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Como Clinton, «girando hacia la libertad»

Pedro Sánchez reivindicó como inspiraciones ideológicas al laborismo británico y la socialdemocracia alemana. Vamos, los de la «Tercera Vía» de Tony Blair y los que gobiernan en «gran coalición» con la conservadora Angela Merkel.

Alberto Pradilla

Un gesto de honestidad que pasó desapercibido entre la exhibición de marketing en la que el candidato del PSOE convirtió su discurso de investidura. Una vez conseguido el apoyo de Ciudadanos, tocaba tratar de seducir a Podemos. O de hacer como que lo intentaba, porque en este contexto hipermediatizado nunca se sabe qué es verdad y qué un gesto de cara a la galería. El «juego de la culpa» ante la posibilidad de nuevas elecciones sigue operando y no se puede perder de vista.

Maravilla comprobar cómo Sánchez fue capaz de calcar un lenguaje político más propio de otra tradición a la que nunca ha pertenecido y utilizarlo como ariete para lograr la presidencia o, en el peor de los casos, ganar terreno frente a un Podemos que le come los talones en caso de repetición de los comicios. Hubo ocasiones en las que, en lugar de ser el aspirante de Ferraz a suceder a Mariano Rajoy en La Moncloa, parecía un activista salido de una asamblea. Al menos, intentaba hablar como tal, después de haberse colocado la corbata para darse imagen de presidenciable. Con su «gobierno del bien común», su «patriotismo» y las promesas de acabar con los desahucios, aunque esta medida no venga en el acuerdo con Alber Rivera, daba la sensación de que Sánchez quisese mirar a la cara a Iñigo Errejón y decirle: «¿Querías significantes vacíos? ¡Toma significantes vacíos!»

También puede ser que en estos últimos meses hayamos perdido un poco la cabeza con Ernesto Laclau y, al intentar interpretarlo, Sánchez se haya quedado por el camino, atrapado en la propaganda política de toda la vida. Es decir, en prometer una cosa, disfrazarse de otra y terminar haciendo todo lo contrario. Lo explicaban muy bien, como siempre, en Los Simpson, cuando presentaban a Bill Clinton proclamando: «debemos caminar hacia adelante, no hacia atrás. Arriba, no adelante. Y siempre girando, girando hacia la libertad». Un discurso con la misma concreción que el que pronunció ayer Sánchez.

A falta de conocer las réplicas y contrarréplicas, es increíble comprobar cómo en el PSOE siguen escenificando la cuadratura del círculo. A día de hoy lo único seguro es que no será presidente.