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Armas y explosivos sutraídos o frabricados por medios propios

La historia de los arsenales de ETA está marcada por las características del entorno en el que se ha movido. Además de abastecerse mediante asaltos a fábricas y polvorines, la organización ha fabricado armas y, sobre todo, explosivos, lo que le ha permitido huir, en la medida de lo posible, de redes del mercado negro poco recomendables desde el punto de vista de la seguridad.


E n este complejo proceso de final de la lucha armada, los servicios secretos y autoridades francesas se han interesado por sondear a intermediarios sobre si ETA sabía algo de redes de tráfico de armas que pudieran estar abasteciendo a yihadistas. Así lo afirman expertos y mediadores internacionales involucrados en el proceso. Consultados por GARA, afirman que militantes de ETA preguntados por esta cuestión quedaban entre sorprendidos e incrédulos. Madrid y París sabían casi tan bien como la propia organización, hoy ya desarmada, que sus métodos y contactos para lograr armas y explosivos poco han tenido que ver con esas tramas.

El material que ayer quedó totalmente fuera de uso viene a confirmar esa realidad. Armamento sustraído a los propios estados y, como característica muy particular, armas y explosivos fabricados por la propia ETA definen el rastro histórico que ayer se dio por concluido.

El tipo de armamento utilizado por la organización ha variado notablemente a lo largo de su historia, así como la forma de aprovisionamiento. Al margen del autoabastecimiento o el robo, el mercado negro ha sido, qué duda cabe, un lugar al que recurrir, pero sin olvidar otros como la compra en armerías de terceros países mediante documentos falsos. La relación con movimientos revolucionarios o de liberación del mundo ha sido otra de las fuentes sugeridas, aunque casi más como deducción lógica que como hecho probado.

En el caso de las armas cortas, la principal fórmula empleada en los últimos años para hacerse con ellas ha sido el asalto, método que ya utilizó en 1983 en Donostia, donde se apoderó de 112 pistolas de la marca Star que la Ertzaintza tenía almacenadas en un depósito del Palacio de la Diputación de Gipuzkoa.

El último robo de armas cortas, y uno de los más importantes de la historia, se produjo en octubre de 2006 en la localidad francesa de Vauvert (cerca de Nimes). De la empresa SIDAM fueron sustraídas unas 350, entre pistolas y revólveres.

Al margen de este método, también se ha utilizado profusamente el recurso a los mercados internacionales. Así sucedería con las primeras armas de ETA en 1968, que procedían de Checoslovaquia aunque paradójicamente habían sido fabricadas en la empresa vasca Astra, de Eibar. También se adquirió en aquella época un lote de 500 pistolas Firebird, de fabricación húngara.

Ya en la década de los 70, ETA obtuvo en el denominado mercado negro decenas de Ingram M-10, pistolas-ametralladoras norteamericanas conocidas como Mariettas, y a finales de esa década comenzó el proceso de sustitución de las viejas Firebird por las FN Browning GP35.

En cuanto a las armas largas, los primeros fusiles de asalto comenzaron a utilizarse a finales de los 70. Los modelos más frecuentes fueron el popular Cetme, arma usada por el Ejército español, y una versión del G3 de fabricación portuguesa, aunque también en menor medida los AK-47 rusos y los M-16 estadounidenses.

La tercera fuente de aprovisionamiento ha sido la fabricación propia, principalmente en lo que a explosivos se refiere, aunque también a armas como los subfusiles UZI, fabricados por la propia organización en la década de los 80 a partir de una versión de esta arma de origen israelí. En febrero de 1993, se descubrió la existencia de una fábrica de armas en una casa de Bidart. En su sótano, la Policía francesa intervino cuantioso material para construir metralletas, pistolas y morteros, así como explosivos y dispositivos para elaborar artefactos. En su subsuelo había un completo taller, un laboratorio y una sala de tiro.

Los asaltos también se llevaron a cabo para el aprovisionamiento de explosivos, en algunos casos en grandes cantidades. Es el caso de una acción llevada a cabo en enero de 1973 en un polvorín de Hernani, de donde se llevaron tres toneladas de dinamita, parte de la cual sería utilizada en el atentado contra el presidente del Gobierno español, Luis Carrero Blanco.

Pero los mayores robos de explosivo se produjeron en julio de 1980, cuando ETA se llevó siete toneladas de Goma-2 de un depósito que la empresa Explosivos Río Tinto tenía en Cantabria, y en setiembre de 1999, cuando un comando de ETA se hizo con ocho toneladas de dinamita del polvorín de Plévin (Bretaña).

Pero, a diferencia de otras organizaciones como el IRA –equipados con el potente Semtex o su similar C-4 adquiridos en el mercado negro o suministrados por países con los que mantenían relaciones–, en el caso de ETA han sido numerosas las ocasiones en las que esta organización ha fabricado su propio explosivo, amonal en los primeros tiempos, debido a la relativa sencillez que suponía su elaboración a partir de componentes que podían comprarse libremente en el mercado, como nitratos de uso agrícola y polvo de aluminio.

Posteriormente, en la primera década de este siglo, ETA logró fabricar pentrita, un explosivo muy potente, un elemento muy relevante para los expertos.

Junto a ello, la organización también se ha destacado en la fabricación de dispositivos electrónicos aplicados a los sistemas de ignición o contra los inhibidores de frecuencia. Destaca como cualificación técnica que ETA haya llegado a fabricar temporizadores de hasta un año.

Misiles antiaéreos SAM-7

Pero quizás una de las armas que más interés mediático ha generado ha sido el misil antiaéreo SAM-7 de fabricación rusa. Se tiene constancia de que la organización armada los ha adquirido al menos en dos ocasiones. De la primera se tuvo conocimiento en noviembre de 1986, como consecuencia de la operación policial en la empresa Sokoa de Hendaia, donde las fuerzas policiales desmantelaron un importante arsenal que contenía dos misiles que previamente habían sido manipulados para instalar en su interior sendos artilugios para seguir su rastro. El mercado negro se convirtió en una trampa para ETA.

La segunda ocasión que se conoció la posesión de misiles fue octubre de 2004, en una redada en la que también salieron a la luz más de 600 kilos de explosivos, más de 10.000 detonadores, decenas de fusiles y subfusiles, pistolas y granadas. Ha sido la mayor incautación de material a ETA, que lo tenía distribuido en varias casas. La organización intentó atentar tres veces con esos misiles contra el presidente español José María Aznar, según confirmaría la propia organización.

Además de los misiles, ETA también ha utilizado morteros y varios tipos de granadas anticarro, en un primer momento de la marca belga Mecar, aunque posteriormente las fabricó por sus propios medios, tras comprobar que las redes de compra-venta podían estar también infiltradas por la Policía española.

En este apartado, ocupó un lugar destacado el proyectil Jotake, de uso similar al de un mortero y que podía alcanzar blancos situados hasta a 1.500 metros de distancia. Su primera utilización está registrada en el año 1987, principalmente contra objetivos como acuartelamientos de las Fuerzas de Seguridad del Estado. En aquella época también se utilizaron lanzagranadas de fabricación soviética RPG-7 o belga LRAC-83.