23 FéV. 2015 Athletic La salida de Williams reactivó al equipo y el gol de Aduriz premió el esfuerzo Esa es la actitud Dominaron la pelea por el balón y más por fe que por juego ganaron en casa en Liga tres meses después. Joseba VIVANCO ATHLETIC 1 RAYO 0 El rico ideario filosófico de Marcelo Bielsa sostenía que «ninguna situación es una excusa para no aspirar a ganar un partido». Ayer no hubo excusa alguna para no ganar el partido. Ni marrar dos clamorosas ocasiones de gol en una igualada primera mitad, ni los continuos y descarados agarrones en las áreas a San José o Aduriz, ni un línea que probaba con los rojiblancos si su banderín funcionaba con cada fuera de juego dudoso -birló un golazo a Rico en la primera mitad-, ni un colegiado digno de pasar el control antidopaje y capaz de desesperar a los mismísimos Teletubbis... Nada fue excusa. Porque la actitud que se pide a los leones, más allá de la fluidez de su juego, más allá de su puntería, de su acierto, es esa. La de ayer. La de Laporte en la primera mitad defendiendo o pisando el área rival si se tercia, la de San José en la segunda barajando juego, la de Balenziaga al creer que el gol era posible, la de Aduriz para no bajar nunca los brazos, la del prometedor Williams cuando uno salta del banquillo a comerse el pasto... Incluso la de un Susaeta al que algunos pitaron cuando fue cambiado pero que se dejó hasta la última gota de sudor y participó casi en cada jugada de ataque más allá de estar afortunado o no. Fuera por insistencia, por fe, por necesidad, por urgencias, el Athletic ganó y de manera merecida. Tres meses acumulaba el conjunto rojiblanco sin saborear las mieles del triunfo en casa en la competición doméstica. Demasiado tiempo para cualquiera y mucho más aun para un equipo acostumbrado a hacerse fuerte en su feudo. Así que lo de ayer, por sí solo, ya es noticia. Y a falta de menos de cinco minutos para el final, más los inexplicables tres de prolongación que Fernández Borbalán se inventó para cabreo hasta del propio Ernesto Valverde, aquello parecía abocado a un empate a cero que no iba a hacer justicia y dejaba a los bilbainos con un palmo de narices. Pero la salida de un descarado Williams, que lo mismo remata a los diez segundos de pisar el verde, o se marca un sombrero de espuela, o tira vertiginosos desmarques o decide perder tiempo junto al banderín de córner rodeado de rivales, reactivó al Athletic en el tramo final y vio premiada su actitud en la insistencia de Balenziaga para ganar el balón y la de Aduriz para estar siempre ahí, presto a enchufarla. «¡Aritz!», invitaba a todo volumen la megafonía de San Mamés, «¡Adurizzzzz!», atronaba la grada ya sí, volcada con la victoria. Porque esa es otra. La actitud de un graderío frío como la misma tarde en la capital bilbaina, que no despertó hasta entrada la segunda mitad y, como casi siempre, por las decisiones arbitrales. En fin. La salida de Williams, clave Seis cambios introdujo Ernesto Valverde con respecto al partido europeo en Turín. Un once más o menos previsible, eso sí, con De Marcos y Beñat en el banco, y oportunidad para el chaval Unai López de mediapunta, que llevaba dos partidos sin aparecer. Los primeros diez minutos fueron un ir y venir, de área a área y tiro porque me toca. Fútbol sin ataduras, pendiente solo de ver quién daba primero. Aduriz remató flojo un cabezazo a los tres minutos, al siguiente le puso una asistencia de oro a Unai que el donostiarra orientó mal, fuera, con todo para rematar. La réplica la daba el francés Kakuta por dos veces. El encuentro estaba bonito, disputado, abierto, y la clave era el dominio del balón. Lo tuvo primero el equipo de casa, pero lo cedió después y ahí perdió fuelle arriba. Aun así, Laporte tuvo el gol en su testa pero el veterano Toño le sacó el cabezazo a bocajarro cuando ya se cantaba el gol. El juego estaba equilibrado, Iraizoz, inexplicablemente dubitativo en las salidas toda la tarde, casi la lía en una acción en que dejó su marco desguardado. No había un dominador claro, el Athletic llegaba bien con sus cambios de juego aprovechando la sorpresa de Iraola por banda y el Rayo trataba de contragolpear con peligro. A