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Netanyahu maniobra para impedir la formación del nuevo Gobierno en Israel

La coalición de Gobierno que logró formar en el último momento el opositor Yair Lapid aún no puede cantar victoria. Benjamin Netanyahu y su partido maniobran para atrasar la votación del Parlamento que la apruebe y provocar deserciones entre los diputados de derechas.

Yair Lapid, Naftali Bennett y Mansour Abbas firman el acuerdo de coalición. (AFP)
Yair Lapid, Naftali Bennett y Mansour Abbas firman el acuerdo de coalición. (AFP)

Israel se acerca al final de una era después de la formación en el último minuto de una frágil y heterogénea coalición que podría expulsar del poder en los próximos días a Benjamin Netanyahu, el primer ministro más duradero de la historia del país. Si sale adelante, Netanyahu será sustituido por un primer ministro aún más a la derecha, Naftali Bennett.

El ultrasionismo religioso, un discurso de aún más mano dura contra los palestinos, la defensa de la anexión de Cisjordania o el neoliberalismo económico marcan la carrera de Bennett. Con un partido de solo 7 escaños de 120, Bennett, exsocio de Netanyahu, obtendrá la Jefatura del Gobierno durante los dos primeros años de legislatura, que en 2025 pasará al urdidor de la coalición, Yair Lapid.

Pero las firmas de los partidos no son suficientes ni vinculantes. La coalición debe aún obtener el voto de confianza de la mayoría de los diputados de la Knesset, el Parlamento israelí. 

La convocatoria de esta votación está en manos del presidente del Parlamento, Yariv Levin, del Likud de Netanyahu, quien podría verse tentado a retrasarla con la esperanza de que algunos electos se arrepientan.

Es lo que la coalición teme y por ello Lapid le ha instado a convocar la sesión cuanto antes. También se plantea reemplazarlo para evitar los retrasos.

De hecho, Netanyahu presiona para conseguir algún desertor entre los diputados de Yamina o Nueva Esperanza. «Todos los parlamentarios elegidos gracias al apoyo de la derecha deben oponerse a este peligroso Gobierno de la izquierda», ha afirmado. Al menos uno de los siete diputados del ultraderechista Yamina ya ha retirado su firma de la petición del bloque opositor para votar el lunes un nuevo presidente del Parlamento.

Netanyahu se ha reunido, además, con miembros del Consejo Yesha, que aglutina a los líderes colonos de Cisjordania, para abordar maneras de frustrar la creación del nuevo Ejecutivo. La derecha israelí está dividida entre quienes ven en el pacto una traición y los que lo aceptan con tal de ver por fin fuera del poder a Netanyahu, enjuiciado por tres cargos de corrupción y que no podría usar su influencia para tratar de aprobar una ley que lo proteja.

La insólita novedad de Raam, el islamismo que gobernará con la extrema derecha sionista

La participación de la formación islamista Raam de Mansour Abbas en la coalición de Gobierno en Israel es una insólita novedad en un Estado que se define como judío y donde la minoría palestina  –cerca del 20%– vive discriminada. En 1992, los diputados palestinos apoyaron una coalición laborista en el contexto del proceso de paz, pero sin participar en el Ejecutivo ni involucrarse en las negociaciones.

«No solo estamos presentes en la Knesset, hemos obtenido la legitimidad para influir en el sistema político israelí. Esto nos deja la puerta abierta de par en par para influir en las políticas y decisiones por el bien de todos los ciudadanos del Estado y, especialmente, de los ciudadanos árabes», se ha felicitado Abbas en la radio del Ejército israelí.

Antes de las elecciones de marzo, Abbas ya rompió un tabú al decir que estaba listo para trabajar con Netanyahu para ayudar a su comunidad y decidió dejar la Lista Conjunta de partidos palestinos para competir por su cuenta.

Raam asegura que ha conseguido un presupuesto de millones de shekels para la comunidad palestina, el puesto de vicepresidente del Parlamento y la presidencia de un comité. «Es la primera vez que un partido está dispuesto a renunciar a un cambio de políticas sobre el principio de igualdad (entre palestinos y judíos) y se da por satisfecho con la asignación de fondos», explica Amal Jamal, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv, que estima que es un pobre balance cuando la coalición necesitaba desesperadamente sus votos. Abbas lo hizo porque cree que los cambios políticos a favor de los palestinos «no se pueden hacer de repente, sino de forma gradual», indica. Pero con cuatro diputados nunca tendrá poder suficiente, estima Jamal.

Los demás partidos palestinos lanzaron sus críticas de inmediato: «Legitima una política que niega los derechos de los palestinos»; Derrocar a Netanyahu no justifica aliarse con «un gobierno de derecha por excelencia, que no representa un cambio real».