciones públicas. Hoy, en 2015, el Athletic ha recobrado la normalidad, Bielsa es un ídolo para gran parte de la afición y la imagen pública de los apoyos que en su día tuvo Macua -Bilbao, Fernández y Arrinda- está por los suelos. La gestión de Urrutia cuenta con claroscuros, pero también supera holgadamente a la de sus predecesores en lo positivo. Lo más destacable son los resultados deportivos de la mano de Bielsa y Valverde, las renovaciones de futbolistas como Laporte, Muniain o Iturraspe, el final de esquemas de negociación que beneficiaban a agentes y perjudicaban al club, la situación económica derivada de ventas por el montante total de la cláusula o el último contrato televisivo -los tres elementos suman casi 125 millones- la normalidad o el ejemplar traslado del antiguo al nuevo campo. Dicho esto, no todo es de color de rosa, ya que resulta sangrante el nulo tacto de la Junta respecto a la familia Cabacas o su excesiva dependencia hacia los sectores políticos dominantes en Bizkaia. Algo que se escenificó con el asunto de Balzola y la poca empatía respecto a otros apoyos sociales que Urrutia tuvo en campaña. Los cambios en Lezama, que se dejarán ver a medio plazo, y la mala política comunicativa son otros puntos opacos. Cuestión que se hizo notar en el affaire de Llorente o la bronca de Bielsa en Lezama y que lastra el carisma social del presidente. La decisión de sacar las elecciones del bazar de nombres y de golpes de efectos de carácter populista resulta acertada. El Athletic necesita normalidad y ambición, elementos que ha recuperado en los últimos años, siendo referente de acción para una generación que había convivido con la mediocridad. El club debe hacer las cosas con sencillez, sin ruido. Por ello, quienes tengan ideas y un proyecto sólido, lo pueden presentar en cualquier momento. No se trata de fechas, hablamos de formas de entender el club.