la media hora, Valverde sorprendía con el cambio de un más sorprendido aun Unai López por De Marcos, no por demérito del chaval sino buscando, aclararía luego, aprovechar el juego en largo al que los de Vallecas les abocaban con su defensa tan adelantada. El Athletic despedía el primer tiempo con un remate frustrado de Susaeta y un cabezazo forzado de un incansable Rico. Ganaba en posesión, ganaba en remates, pero el luminoso seguía sin moverse. Un equilibrio que los rojiblancos decidieron romper en un segundo tiempo en el que más por actitud que por fútbol superaron a los rayistas, que apenas intimidaron a Iraizoz y vieron cómo la batalla por la pelota caía del lado bilbaino. Este equipo de Paco Jémez sin balón no es lo mismo. Y eso que todo pudo haber tomado otro cariz si Leo Baptistao no hubiera desperdiciado un claro dos para uno al poco de reanudarse el juego, quizá en uno de los pocos desajustes de la zaga local. A partir de ahí el Athletic se volcó, tiró de urgencias, bombeando balones a un área rival en la que a San José le hicieron un claro penalti, jugada a partir de la cual el mojigato público despertó y la tomó con el rosario de despropósitos del trencilla. Los rojiblancos se liaron la manta a la cabeza y fueron a por el partido. La salida de Williams por un desacertado Muniain, clave. Fue como un lingotazo de Red Bull. Suyos fueron un par de remates dentro del área que Cristian, el sustituto del lesionado Toño, se encargó de desbaratar. No había manera. Faltaban diez minutos y el Athletic ya llevaba sumados once remates, cinco de ellos entre los tres palos. Todo parecía abocado a acordarse de aquel mal remate de Unai López, del cabezazo de Laporte e incluso del gol legal anulado a Rico, vaselina y poste incluido. Y en eso llegó un rechace en el área visitante, Balenziaga aprieta y la gana, cede a Aduriz, que la aguanta, se la devuelve al lateral, que centra pegado a la línea de cal, ataja un defensor, el rebote lo cabecea el de Zumarraga con la fortuna de que llega a pies de Aduriz que la enfila entre un mar de dudas. Minuto 85. Apretar los dientes, amarrar los puntos y final. Los emotivos abrazos entre los jugadores rojiblancos sobre el césped valían más que mil palabras. Victoria tres meses después. Con actitud. Con trabajo. Merecida. Ahora, como sostenía el rico ideario filosófico de otro técnico de campanillas, Louis van Gaal, «la victoria es el paso hacia la siguiente victoria. Un equipo vencedor ha de tener la mentalidad de que ganar es lo normal, no algo excepcional». A ver si es verdad y se aplican el cuento. Valverde: «Williams tiene algo en el área, huele el gol» Ernesto Valverde era un hombre satisfecho. Respiraba. Contento por una victoria «merecida» y «fundamental» al tratarse de un «rival directo como el Rayo Vallecano», al que han conseguido superar en la clasificación. «Este partido estaba marcado en rojo, porque era fundamental la victoria. Ha sido una victoria muy trabajada y difícil porque hemos llegado muchas veces y creo que podíamos haber resuelto antes, pero no hemos estado acertados en la finalización. Ha llegado a última hora y así incluso sabe mejor», valoró. «Pero hemos merecido ganar», defendió. Valverde, por otro lado, ha señalado que el cambio de Unai López antes de finalizar la primera parte ha sido estrictamente táctico ya que veía que «el Rayo tiraba la línea defensiva muy arriba, veía que no cogíamos mucho juego en el mediocampo y el partido estaba para meter balón al espacio y correr, y para eso teníamos a De Marcos, que es un especialista. No ha sido demérito suyo -Unai-, sino una decisión mía porque pensaba que nos podía venir bien otra cosa», aclaró el entrenador rojiblanco, que prefirió no hablar del arbitraje, aunque reconoció que se viven «momentos de tensión alto y los puntos significan mucho». Txingurri no pudo evitar referirse a los minutos de Williams, del que alabó «tiene mucha energía, sabemos que cuando tenemos el balón podemos jugar al espacio con él, ha entrado bien al partido, como en Granada, y siempre tiene una ocasión... Tiene algo en el área, huele el gol». El técnico confirmó que, de momento, seguirá en el primer equipo. J.V.