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La «campaña del miedo» empieza a tener efecto bumerán

De la expulsión de la UE al riesgo de «corralito», pasando por la marcha de la banca o el veto al Barça. La «campaña del miedo» antiindependentista moviliza todo tipo de recursos, incluso los más frikis como la selección de basket o Pronovias, con tal virulencia que empieza a asustar... a España.


Hace un año, el empate en Escocia fue decantado hacia el «no» por un discurso del líder laborista escocés Gordon Brown, cargado de emotividad, positivismo y algún que otro peaje político: «Estoy orgulloso de la identidad escocesa, orgulloso de nuestras instituciones»; «somos una nación, ayer, hoy y mañana»; «no queremos que Escocia se vaya del Reino Unido, sino que esté a la cabeza de él y del mundo»; «nuestra unidad es nuestra fuerza»; «tened confianza»... Ya era sabido que en Madrid no hay un Tony Blair para rematar un proceso de paz, ni tampoco un David Cameron para aceptar y consensuar un referéndum, pero esta campaña del 27S confirma que ni siquiera existe un Brown que afronte de cara el reto electoral y trate de ganarlo limpiamente. Lo único que existe es una incesante «campaña del miedo», cada día con su fantasma más gordo que el anterior.

Ayer tocaba el del riesgo de «corralito». Fue lanzado de modo balbuceante, como si no lo creyera, por todo un Luis María Linde, a la sazón gobernador del Banco de España. Como la frase no sonó todo lo firme que se pretendía, el candidato catalán del PP, Xavier García Albiol, se encargó de «traducirla»: «Lo hemos visto en Grecia, los jubilados caen desmayados en la puerta de los cajeros porque no pueden sacar sus pensiones».

El president de la Generalitat, Artur Mas, ha convertido en arte esa media sonrisa ante cualquiera de estas embestidas. Pidió en un acto de Junts pel Sí que se deje de tratar a los catalanes como «tontitos». Y recordó además que ese «corralito» ya consta en el informe del Consell Assessor per a la Transició Nacional del Govern, donde se expone en términos teóricos pero se concluye «imposible» dado que con ello el Gobierno español crearía un «problema financiero» también a sí mismo.

Algo similar pasa con la amenaza de declive económico con que arrancó esta campaña in crescendo. El Círculo de Empresarios Vascos, nada sospechoso en este litigio, destaca en un informe que la secesión mermaría «el peso político y económico»... del Estado español en la UE.

La marcha de la banca española de Catalunya es otro mantra. Mas replica que si hay algo seguro es que no faltarán bancos interesados en gestionar la riqueza catalana, y desde la CUP Antonio Baños añade: «Fantástica idea. Estupendo. Habrá una nueva banca, popular, comprometida al servicio del país».

El deporte también se moviliza. El triunfo de la selección estatal de basket en el Europeo ha sido rodeado de fastos mayores y discursos patrióticos más evidentes que en las dos victorias anteriores, explotando el tirón de la estrella del equipo; un «catalán bueno», Pau Gasol. Más indisimulada fue la irrupción ayer del secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, y el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, para asegurar que con la independencia los equipos catalanes serán excluidos. No tardaron en oírse voces que recuerdan que la Liga sería un muermo sin el Barcelona ni Messi y que la Ligue1 francesa se frotará ya las manos ante la opción de acogerles, como hace ya ahora con el Mónaco. Tebas fue dirigente de las juventudes de Fuerza Nueva en Huesca. Y Cardenal se delató con una afirmación de auténtico forofo: «En un país con ese tamaño, el Barcelona no pasaría de cuartos de la Champions».

Hasta los modistos se echan al monte. El presidente de Pronovias, Alberto Palatchi, amenazó ayer con marcharse de una Catalunya independiente porque «nuestra empresa es difícilmente viable fuera de la UE, fuera del euro, sin el Banco Central Europeo y aislada en materia económica, política y de seguridad». Obsérvese que no cerró la puerta del todo, por si acaso.