Escocia volvió a madrugar para ir a trabajar tras su noche más larga
La población escocesa afrontó el 18 de setiembre de 2014 con la opción en sus manos de cambiar el futuro de su país, se metió a la cama tras haber depositado su opinión en una urna y despertó ayer para seguir trabajando. Entre tanto habían conocido el destino.
A primera hora de la mañana, recién anunciado el resultado favorable al unionismo, las calles de Edimburgo presentaban exactamente la misma estampa que cualquier otro día del año. La niebla baja, la lluvia y el tráfico ponían telón de fondo a las prisas de la población local para llegar a sus lugares de trabajo o universidades. Nada de celebraciones, ni Union Jacks ondeando en coches que hacían sonar su bocina. Pese a que todavía algún rezagado mantenía su chapa «Yes» colgada de la sudadera, la mayoría optó por dejar a un lado los símbolos de una y otra campaña, como respuesta a la petición del todavía ex primer ministro escocés Alex Salmond de «crear el futuro como pueblo», tras haber tomado la decisión también como pueblo.
Y en esas se encontraba Escocia. La Universidad de Edimburgo mostraba el ajetreo de cualquier mañana universitaria, pese a ser jornada post-referéndum y viernes. Los jóvenes corrían a clase, tratando de no llegar tarde. Jóvenes como Jamie McLaren, estudiante de Ciencias Políticas, que se mostraba contrariado. «Realmente esperaba que la gente ayer le hubiera dado a Escocia el cambio necesario», comentaba este vecino de Edimburgo. Apuntaba que al principio de la campaña se decantaba por votar No, pero que «la campaña negativa y de atemorización» de Better Together le hizo cambiar de parecer y al final votó independencia.
Buen conocedor de la historia política de su país, no se mostraba seguro de que Westminster cumpla su palabra de ofrecer una verdadera devolución de poderes a Holyrood. «No me fío nada. Ya utilizaron esta estrategia en el referéndum de 1979 y luego fue todo lo contrario, tuvimos que soportar las políticas de Margareth Thatcher».
«Demasiados riesgos»
Las prisas de la mañana, tras una noche tan larga, no hacían fácil parar a los estudiantes, muchos de ellos reacios a comentar la jugada de la víspera, como deseosos de pasar página. Contrastaba con los debates vivos que se han podido ver en la calle a lo largo de estos últimos días entre partidarios de una y otra opción, que discutían en buena sintonía sus respectivos argumentos.
Sí quiso hablar la estudiante de medicina Christie Madison. Inglesa pero residente en Edimburgo desde hace más de tres años, pudo ejercer su derecho a voto y tomó parte en la decisión del pueblo escocés: «Nadie es más fuerte por separado, juntos estamos mejor», aseguraba. Desde su punto de vista, la independencia no es viable para una nación como Escocia, a la que considera demasiado pequeña: «Suponía tomar demasiados riesgos y nadie te podía asegurar que lo que el Gobierno escocés prometía se iba a cumplir», valoraba.
La tarde llegó acompañada, además de por el anuncio de dimisión futura de Salmond, por cierto revuelo creado al anunciar la BBC que el líder laborista, Ed Miliband, no ve clara la devolución de poderes prometida por Cameron. Esta futura médica tampoco veía clara la opción de ofrecer más capacidades al Parlamento escocés: «No sé, creo que es un paso más que busca la ruptura del Reino Unido, pienso que las cosas se pueden hacer mejor tal y como estamos ahora», estimaba.
Oportunidad perdida
La sensación generalizada es que el independentismo se ha mostrado superior a pie de calle, pero el unionismo ha ganado la batalla de las urnas. Pese a haberse desayunado con una clara victoria de la opción de la unión, la capital escocesa seguía mostrando el mismo panorama. De nuevo quienes votaron por el mantenimiento del Reino Unido eran más reacios a hablar. Ni la victoria facilitaba recoger su opinión.
