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Entrevue
JEAN-GUY TALAMONI
PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA DE CORSICA

«París considera un insulto que los corsos no queramos ser franceses»

Nacido en Saumur (Maine-et-Loire) en 1950, este abogado dejó la toga para dedicarse a sus tres pasiones: la literatura, la lengua corsa y la política. Profesor en la Universidad de Corti y líder independentista, es una de las voces más claras y respetadas de Corsica y que más enerva a París.


El nuevo presidente de la Asamblea de Corsica es una personalidad política inevitable a la hora de entender la nueva coyuntura de la isla. Este militante histórico de la lucha de liberación nacional, patrón de Corsica Libera, ha sido clave en la evolución del independentismo corso, en la decisión del FLNC de terminar unilateralmente cuarenta años de clandestinidad. Considerado como el Gerry Adams o el Arnaldo Otegi de Corsica, con decenios de lucha a sus espaldas en las más altas responsabilidades, con procesos judiciales, atentados contra su persona y durante años escoltado y sin poder dormir más de dos noches seguidas en el mismo lugar, Talamoni las ha visto de todos los colores.

Es una persona dotada de grandes reflejos políticos, con una capacidad intelectual remarcable, un pensamiento «paolista» muy trabajado y una visión de futuro muy clara. A su vez, es uno de los «villanos favoritos» de las élites de París, una persona con un discurso franco que no soportan en la metrópoli. Provocador, hostil, sedicioso... son algunos de los adjetivos más suaves de la prensa francesa para referirse a él.

Este abogado dejó el ejercicio para dedicarse a la política, a los libros y al estudio de la lengua corsa, de la que es una referencia en materia lingüística. Ser docente de literatura corsa y derecho en Corti le permite un contacto directo con los jóvenes. Íntimo amigo del filósofo Marcel Conche, un metafísico y agricultor enamorado de Corsica, gran conocedor de la obra del poeta y ensayista Paul Valéry, cuya familia era originaria del pueblo corso de Erbalunga, Jean-Guy –como se le conoce en la isla– tiene y mantiene hilo directo con personalidades de la vida política francesa como Michel Rocard, Claude Bartolone o Christiane Taubira.

«No nos lo esperábamos»

A la hora de analizar la victoria de los nacionalistas en las últimas elecciones, Talamoni la considera «un terremoto político, evidentemente». Sin euforia ni estridencias, transmite optimismo: «Los nacionalistas hemos sido minoritarios durante 40 años, hoy somos mayoría en la Asamblea, tenemos la responsabilidad de la Colectividad Territorial, de las instituciones de Corsica. Es un cambio radical porque las ideas que hemos defendido como corriente minoritaria van a poder plasmarse, aunque sea progresivamente».

Reconoce que es algo que no esperaban, «no lo podíamos prever hace algunos meses. Es algo que se dio entre las dos vueltas de las elecciones, las diferentes corrientes del nacionalismo cerramos un acuerdo que era entre aparatos. Pensábamos incluso que igual podíamos perder votos, en particular, si los autonomistas votarían por un independentista o no, si los independentistas lo harían por un autonomista o no». Pero, en realidad, no solo votaron todos, «también se creó una verdadera dinámica popular, una esperanza para una mayoría de corsos que han votado por primera vez nacionalista, que superó todas nuestras expectativas».

Para Talamoni ha sido un gran cambio. «Creo que no habrá vuelta atrás, un pueblo que avanza hacia su soberanía, hacia su emancipación, no suele volver sobre sus pasos. Estamos tranquilos, confiados. París no podrá, a medio plazo, seguir negando la realidad».

Serenos y confiados

Si hay alguien en Corsica que hace perder la razón a los editorialistas, los tertulianos y las élites políticas de París, de derecha y de izquierda, incluso en sus versiones más extremas, es el presidente de la Asamblea de Corsica. Su discurso de toma de posesión, íntegramente en lengua corsa, los sacó a todos de sus casillas. El juramento ante el libro mítico para los corsos “Giustificazione della Rivoluzione di Corsica” y su discurso para la historia donde dijo «hemos llegado hasta aquí gracias a los fusileros de Paoli caídos en Borgu y Pontenovu, a los militantes muertos por Corsica del FLNC, a los prisioneros y buscados», impresionaron y emocionaron, poniendo carne de gallina a muchos corsos.

