Un menor coste económico fortalece el plan de residuos de Gipuzkoa
La Diputación de Gipuzkoa presenta un nuevo sistema basado en su reciclaje, compostaje y depósito en espacios degradados, cuyo coste se cifra en 200 millones menos que el de la incinerador.
La Diputación de Gipuzkoa hizo ayer pública su propuesta para la gestión de los residuos, un documento de casi 80 páginas titulado «Estrategia de desarrollo del documento de progreso 2008-2016». El diputado foral de Medio Ambiente, Juan Carlos Alduntzin, compareció en sesión informativa en las Juntas Generales acompañado por cuatro de los cinco expertos que han redactado este plan: Martin Steiner, Laia Valenzuela, Frederic Puig y Joan Marc Simón.
Como primera premisa, Valenzuela subrayó que «es necesario incrementar la recogida orgánica, ya que estamos a niveles muy bajos, muy lejos de estándares europeos». Actualmente, el orgánico solo se recoge de manera selectiva con el puerta a puerta o el quinto contenedor, si bien este último sistema queda a voluntad de los usuarios. El objetivo del nuevo plan es alcanzar el 60% en 2016 y el 75% en 2020.
En lo referente al compostaje, se construirían seis nuevas plantas, una por mancomunidad, excepto en Debabarrena y Urola Erdia, que compartirían instalación. Estas se sumarían a la actual planta de Lapatx. Está previsto que los tres vertederos de Gipuzkoa (Lapatx, Urteta y Sasieta) cierren en 2014.
Además, en Zubieta se edificaría una planta de digestión anaeróbica (biometanización). Este sistema consiste en la descomposición de la materia orgánica en ausencia de oxígeno, obteniendo biogás, que puede utilizarse para producir energía eléctrica -el austriaco Martin Steiner aseguró que alcanzará el mismo potencial que la incineradora-, y digesto de materia orgánica, que posteriormente ha de ser compostado.
La fracción resto y el TMB
En cuanto al tratamiento de la fracción resto, se plantean tres plantas de tratamiento mecánico-biológico (TMB) -una grande en Zubieta y dos más pequeñas en Sasieta (Beasain) y Urola Erdia-, cuyo objetivo es «maximizar la recuperación de materiales reciclables y la estabilización biológica del residuo primario».
«A pesar de ello -se especifica en el informe- el rendimiento ofrecido por estas plantas es muy inferior al que se obtiene mediante el incremento de la recogida selectiva. La mejor tecnología existente son las personas, y por mucha tecnología que se incluya nunca se conseguirán los resultados obtenidos mediante sistemas de recogida selectiva eficientes».
El conjunto de infraestructuras se completaría con una planta de tratamiento de envases ligeros -a sumar a las de Urnieta y Legazpi- y un centro de investigación y estudio de la fracción resto. Ambos edificios se construirían también en Zubieta, que sería el centro de una red que se extendería por todo el herrialde, en una apuesta por la proximidad que reduzca los costes de transporte y las emisiones de CO2.
Tratada la fracción resto, los residuos estarán estabilizados biológicamente -residuos inertes-, viendo además reducido su tamaño considerablemente. El proyecto plantea que sean embalados para su posterior utilización como «relleno» para la restauración de espacios degradados -como por ejemplo canteras en desuso-, que una vez completados se recubren para recuperar el paisaje original. Experiencias similares existen en lugares como el Trentino (Italia) o Catalunya.
Casi doscientos millones
En el aspecto económico, la propuesta requiere de una inversión de 182.675.000 euros, frente a los 380 millones para el programa que contempla la incineración. «La inversión tiene la peculiaridad de estar más diferida en el tiempo, sobre todo en lo relativo al capítulo de recuperación de espacios degradados. Teniendo en cuenta estas consideraciones, las necesidades de financiación van a verse reducidas drásticamente, con lo que la presente estrategia contribuirá a la reducción de endeudamiento del conjunto de las administraciones y organismos públicos», añade el texto.
Laia Valenzuela comentó que la incineradora es una planta de flujo constante que necesita ser alimentada de continuo para no convertirse en una infraestructura sobredimensionada que necesitaría importar residuos.
El proyecto de la Diputación generaría unos 120 puestos de empleo directos, repartidos por las diferentes comarcas de Gipuzkoa. Además, que esté diseminado supone, a juicio de los expertos, que la ciudadanía conozca más de cerca el proceso.