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Barcelona despierta a la República con asombrosa normalidad

El Palau de la Generalitat ha amanecido con la puerta abierta, apenas vigilancia y la bandera española en lo alto. Solo en la presencia de medios internacionales se deja notar que, desde ayer, es la sede del Gobierno de una nueva República. A pie de calle, no se veían ya a independentistas con banderas.

La prensa, tranquila en este día de resaca. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)

Una periodista alemana, que trabaja subcontratada para una televisión de su país que prefiere no revelar, hace cábalas y cree que no pasará nada hasta el lunes. «Hoy es sábado, cualquier movimiento que haga Madrid tendría fácil respuesta. La gente tomaría las calles de inmediato. El lunes todo es más complicado». Lleva bastante tiempo desplazada de su país a Catalunya y hoy está algo más contenta pues «por lo menos, ayer sí que pasó algo».

La proclamación parece que no ha trastocado gran cosa la vida ordinaria de la ciudad. No hay más presencia policial que de ordinario. «Aquí estamos cuatro agentes, porque nos hemos encontrado», comenta un mosso. «El despliegue es normal. Cambiará en caso de que haya alguna convocatoria de concentración o alguna protesta, pero de momento no hay nada», continúa una compañera.

Un quiosquero del Eixample, José Carlos Nieto, comenta que en el último mes y medio se está vendiendo algún periódico más. Pero pocos. «Donde antes se vendían 20 ahora venderemos 21 ó 22», asegura. Sí que ha habido días puntuales en los que aumentaron muchísimo las ventas. El que más periódicos se compraron fue el día 2, cuando narraban lo sucedido en el referéndum. Pero hoy, que han amanecido contando la proclamación de independencia, no hay un boom de ventas. Tampoco las portadas recogen con entusiasmo la proclamación. Solo el ‘El Punt Avui’ le da página entera con una foto de la calle y de la Declaración. Los más vendidos (‘La Vanguardia’ y ‘El Periódico’) traen al titular grande las medidas de Rajoy y dejan como segunda noticia la independencia. Por eso los reporteros internacionales cuando se ponen delante de la cámara lo hacen con ejemplares de ‘El Punt Avui’.

Una espera tensa

Sí que es cierto que se nota en las calles del centro que anoche hubo fiesta, que los independentistas tomaron la Plaza de Sant Jaume, aunque tampoco dejaron la ciudad patas arriba. «Nosotros, que nos toca sobre todo limpiar pintadas, no hemos notado gran cosa», comentan unos trabajadores de la limpieza montados en una camioneta. «El mayor día de jaleo fueron el 2, el 3 y cuando detuvieron a Jordi Cuixart y Jordi Sànchez. Entonces sí que hubo pintadas por toda la ciudad», sostienen. Aseguran que el trabajo volverá a dispararse si empiezan a detener políticas.

En la oficina de Turismo reconocen que algún visitante les ha preguntado que qué estaba pasando. «Llevan tiempo preguntando. Las manifestaciones han sido muy potentes, pero como todo es tan pacífico, nos preguntan si se trata de algún tipo de fiesta. Cuando cuentas lo que sucede, te piden tu opinión personal», explica Celia, una de las trabajadoras de la oficina. Ella no tiene problema en responder. «Soy independentista y no estoy adoctrinada, ese es un argumento ridículo. Confieso que tengo dudas. No sé si ahora es el momento. Hay mucha gente que no entiende lo que pasa, que se siente española», asegura. «Mi marido es tunecino y se emocionó mucho cuando proclamaron la independiencia. Yo lloré. Sentí mucha alegría pero lloré de miedo, por lo que puede venir, porque van a venir», dice.