Para París resultó insoportable. Hablar en una lengua que no es la de la República y lanzar un mensaje tan claro y punzante recrudeció el ataque contra Talamoni y alimentó un sentimiento anticorso que este no pasa por alto. «París considera un insulto que no queramos ser franceses. Que la gente que tiene un carnet de identidad francés no quiera seguir teniéndolo les parece sorprendente. Están persuadidos de que todo el mundo tiene ese objetivo porque se creen que son el faro más alto y luminoso de la humanidad. Esa es la idea de cierta élite francesa. Nuestra voluntad de ser una nación es algo insultante para ellos».

Este comportamiento francés viene de muy lejos en el tiempo y atañe tanto a corsos, como a vascos, kanakos o bretones. Talamoni enfatiza también la «extremada debilidad» del Gobierno francés. «Si quisiera hacer cosas lo tendría muy difícil, a todos los niveles. Es un Gobierno en una situación crítica, plagado de dificultades… eso también explica que las cosas estén extremadamente bloqueadas en París». No obstante, con una sonrisa, se muestra confiado: «Con todo, tenemos mucha serenidad porque sabemos que a medio plazo no será posible para París enfrentarse a una mayoría de corsos que se expresan tranquilamente, democráticamente, con toda su fuerza… no les será posible. Y luego vendrán las movilizaciones populares que vamos a potenciar».

«U troppu stroppia»

Talamoni arranca en lengua corsa lo que piensa que sus paisanos sienten en torno a esa posición de París. «U troppu stroppia», es decir, ya es suficiente, «trop ç’est trop». «Por ejemplo en el tema de los prisioneros, el cálculo de París es claro. Hay algo de lo que hacen con los vascos: instrumentalizar el tema para desestabilizar el movimiento abertzale. Pero los corsos somos un pueblo resistente, lo fuimos en el pasado y ahora también resistiremos ante aquellos que quieren dividirnos. En nuestro caso, creo que hoy en día el Gobierno francés está persuadido de que todo lo que parezca un regalo hecho a los corsos, en todos los temas, cooficialidad, tributación, derecho de residencia, suelo... sería mal visto por la opinión pública francesa. Hay dirigentes en París que se comportan como politiqueros, no enseñan el camino a su pueblo, solo siguen los sondeos, creen que la opinión publica está contra Corsica».

Y al hilo de sus encuentros con el primer ministro francés, Manuel Valls, comenta que «cuando nos recibe, discutimos con normalidad, no digo que sea anticorso, él es sobre todo alguien que mira por sí mismo, por su promoción y por su carrera personal, pero cuando va a la tele, con ese aire marcial, y cacarea como un loro ‘no, no, no…’ no habla normal, dice eso porque piensa que es lo que los franceses quieren oír».

Reconoce que el movimiento nacional corso tiene el reto de comunicar mejor con la opinión francesa, pero se muestra rotundo al afirmar que «la Asamblea de Corsica no es un Consejo Regional. No hemos sido elegidos para cantar la Marsellesa. Corsica no es un trozo de otro país. Es una nación, con su lengua, su cultura, su tradición política y su manera de estar en el mundo». Y subraya que «no hemos llegado hasta aquí para gestionar, sino para gobernar Corsica, que es muy diferente».

Eso sí, en relación a la acción de gobierno que tienen que acometer los nacionalistas, es consciente de que «es deseable hacer la cosas progresivamente, pero no es así como vienen dadas: en realidad, es una gestión constante de crisis, un salto de una crisis a otra». El bloqueo del puerto de Marsella, el tema de las basuras (ironías de la vida y lecciones de contraestrategia, en Corsica también)... ha sido llegar los nacionalistas al gobierno y, sospechosamente, «estallar» una crisis tras otra.

«Campate felici»

Gran estudioso y admirador de Pasquale Paoli, el presidente de la Asamblea de Corsica trae a la conversación una fórmula de Paoli a la hora de analizar el clientelismo endémico que ha penetrado su nación. «Hay que hacer de Corsica una casa de cristal», insiste, «dotarla de un comité de evaluación de políticas públicas, no para dar lecciones ni anatematizar a nadie, sino como respuesta al mandato popular de apertura y transparencia sobre la política de clanes y el clientelismo que ha dominado la política de este país».

Y antes de dejarnos para tomar camino a Bastia, envía un saludo a Arnaldo Otegi y manda ánimos a Euskal Herria con un «Evviva a Nazione». Se despide con dos palabras: «Campate felici!» (¡Vivid felices!).