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Todas las potencias se reposicionan en torno a la endiablada crisis siria

La avalancha de refugiados en el Mediterráneo y el cádáver del niño kurdo Aylan han servido para poner en el centro del debate la necesidad de dar una salida al sangriento atolladero sirio. Pero las distintas potencias tienen su propia agenda, lo que hace difícil llegar a un acuerdo mínimo en las negociaciones, que, sin duda, se están produciendo.


Todas las potencias en liza aseguran coincidir, con mayor o menor entusiasmo y convicción, en señalar al Estado Islámico como el enemigo común. Pero a partir de ahí hay dos bloques, cada uno con su matices, pero con agendas diferenciadas. El problema es que todas coinciden en la necesidad y urgencia de negociar una salida a la empantanada crisis siria.

A Rusia e Irán, principales apoyos internacionales del Gobierno de Bashar al-Assad, les viene como anillo al dedo la crisis de la avalancha de refugiados. Convencidos desde un inicio de que el único problema en Siria ha sido la instrumentalización militar de la rebelión por los vecinos árabes y turco y por Occidente, ponen el acento en la necesidad de acabar con la guerra y personifican el objetivo en el Estado Islámico (ISIS). Irán, que acaba de alcanzar un acuerdo en torno a su programa nuclear, insiste en postergar cualquier debate sobre el futuro del presidente sirio, Bashar al-Assad. El líder iraní, ayatollah Jamenei, advirtió ayer de que no ha autorizado a Teherán a negociar sobre otros temas.

El presidente ruso, Vladimir Putin, protagoniza en los últimos meses una ofensiva diplomática y trata de implicar a sectores de la oposición siria en una negociación política con Al-Assad, mientras en paralelo propone una coalición lo más amplia posible entre Turquía, Arabia Saudí y el propio Ejército sirio contra el Estado Islámico.

Consciente acaso de las dificultades de semejante empresa, todo apunta a que lo más urgente ahora para Rusia es apuntalar al régimen sirio en su feudo de Lataquia, objetivo de una ofensiva, no del ISIS, sino de facciones rebeldes islamo-salafistas-yihadistas que se han hecho fuertes en el norte (Idlib), con el innegable apoyo militar precisamente de Turquía y de regímenes árabes como el de Qatar (ambos paíse tienen una especial querencia por el bloque rebelde armado de los Hermanos Musulmanes sirios).

Rusia insiste en que de momento no tiene intención alguna de lanzar operaciones militares directas pero el refuerzo de su presencia militar en Lataquia es un secreto a voces que es reconocido incluso, aunque con voz baja, por Damasco.

Y seguro que las acusaciones de Washington, que intenta evitar que Moscú envíe aviones a Siria mientras sus cazas bombardean suelo sirio sin ningún tipo de mandato –la misma acusación de cinismo se puede hacer a Gran Bretaña y al Estado francés– no hacen sino confirmar a Rusia en la urgencia de reposicionarse de cara al futuro.

EEUU ha logrado que Bulgaria prohíba el sobrevuelo de aviones rusos sobre su territorio (Sofía dice ahora que les dejaría pasar si les dejan inspeccionarlos previamente) y que Grecia haya «invitado» a Moscú a utilizar ritas alternativas.

Con su intento de socavar el reposicionamiento ruso, el presidente de EEUU, Barack Obama responde negativamente a la invitación de Putin para negociar sobre las premisas del eje Teherán-Moscú y, lo que es más importante, intenta ganar tiempo ante el fracaso de su estrategia en Siria (el fallido entrenamiento de rebeldes «moderados» ha sido el último ejemplo).

Unos tienen un plan. Otros no lo tienen. Pero lo que está claro es que unos y otros se miran de reojo mientras preparan un escenario que, se apunta desde hace tiempo, iría hacia una transición política y la partición de facto de lo que un día fue Siria.

 

tormenta de arena en el escenario de conflictos

Epicentro de varios conflictos, el norte de África y Oriente Medio, se ve azotado estos días por una tormenta de arena que ha provocado al menos tres muertos en Líbano donde cerca de 2.000 personas han tenido que recibir atención médica por el polvo y las bacterias y virus que transporta el viento. Además, ha hecho retrasar, desviar y suspender vuelos y la actividad de puertos en Egipto. Afecta también a Jordania y azota Palestina, aún con Gaza en ruinas. La tormenta –visible en la imagen de satélite– se originó en Arabia Saudí, cruzó a Irak y tocó Siria el lunes.

AFP