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Entrevue
BLANCA VALDIVIA GUTIÉRREZ
URBANISTA FEMINISTA Y SOCIÓLOGA

«Se construye con poco cariño, obviando aspectos básicos»

Madrileña de nacimiento, tiene instalada su residencia en otra gran ciudad, Barcelona. Forma parte de Col.lectiu Punt 6, una cooperativa de arquitectas, sociólogas y urbanistas que, desde hace 10 años, repiensa los espacios públicos con el fin de que promuevan la diversidad.


Llega desde Barcelona a Gasteiz en un día crucial, histórico, para el futuro del país en el que reside desde hace diez años. Es comprensible que antes de empezar con la entrevista Blanca Valdivia consulte durante un rato su teléfono móvil, que no para de vomitar noticias y mensajes. Lo deja después a un lado para hablar de la «ciudad cuidadora», un tema que trataría posteriormente en Oihaneder invitada por la Asamblea de Mujeres de Araba, que completó el programa con talleres.

Poner en el epicentro a las personas y que sea la urbe la que se adapte a nuestras necesidades –que son muchas y muy diversas–, y no al revés, como ocurre hoy día en cualquier lugar del mapa.

Afirma que «los diferentes paradigmas urbanísticos están hechos desde un sistema económico capitalista y patriarcal». La «ciudad cuidadora» no es una recién nacida, ni algo que se le haya ocurrido al colectivo al que pertenece. Tiene sus raíces en los años 70. Las geógrafas feministas anglosajonas empezaron entonces a trabajarlo, en el Estado español se empezó a hablar de ello en los 90, y en Euskal Herria cita a Hiria Kolektiboa y a la antropóloga y profesora Teresa del Valle, que lo ha desarrollado en la universidad. «No hay que olvidar que viene del feminismo –subraya–. Si esto fuera tan de sentido común, las ciudades que tenemos ahora no serían como son. Por eso, es importante reconocer la genealogía y quién lo trabaja». Lamenta el «rechazo» que causan las ideas o iniciativas que tienen su origen en el feminismo. «Cuesta que se les de crédito o que se reconozcan. Y para nosotras es importante visibilizar».

El reparto de las plazas

Lo mejor suele ser empezar desde el principio, y aclarar conceptos. Habla de un «nuevo paradigma de ciudad con los cuidados de las personas como prioridad. Creemos que la ciudad es muy importante en tanto en cuanto nos proporciona un soporte físico para poder realizar nuestras actividades cotidianas». Por ejemplo, añade: «Las actividades de cuidados las tenemos que hacer sí o sí, aunque no tengas un transporte publico para ir al hospital si tienes un familiar al que atender o visitar. Tengas o no transporte, tienes que ir igualmente».

Hablamos de arquitectura, pero también de servicios, de gestión del tiempo, de la movilidad de las personas… entienden los núcleos urbanos como el escenario donde se conectan todas estas cosas, y de forma coordinada y eficiente.

Valdivia cree que el modelo urbano actual fomenta la productividad; las urbanistas feministas, por contra, proponen el modelo que fomente «la reproducción de la vida». Se explica. «El tiempo de todas las personas se divide en cuatro esferas: está lo productivo, todo lo que tiene que ver con el mercado laboral; lo reproductivo, es decir, la reproducción de la vida y los cuidados, que va desde lo afectivo, a cocinar, limpiar la casa, hacer la compra, o trámites administrativos…; lo personal, lo que hacemos para nosotras mismas, como ir al gimnasio o leer; y lo comunitario, que hacemos por el bien general. En el marco de nuestra sociedad, las tres esferas que no pertenecen al ámbito productivo se han infravalorado», critica.

Imaginen la plaza principal de su municipio o ciudad. Seguramente la mayoría se asemejen entre sí. «Determinados usos del espacio están relacionados con el ámbito económico. Las terrazas de bares y restaurantes ocupan los lugares principales y además son las de mayor extensión, mientras que los lugares relacionados con los autocuidados o los cuidados de las otras personas están a los lados o no tienen lugar», describe. Juegos infantiles, bancos, fuentes y otros elementos como baños públicos. Quién no ha pedido un botellín de agua casi sin ganas en un bar de la plaza para poder ir al servicio…

Debería invertirse el orden, porque hablamos, además, del lugar privilegiado destinado al lucro privado.

Aprovechar los recursos

Apunta que «tradicionalmente las ciudades se han hecho por hombres y para hombres, y se han hecho intentando estandarizar sujetos», sin tener en cuenta la diversidad de orígenes, edades, identidades sexuales, diversidades funcionales o tipos de movilidad de los habitantes. «Viajamos mucho por trabajo y vemos exactamente el mismo mobiliario urbano y juegos infantiles o para personas mayores en Donostia y Sevilla, que tienen condiciones climatológicas diferentes, incluso la gente usa y habita el espacio público de forma diferente por diversos motivos».

Por ejemplo, que en la capital guipuzcoana no haya un solo parque infantil cubierto resulta incomprensible, y sí cree que es un ejemplo adecuado. «Nuestra lógica, desde el ecofeminismo, pretende gestionar mejor lo que hay». Poner una pérgola o que el patio del colegio que a partir de las 17.00 está vacío se abra para que jueguen en el gimnasio los días de lluvia.

Esto es algo que se hace en algunos centros educativos de Barcelona. Se llama «patios abiertos» y lleva años funcionando. «Vivimos en una ciudad muy densa, no se pueden hacer más espacios públicos porque no hay espacio físico. Se abren los patios donde, además de jugar, hay personas dinamizando juegos. Y, de paso, se tejen relaciones y se fortalece la red social a nivel de barrio», señala. Cambiar el uso y que las administraciones se pongan de acuerdo, en resumidas cuentas.

La transformación hacia una ciudad cuidadora, por lo tanto, no supone de grandes obras ni de grandes inversiones. A veces es que a un parque infantil no le falten los bancos para adultos, y que las niñas y los niños no tengan que pelearse por coger turno para subir al tobogán. «En esto se basa el urbanismo feminista –aclara–, en los detalles de la vida cotidiana, en todo lo que la ciudad no te resuelve. Además, ¿la lógica del urbanismo tradicional cual ha sido? ¿Este espacio no vale? Se hace nuevo. Parece que los espacios se hacen con poco cariño. Con mucha normativa, midiendo cada centímetro, pero se obvian otros aspectos fundamentales».

Señala que se trata de «voluntad y de cuestionarse los privilegios». «Dile a los lobbies que les vamos a quitar el porcentaje de terrazas para poner bancos…».

Las smart no son tan smart…

Son muy críticas con el modelo de «Smart city», tan fomentado en los últimos años. «Tecnifica muchos aspectos, desde la iluminación, la seguridad, la video vigilancia, los espacios públicos inteligentes… se basa en la tecnología y los dispositivos, y se vuelven a estandarizar los sujetos. Por ejemplo, sobre la iluminación por sensores yo, para estar segura, no necesito tener luz cuando esté debajo, sino que el recorrido esté iluminado. Que no vea lo que hay delante no tiene sentido».

Preguntada sobre los puntos negros de las ciudades y el trabajo que hacen al respecto, cita como ejemplo de buenas prácticas la normativa municipal de Donostia sobre la construcción de los portales, que han de ser diáfanos y situarse en la vía más visible. No obstante, abordan este aspecto «desde la perspectiva de género, feminista, empoderadora y no estigmatizadora». «Cuando se trabaja un barrio hay que trabajar los puntos negativos pero también los positivos, porque sino se corre el riesgo de acabar estigmatizando a la población de ese barrio», considera.