Golpe en la frente a Hollande
A estas alturas, el debate sobre si el Su-24 ruso fue alcanzado en el espacio aéreo sirio o turco es una simple reyerta diplomática. Más, habida cuenta de que la base aérea desde la que despegan y aterrizan los cazas rusos está a solo 30 kilómetros de Turquía.
Ankara podrá escudarse en que no sería la primera vez que un caza ruso viola su espacio aéreo. Erdogan siempre se ha negado a consensuar con Rusia una solución a ese problema logístico. La razón está clara y, aunque ponga cara de iracunda sorpresa, Putin la conoce.
Turquía nunca va a poner alfombra roja a los aviones rusos para que bombardeen a los rebeldes que apadrina en Siria, y que no son el ISIS, sino los grupos islamistas y salafistas-yihadistas (Al-Nosra) en el norte de Siria.
Al ordenar el derribo, Erdogan lanza un mensaje contundente pero peligroso a un Putin que recibe el segundo golpe en su campaña siria tras el derribo del avión con turistas rusos en El Sinaí por el ISIS. Implicado en dar aire a un régimen sirio que hasta hace días se tambaleaba militarmente, el inquilino del Kremlin se tomará cumplida venganza. Eso seguro. Pero el último destinatario del golpe es Hollande, quien ve cómo un aliado (OTAN) lanza una bomba en la línea de flotación de su plan de coalición mundial contra el ISIS. En la frente.