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Cuenta atrás para el referéndum


La historia se acelera cuando está a punto de ocurrir lo inevitable. Llevamos décadas y siglos de confrontación entre Cataluña y España, pero la aceleración actual de los acontecimientos va dejando atrás algunos miedos que algunos expresaron sobre la conveniencia de celebrar un referéndum unilateral. Yo mismo no estaba convencido de que esta fuese la solución más correcta, y sin embargo al final no queda otra que tirar para adelante si se quiere atajar un problema político de primer orden. Contra el referéndum, el PP opone la judicialización del proceso.

Los federalistas y los de la tercera vía han sido arrasados por el vendaval no solo independentista, sino, y de un modo muy especial, por los unionistas. Ya no tienen quien les ría la gracia ni en Madrid ni incluso en Bilbo. Ni PP ni PSOE ofrecen nada a los unionistas que en Cataluña se esfuerzan por aparentar una especie de falsa equidistancia entre inmovilistas y secesionistas. Tampoco es actor el PNV, que actúa como si todavía viviésemos en tiempos de ese autonomismo feroz que alimentó los resquemores entre autonomías. En Cataluña, el autonomismo no es que esté moribundo, es que ya no lo defienden ni los moderados.

El consejero Santi Vila, paladín del sector moderado del PDeCAT, respondió al reproche de un diputado popular por su adhesión a «la situación revolucionaria que se vive en Cataluña» con otra pregunta para darle la vuelta a la tortilla: «(usted debería) pensar por qué incluso alguien como yo está absolutamente comprometido con la posición que estamos defendiendo». El soberanismo es un frente amplio. Además, Vila se atrevió a devolverle el guante y preguntó al diputado del PP: «¿Dónde han dejado los valores del ordenamiento constitucional que dicen defender y que durante tantos años combatieron?».

Comienza la cuenta atrás para alcanzar la ruptura. Ahora entramos en la fase más dura. E incluso así, Albert Rivera, el líder de los nacionalistas españoles, sabe que el Gobierno español lo «tiene jodido» para quebrar las piernas de la mayoría soberanista catalana.