El triunfo más complicado multiplica la alegría azulgrana
El Eibar se reencontró con la victoria gracias a un magnífico partido ante el mejor equipo que ha pasado este curso por Ipurua.
EIBAR 2
VALENCIA 1
Menudo fin de año está viviendo el Eibar. Todas las penurias y cabreos del primer cuarto de temporada, las dudas que surgieron en torno a la capacidad del equipo para alcanzar su objetivo, las exigencias de fichajes y asunción de responsabilidades, no sólo han desaparecido, es que prácticamente se han olvidado. Como una de esas pesadillas que sólo se recuerdan en el momento de despertar, para quedar de nuevo enterradas en el subconsciente inmediatamente después.
Puede que vuelvan, que la temporada es larga, también para lo malo. Pero ahora mismo no se percibe ni su amenaza, con el Eibar instalado en un estado de felicidad absoluta. Por su situación actual –a la espera de que acabe la jornada, ha dormido en la séptima plaza y en puntos europeos, y con un colchón de nueve puntos sobre el descenso– pero sobre todo por el camino que le ha traído hasta aquí. Cinco semanas, sólo cinco, pero repletas de alegrías.
Alegrón, más que alegría, fue la de ayer. Por el puntito extra de emoción que siempre suponen las victorias certificadas en los últimos minutos y, más aún, por el rival. Porque el Eibar se impuso al mejor Valencia de la historia a estas alturas de la temporada e, indiscutiblemente, también al mejor rival que ha pasado por Ipurua este curso. Tanto, que si ese cabezazo de Jordán en el minuto 86 no se hubiese producido, el punto habría resultado igualmente sabroso, incluso con la insatisfacción que siempre generan perder una ventaja –apenas doce minutos le había durado al Eibar tras su primer gol– o la falta de recompensa a los arreones como el que dio el equipo en la recta final.
Pero Jordán acertó. Permitió al Eibar celebrar su primera victoria de la temporada ante uno de los grandes equipos de la Liga, que le habían pasado por encima hasta ahora, e incluso certifica la mejor racha de los azulgranas desde que llegaron a Primera: cinco jornadas consecutivas imbatidos, algo que sólo habían logrado en una ocasión la campaña pasada, entonces con un empate más y un triunfo menos que ahora.
Tal y como cabía esperar, tuvieron que trabajar mucho, más que nunca, para celebrar el de ayer. Puede que el Valencia haya empezado a aflojar pero en Ipurua no lo demostró, sobre todo en el primer tiempo. Es un equipo contundente en defensa y que piensa y actúa muy rápido del centro del campo hacia adelante, obligando a su rival a hacer lo mismo si no quiere acabar noqueado. Y todo eso sin tregus. Así que el ejercicio de concentración que tuvo que realizar el Eibar –que saltó al campo con un solo cambio, la entrada de Chrles por Kike García en punta– fue absoluto. Ni un descuido se pudo permitir ante un rival, que aún así, pegó un par de sustos, sobre todo con un remate de Parejo que Dmitrovic detuvo en dos tiempos y con apuros y, en el último suspiro, un córner que Rodrigo, solo en el segundo palo, remató incomprensiblemente fuera. El Eibar también probó con alguna estirada sin consecuencias pero las llegadas del Valencia, si no fueron muchas más, si crearon mayor sensación de peligro.
A más
Todo lo contrario de lo que sucedió tras el descanso. Sin tiempo a adivinar por dónde irían los tiros en la segunda parte, el Eibar acertó en su primera ocasión. Una acción en la que participó medio equipo y que acabó rematando Inui. Los locales se vinieron arriba pero el Valencia no tardó en cortarles las alas, con una asistencia de Pereira –en fuera de juego– que Santi Mina convirtió en el empate.
Por suerte, además de concentración, el Eibar también exhibió madurez. El disgusto apenas se le notó hasta el punto de que en la media hora que quedaba de partido no sólo mantuvo el equilibrio que había caracterizado al partido hasta entonces, sino que acabó inclinándolo de su lado. Sin dejarse amedrentar por la capacidad contragolpeadora de su rival fue metiéndose cada vez con más superioridad en la parcela valencianista. Y tuvo premio. A cuatro minutos del final, Alejo metió un balón al área para que Jordán cabecease el definitivo 2-1 e Ipurua estallase de alegría.
«Un partido sobresaliente»
El de ayer fue, posiblemente, uno de los días más felices de José Luis Mendilibar en el banquillo del Eibar, gracias a una gran victoria con la que, además, celebró su partido número 300 en Primera.
El técnico subrayaba que contra un rival como el Valencia «hay que hacer un partido sobresaliente, si no, no se puede ganar. Incluso haciéndolo todo bien también andas justillo, porque si no ellos te pillan. Es muy complicado, si pierdes la concentración un momento te pillan. Hay que hacerlo todo muy bien». Mendilibar, de hecho, consideraba que «seguramente es el mejor equipo que ha pasado por aquí y por eso también nuestro mejor partido. Igual un día ganas 5-0 pero tienes más facilidades, contra estos no hay ninguna facilidad». Reconoció, en cualquier caso, que el partido había sido igualado «y también podía haber acabado en empate, o incluso perderlo. Pero creo que hemos hecho méritos para ganar. Es el partido más completo que hemos hecho en casa».
También el quinto consecutivo en positivo, de un Eibar muy diferente al que empezó la Liga. «No sé si el 5-0 nos hizo creer que podíamos jugar a lo que queríamos. Hasta entonces yo no acertaba, los jugadores no estaban... estábamos un poco perdidos –admitió el técnico–. Ahora hemos cogido la idea de fútbol, estamos creyendo en lo que hacemos... Estamos en el buen camino». A.U.L.