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«El problema no es que nuestros científicos se vayan al extranjero, el problema es que no puedan volver»

En el curso ‘El (nuevo) papel de la diáspora vasca en la Euskadi del siglo XXi’ Guillermo Dorronsoro, decano de la Bussines School de la Universidad de Deusto, ha analizado el tema de la globalización y su influencia en el crecimiento económico y en el conocimiento científico.

Guillermo Dorronsoro en una foto de archivo. (Marisol RAMIREZ | ARGAZKI PRESS)

La década anterior a la crisis económica que comenzó en el año 2008 fue considerada como la década prodigiosa, en la que «globalmente se creó mucho valor económico, mucha riqueza. Además, se creía que el crecimiento económico iba a durar toda la vida. Pero se equivocaron», ha asegurado Guillermo Dorronsoro. La primera crisis global supuso que en un año se perdiera la riqueza económica que se había acumulado en la década anterior. Llegó un momento denominado ‘brotes verdes’, en el que se pensaba que la negativa situación que estaba viviendo la economía se iba a recuperar, «pero fue un espejismo que duró poco, ya que a partir de 2014 parecía que todo se venía abajo, incluso se llegó a perder el 20% de la industria que teníamos».

La economía global estaba dejando de crecer, una tendencia que a día de hoy se sigue manteniendo. Pese a que se pensaba que la recuperación económica iba a ser un proceso sostenible en el tiempo y rápido, se observó que ocurría todo lo contrario: el crecimiento económico iba a ser un proceso lento. «Esta teoría de la economía de crecimiento lento la corroboraron autores como Mohamed El- Erian, que lo definió como ‘la nueva normalidad’; Larry Summers con el término ‘estancamiento secular’; o Christine Lagarde que se refirió a la economía de crecimiento lento como ‘la nueva mediocridad’», ha explicado Guillermo Dorronsoro.

Este proceso de crecimiento económico lento fue conclusión de cuatro procesos. Primero, cuanto más endeudamiento, menor crecimiento económico. «El mayor endeudamiento por parte de los Estados está llevando a un menor crecimiento, lo que no permite que la economía se recupere». Segundo, los tipos de intereses negativos. Tercero, el bajo nivel de inversión. «Aunque se recupere la economía, no se está recuperando la inversión. El endeudamiento alto nos lleva a una menor inversión y por consiguiente a un menor crecimiento económico».

Finalmente, la crisis demográfica en los países avanzados. En el Estado español, por ejemplo, se necesitan políticas demográficas activas, «necesitamos que crezcan niños», ha asegurado Guillermo Dorronsoro. «En el año 2030, la población jubilada será mayor que la población trabajadora. Esto se debe a que la natalidad es baja en todo el mundo, ya que cuanto más rico es un país, menos hijos tiene. Siempre se ha dicho que nuestros hijos van a vivir peor que nosotros, pero nosotros vamos a vivir peor que nuestros padres». En cuanto al desempleo juvenil, Guillermo Dorronsoro ha añadido que en le Estado español se ha llegado casi al 50% de jóvenes sin trabajo. «Cada década la formación académica de los jóvenes mejora, pero el acceso al trabajo empeora. No tendría que ser así porque hay personas que se jubilan. Sin embargo, ante esta situación de incertidumbre económica, las empresas ofrecen empleos precarios, contratos de corto plazo en vez de apostar por el conocimiento de los jóvenes».

El estancamiento de la globalización ha llevado a que nadie espere que la situación económica vaya a mejorar. Por ello, ante esta situación, Guillermo Dorronsoro ve «necesario un cambio de modelo económico que funcione mejor que el actual. Modelos como la economía colaborativa, la economía del bien común, la economía del decrecimiento, la economía circular, la economía solidaria, la economía feminista… que nos lleven al cambio». Pero además de cambiar el modelo económico, basándose en Michael Spence, autor del libro ‘The next convergence’, ha añadido que «debemos acostumbrarnos al lento crecimiento económico, pero no debemos seguir endeudándonos. Tenemos que invertir en tecnología con apoyo público y tenemos que crear una alianza público-privada que invierta en el desarrollo de tecnología en áreas de la industria en que exista oportunidad. En definitiva, invertir en conocimiento».

El conocimiento es la ventaja que tienen los países avanzados respecto a los emergentes. «Se debe invertir en tecnología, porque si un país no tiene conocimiento, su industria no puede crecer». Según Dorronsoro, ejemplo de ello son países como Alemania y Estados Unidos, que gracias a la apuesta que hacen por el conocimiento científico y la tecnología, actualmente han aumentado en un 20% y un 10%, respectivamente, su industria. La CAV, por el contrario, al no apostar por los avances en conocimiento, ha visto disminuida su industria en un 20%.

Por ello, Guillermo Dorronsoro ha insistido en la importancia de los gobiernos de invertir en conocimiento para convertirlo en industria e ir mejorando la economía global. Según el Informe Mundial de la Ciencia realizado por la Unesco, la mayoría de los países avanzados apuestan por el conocimiento y por crear una comunidad científica. Por el contrario, en el sur de Europa «estamos en una situación preocupante, la inversión está descolgada en ciencia y tecnología. Según el informe, somos ‘moderadamente innovadores’ y somos débiles en conocimiento científico. No hay recuperación en la apuesta por el conocimiento».

En comparación con el Estado, la CAV se encuentra en una mejor situación, «lo que tiene mérito al estar en el sur de Europa». Sin embargo, en cuanto a la media europea se están perdiendo posiciones. Dorronsoro afirma que la situación en cuanto a la inversión en conocimiento es mejor en la CAV, pero se ha perdido un 6% de industria. Como consecuencia, «al no invertir en conocimiento, nuestros científicos están mirando al resto de Europa». Para Guillermo Dorronsoro, el hecho de que los científicos de aquí se vayan a los mejores centros de investigación que hay en el extranjero es lógico y no supone ningún problema. «El problema no es que nuestros científicos se vayan al extranjero, el problema es que no puedan volver porque en nuestro país no se invierte lo suficiente en conocimiento como para que puedan quedarse aquí».

Por ello, es importante crear un entramado en el que se invierta en nuestro conocimiento, capaz de atraer científicos que permitan mejorar la industria del país, y por consiguiente, mejorar la economía.

Guillermo Dorronsoro ha concluido su intervención recordando algunas ideas que defendía Maquiavelo. «Tenemos que evitar estar desprevenidos, debemos tener una visión de lo que está ocurriendo en la economía global y anticiparnos a ello. Debemos aprender a resistir lo que ocurre, tejer una red de conocimiento que esté disperso por el mundo. Además, tenemos que aprender a cambiar lo necesario, porque lo peor que podemos hacer es dejar que los cambios terminen cambiándonos a nosotros. En este sentido, tenemos que darle la vuelta a lo que estamos invirtiendo en conocimiento. Y finalmente, aunque sea una situación difícil, nunca tenemos que perder la sonrisa. Debemos ser conscientes de la importancia que tiene el conocimiento y su gestión en nuestra diáspora».