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Iruñerria recupera los castillos destruidos tras la conquista

Los castillos navarros que controlaban Iruñerria fueron destruidos a raíz de la conquista castellana, al igual que ocurrió en el resto del herrialde. Algunos de estos castillos se están recuperando gracias a la implicación de los ayuntamientos y de los vecinos. El de Irulegi, situado en el Valle de Aranguren, ya ha sido rehabilitado casi en su totalidad y será inaugurado en setiembre.

Imagen del castillo de Irulegi nevado. (FOTOGRAFÍAS: Iñaki VIGOR)

Desde sus 893 metros de altitud, Irulegi es una atalaya privilegiada para controlar las tierras de Iruñerria y del Valle de Lizoain. En la cima de este monte próximo a Lakidain se construyó un castillo-centinela del que se tienen noticias en el siglo XII, aunque es probable que ya existiera dos siglos antes. Esta fortaleza sirvió de residencia a los alcaides, que tenían obligación de conservar el fortín, cobrar impuestos y vigilar el paso hacia la capital navarra.

El castillo fue destruido en diciembre de 1494 por orden de los reyes navarros para evitar que fuese utilizado por gente afín a Castilla. «La destrucción no fue tan fuerte como ocurrió con los castillos atacados por los castellanos, que destrozaron todo», explica el historiador Iñaki Sagredo.

Por su cercanía a Iruñea, esta cima ha sido destino habitual de montañeros. Lo que más llamaba la atención era el gran tamaño de  piedras semienterradas en su cumbre, pero la mayoría de los excursionistas desconocía que eran las ruinas de uno de los castillos de vigilancia más importantes que hubo en Iruñerria.



En el año 2007 el Ayuntamiento del Valle de Aranguren decidió desenterrar y reconstruir esta fortaleza, para lo que contrató a la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Sus técnicos, en colaboración con  una veintena de jóvenes voluntarios que han acudido allí a trabajar durante varios veranos, han ido levantando piedra a piedra el castillo original y en la actualidad ya han conseguido reconstruir aproximadamente un 90% de esta fortaleza.

Los montañeros que ascienden hasta Irulegi se sorprenden ahora del tamaño que tuvo este castillo, y sobre todo de que tuviera un foso de agua. Esta protección estaba colocada en su lado más accesible, el sur, donde también había un muro defensivo. Las demás laderas son muy pronunciadas y se podían defender perfectamente desde el escarpe rocoso que corona la cima.

La rehabilitación completa concluirá, previsiblemente, este mismo verano, de forma que la inauguración sería en setiembre. Una senda señalizada que parte desde Lakidain nos conduce en apenas media hora hasta este castillo, donde se pueden rememorar los tiempos en que Nafarroa era un reino independiente. Además, se puede disfrutar de unas excelentes vistas de Iruñerria, vistas que alcanzan también hasta el Pirineo navarro-oscense.

Garaño, el primero atacado por Castilla
Otro castillo medieval estratégicamente situado a las puertas de Iruñea es el de Garaño, que controla el importante paso de Atondoa hacia la capital navarra. Por eso fue la primera fortaleza atacada por las tropas castellanas durante la conquista del reino vascón, en el verano de 1512.

Garaño fue construido en una colina a 590 metros de altitud, entre las localidades de Egillor y Saldise, y se comunica visualmente con otros dos castillos medievales: el de Orarregi, en el monte Gaztelu, y el de Aitxita, que fue construido en una de las peñas del paso de Bi Aizpe, cerca de Irurtzun.



El de Garaño es uno de los castillos más antiguos de Nafarroa, ya que se tienen noticias de él desde el siglo XI. Hace siete años apenas se veían unas cuantas piedras del muro, casi cubierto por la maleza. Un grupo de vecinos de los pueblos de la zona comenzó entonces a limpiarlo de vegetación y a recuperar las piedras de esta simbólica fortaleza.

En la actualidad ya ha sido recuperado en torno a un 30%, pero la falta de ayudas económicas están ralentizando su rehabilitación. «Apenas ha habido apoyo institucional. Con el nuevo Gobierno parece que está cambiando, pero todavía falta mucho por hacer», comenta Iñaki Sagredo.

La empresa que dirige este historiador, Larrate Gestión Cultural, ya tiene una experiencia de diez años en la recuperación de los castillos que defendieron el reino navarro.

«Hay que dar vida a estos castillos»
Uno de los castillos de Iruñerria recuperados fue el de San Miguel de Miravalles, que se alza a 570 metros de altitud, en la cima del monte del mismo nombre, controlando el paso de los ríos Arga y Ultzama. También se consolidaron las ruinas del castillo de Tiebas, antiguo guardián de los archivos del reino.



«Pero no es suficiente con rehabilitarlos o consolidarlos, hace falta un plan de mantenimiento para que no vuelvan otra vez a la ruina», advierte Iñaki Sagredo. A su juicio, también es importante «dar vida a estos castillos, crear rutas e invitar a la gente a que los visite y conozca su historia».

Juan Mari Feliu, autor principal de los libros de rutas a los castillos navarros, recoge en el tercer volumen un rosario de palacios y torres de cabo de armería por Iruñerria, como Arazuri, Gongora o Mendillori. Además, ha colaborado en la colocación de mugarris o amojonamientos en castillos, algunos de los cuales han sido destrozados y vueltos a colocar.

Uno de ellos se encuentra en el monte Ezkaba, donde existía un castillo que quedó sepultado bajo las obras del fuerte, y otro, más cercano, está en la esquina de la calle Txapitela con la Plaza del Castillo, en recuerdo del castillo de la dinastía de Champaña, ya que fue erigido por Luis el Hutin.

En la cima del monte Ezkiri, también conocida como peña de Añezkar, se encuentran las ruinas del castillo de Sardea, poco conocido en Iruñerria a pesar de su importancia estratégica. Parte de sus restos fueron utilizados para construir la base sobre la que se levantó el «toro de Osborne», y otra parte corre peligro debido a los grandes desprendimientos que se produjeron en esta peña rocosa.

Sardea fue levantado en el siglo XIII y tenía una torre principal, de la que ya no queda ni rastro, además de un foso y una muralla, y en sus alrededores había un castro que está bien documentado.
 
Otros castillos del antiguo reino se encuentran en el borde de Iruñerria, como es el caso del que existía en la peña de Untzue, del que apenas quedan unas pocas piedras.

A pesar de las dificultades, ayuntamientos, vecinos y arqueólogos siguen trabajando para intentar recuperarlos. «Es una recuperación simbólica. Los castellanos los derribaron y nosotros los vamos a levantar de nuevo», afirma Iñaki Sagredo.