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De escalera a chupinazo

El lunes 6 de junio, último peldaño de la escalera sanferminera, Osasuna empieza un asalto a Primera que bien puede acabar en chupinazo anticipado. Las sensaciones de Oviedo no pueden ser mejores; las impresiones de los rivales, también. Los rojos ya adelantaron el cohete en su único play-off hasta la fecha (en realidad doble), allá por 1987, hace casi 30 años. ¿Y quién prendió la mecha? Martín, siempre Martín.

Roberto Torres marcó el tercero con una preciosa vaselina.

Osasuna nunca ha jugado el apasionante play-off de Segunda. Pero sí el de Primera, la única vez en que se usó ese procedimiento. Era en la temporada 86/87, con Zabalza en el banquillo. La temporada resultó interminable, acabó justo una semana antes del día de San Fermín. Tras la liga regular, los 18 equipos quedaron encuadrados en tres bloques: los que se jugaban el campeonato, los del bloque central intrascendente y los seis últimos para esquivar tres plazas de descenso. Osasuna, cómo no, cayó ahí junto a Racing, Cádiz, Sabadell, Las Palmas ¡y Athletic!

Acabó ese play-off descendido, pero antes había habido otro giro sorprendente. Dado que se decidió ampliar la liga de 18 a 20 equipos, el inclito presidente gaditano, Manuel Irigoyen, consiguió que se introdujera un segundo play-off entre esos tres últimos para dirimir la única plaza de descenso (y así salvar a los amarillos, colistas destacados toda la temporada).

Como es norma también, Osasuna tiró de épica y de sorpresa. Primero fue Martín González quien marcó uno de los poquísimos goles de su carrera para empatar en Cádiz (1-1). Quedaba ganar al Racing en casa sí o sí y se logró: 2-0. Y al rescate ¿quién? Pues sí, Enrique Martín Monreal, que por entonces daba sus últimas patadas como futbolista y ya no era titular. Pero aquel día jugó, los dos tantos fueron suyos y solo le faltó tirar el chupinazo.

Historietas al margen, Osasuna no solamente se ha metido en play-off contra todo pronóstico; es que llega como un cohete tras el 0-5 de Oviedo. En el Tartiere hubo carácter, fútbol y emotividad. Las tres cosas se resumen en Roberto Torres, que puso primero la garra de jugar los 90 minutos lesionado, luego la vaselina de calidad del 0-3 y finalmente las lágrimas de alegría. Enorme también David García atrás, Merino en el centro, Nino en todos los lados.

Más buenas noticias. Aparecen secundarios y deciden: Kodro, De las Cuevas… Hasta Urko se sacude presión con un gol después de tres meses. No hay tarjetas. Ni lesionados. Merecidísima clasificación, y además sin peajes de ningún tipo.

Se aprecia, además, que no hay ningún Miura en el camino. El Nástic posiblemente sea el mejor rival para Osasuna: apenas hace diez días que los rojillos atornillaron a los tarraconenses en su campo, aunque perdieran en su único disparo («un equipo sensacional», dijo su entrenador, Vicente Moreno). En El Sadar también se mostró plano y seguramente es el equipo de arriba al que Osasuna mejor ha sabido jugar en la competición regular. El segundo sería el Córdoba, otro clasificado para la fase de ascenso; los rojos firmaron allí su mejor encuentro fue de casa (0-1, Berenguer). El Girona asusta algo más por su buena segunda vuelta y su conocimiento del play-off, pero tampoco parece de otro mundo. En la carambola del minuto 87 del sábado se cayó el Alcorcón, que sí parecía temible, sobre todo en Santo Domingo. Del Zaragoza ni hablamos: o sí, como ejemplo de qué pasa cuando un equipo no asume la presión de estos partidos cruciales, justo lo contrario de lo que hizo en Oviedo un Osasuna insultantemente mandón desde el minuto 1.

El 17 de junio se decide, por primera vez en votación popular, quién tira el chupinazo este año. Pero no descartemos que el 19 haya otra fiesta, la roja.