Por contra, los independentistas, incluso sin necesidad de preguntar, mostraban su decepción ante la oportunidad perdida. Tim Collins, taxista que realizó durante la noche el trayecto entre el centro de Edimburgo y el lugar de recuento en las afueras de la ciudad, no dudaba en lamentar la «ocasión desperdiciada». Sin embargo, admitía que era lo que el pueblo había decidido y destacaba que un 45% de los votos es una gran masa que apuesta por otro futuro: «Escocia ha demandado el cambio, no con la suficiente fuerza, pero lo ha hecho. Y Londres debe responder ante ello».
Había quien se mostraba satisfecho, quien se resignaba y también quien no podía creer que Escocia no hubiese aprovechado el momento para convertirse en un Estado. Por encima de ello, la tranquilidad reinante reflejaba a la perfección lo asumida que tiene esta sociedad la decisión política. De hecho, las calles de la capital caledonia estaban vacías a medianoche y los pocos que siguieron la noche electoral despiertos lo hicieron en la intimidad de sus casas.
Menos asumido tenía el resultado Phyilis Hutchison. Originaria de Glasgow, paseaba a su nieta por la espectacular Royal Mile de Edimburgo, lamentando la opción que habían perdido de «dar un futuro mejor» a las siguientes generaciones.
«Estoy realmente disgustada. ¿Cómo estarías tú si tuvieses un vecino que viene a casa solo para robarte dinero y encima le debes poner buena cara?», espetaba. De todos modos, coincidía con la idea del taxista de que la votación no ha sido, ni mucho menos, en vano. «Debe servir para que el Reino Unido despierte y vea que la sociedad escocesa demanda lo que es suyo», incidía.
Llegando a la costa, en Leith Walk, uno de los barrios más obreros de la ciudad, llamaba la atención ver algo que no se apreciaba en el resto de la ciudad, y eso que en el conjunto de Edimburgo el No llegó al 61%: un joven ondeando la Union Jack británica. Coincidencias, o no, de la vida, Jack era también el nombre del joven unionista: «No debemos caminar solos. Este país ha sido muy grande estando unido, y debemos volver a serlo sin romper algo que ha costado formar tanto tiempo», opinaba. De padres ingleses, justificaba su No como un voto solidario con el resto de la isla: «Hemos pasado momentos económicos duros, pero no por ello podemos dar la espalda a nuestros hermanos del sur».
Escocia ha vivido dos años frenéticos, sumida en una larga campaña que tenía como objetivo hacer una reflexión general sobre el futuro del país y a ser posible dar un nuevo enfoque a su futuro. El cambio, finalmente, ha quedado en manos del Gobierno de Westminster, que es quien ahora debe dar los pasos hacia la prometida devolución «sin precedentes.» Escocia, por su parte, seguirá madrugando para trabajar ese futuro, que será la única manera efectiva de acercarlo. Al fin y al cabo, es justo así como ha llegado aquí, al borde de la independencia.
Independentzia egingarria dela gertutik ikusi dute EH Bilduko ordezkariek
Emaitza jakin eta berehala Edinburgora joandako EH Bilduren ordezkaritzak han gertatutakoa baloratu nahi izan zuen Princess Street-eko Walter Scott idazlearen omenezko monumentuaren aurrean. Lehenik eta behin, Maribi Ugarteburuk eskoziar gizartea zoriondu zuen aurrera eramandako «ariketa demokratikoagatik». Emaitzaz haratago XXI. mendeko Europan etorkizuna erabakitzea eskubidea dela frogatuta geratu dela baloratu zuten: «Era berean, independentzia ere aukera erreala dela argi geratu da», adierazi zuen Ugarteburuk.
Ildo beretik aritu zen Josu Juaristi europarlamentariak: «Independentzia aukera gertagarria dela erakutsi digute». Nahiz eta EH Bilduk Bai boza hobesten zuen, eskoziarrek euren erabakiak hartu duela nabarmendu zuen. «Honek ondorio positiboak utziko ditu Euskal Herriarentzat. Gure helburuen gauzatze demokratikoa nahi dugunok ikusi dugu posible dela». Era berean, «gehiengo politiko eta soziala artikulatu eta herri akordioak erdiesteko» euren konpromisoa azaldu zuten. . A.A.