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Gipuzkoa, Operación Reconquista

Las cartas están marcadas en la partida guipuzcoana. EH Bildu apunta a ganador en votos, pero es un «uno contra tres» (a la espera de Podemos). Poderes fácticos engrasan la Operación Reconquista.

Eneko Goia junto a Markel Olano en un acto del PNV. (Andoni CANELLADA / ARGAZKI PRESS)

El estupor en los batzokis de Donostia aún se recuerda cuatro años después. El PNV era barrido por la ola de Bildu en Gipuzkoa, se quedaba sin opción de competir por arrebatarle la Diputación y así las cosas decidía también respetarle en Donostia, confiando en el desgaste que acarrea toda gestión y la añadida inexperiencia de Bildu.

Ahora, las cosas son bastante diferentes. Por un lado, no existe el factor sorpresa, el auténtico efecto shock de entonces. Por otro, los jelkides saben que cuatro años más de Bildu completarían un cambio más radical y quizás irreversible. Y en tercer lugar es el GBB de Joseba Egibar quien se la juega ante Sabin Etxea, que no admitiría otra derrota. Así que se impone la Operación Reconquista, aunque ello obligue a pactar incluso con el PP.

Los poderes económicos y mediáticos de Gipuzkoa lo saben y van engrasando la maquinaria para hacer retroceder el tiempo. Aunque Bildu optara por responder con perfil bajo y evitar una imagen de aislamiento, la presentación en marzo de la plataforma Gipuzkoa Garaile, puesta en escena como civil pero auspiciada desde la órbita de la patronal, fue la prueba más evidente.

Gipuzkoa Garaile o «Gipuzkoarrok garaile», lema de la campaña de EH Bildu. Ése es el dilema, la clave de ese «tres contra uno». La coalición no se desespera con lo que puede deparar el escenario posterior y se centra en apuntalar su posición con una campaña muy explicativa de su gestión y un candidato de neto perfil técnico y brega, Xabier Olano. El 24 de mayo sabrá si efectivamente el gasto en política social, la redistribución fiscal con el Impuesto de la Riqueza o la paralización de la incineradora son medidas apoyadas por la mayoría ciudadana.

Las últimas encuestas, alguna todavía en barbecho, apuntan a que EH Bildu volverá a ser la lista más votada en el herrialde. Pero es más cierto aún que no se le atisba un solo posible aliado, a la espera de lo que ocurra con Podemos, tanto en el resultado como en la posición política que tome en el tablero guipuzcoano. La amplitud del territorio guipuzcoano hace difícil calibrar dónde aguantará mejor, dónde puede perder fuelle y dónde tiene capacidad de crecer. Volver a ganar en Donostia, donde lo hizo por la mínima hace cuatro años, sería un puntazo.

El guión escrito es este, pero a algunos actores les ha cambiado el papel. Markel Olano estaba predestinado a protagonista de este retorno a betikoa, pero la insistencia en no dar siquiera una explicación, la que sea, a los escándalos de Bidegi está condicionando toda su campaña. Con dos querellas ya en marcha y 30 millones de euros supuestamente malversados en favor de las constructoras, el asunto se ha convertido en una losa y Markel Olano ha decidido... ocultarse debajo.

La afirmación del PP de que no le apoyará aumenta la incertidumbre. Puede ser una treta de Juan Carlos Cano para evitar la segura fuga de votos hacia el PNV como opción útil anti-Bildu. Aunque cabe también que Cano sepa algo más; el PP de Araba, al menos, debe saber mucho de la AP1.