El voto independentista no deja de crecer: dos millones asentados ya
Pese a los porrazos del 1-O, pese a los encarcelamientos políticos, pese a las amenazas judiciales cada vez más extendidas, pese a la llamada «fuga de empresas», pese al catastrofismo de la propaganda oficial... Por encima de todo este mensaje que invitaba a perder toda esperanza, el independentismo catalán ha vuelto a crecer en votos, a ritmo más lento que el salto dado hace un lustro, pero siempre adelante.
Pese a los porrazos del 1-O, pese a los encarcelamientos políticos, pese a las amenazas judiciales cada vez más extendidas, pese a la llamada «fuga de empresas», pese al catastrofismo de la propaganda oficial... Por encima de todo este mensaje que invitaba a perder toda esperanza, el independentismo catalán ha vuelto a crecer en votos, a ritmo más lento que el salto dado hace un lustro, pero siempre adelante.
Los números absolutos lo demuestran. La mayor cantidad de votos computados hasta ayer en favor de la independencia eran los 2.044.038 Síes del pasado 1 de octubre. Ayer, casi al cierre del escrutinio ya eran 2,06 millones, millones y aún faltarán por computar los emitidos en el extranjero. Cabe recordar, por cierto, que desde Madrid se habían puesto muy en duda los números del referéndum, afirmando que algunas personas votaron dos o más veces, que el recuento no tenía garantías... Pues bien, ayer esos votos se depositaron en las urnas colocadas por la Generalitat controlada por Madrid y fueron contabilizados también por los gobernantes del 155, y el resultado es contundente.
Nunca en unas autonómicas el independentismo había superado la barrera de los dos millones, otrora mágica. En 2015 se quedó a apenas 34.500 de lograrlo; ahora ha superado aquella cifra en unos 100.000. Tampoco había sido posible en la consulta alegal del 9 de noviembre de 2014, cuando a los Síes les faltaron algo más de 100.000 para alcanzar esa cota. Dos años antes, en las autonómicas que dieron paso al último Govern de Artur Mas, se quedaron en 1.740.818 sufragios.
Si se observa toda esta evolución, queda claro que en los últimos cinco años los partidarios de la República catalana han ido avanzando peldaño a peldaño, a un ritmo continuo y sostenido, votación a votación, hasta en cinco comicios de carácter muy diferente. Ello apunta al recambio generacional; resulta evidente que los jóvenes de 18 años que votan por vez primera escogen mayoritariamente una papeleta independentista.
Tomando más perspectiva, la medida actual del independentismo multiplica por seis la que tenía en los comicios al Parlament de 2010, los últimos que se realizaron antes del «cepillado» del Estatut que se presenta como punto de inicio del procés. Cabe recordar que en 2012, con el gran salto electoral y movilizador, desde Madrid se teorizó que se trataba de un sufflé que iría descendiendo. No ocurrió. En 2015 se aseguró que la ruptura de CiU haría retroceder al independentismo. Tampoco ocurrió (al contrario, la desgajada Unió ni siquiera logró entrar al Parlament). Y en este 2017 se había vendido que la proclamación de la República sería el inicio del fin independentista. Pues tampoco ha ocurrido.
El unionismo,
Uno de los clavos ardiendo a los que se aferró anoche el unionismo fue que el independentismo no ha logrado superar el 50% de los votos, como en 2015. Eso es cierto, pero no lo es el truco paralelo de arrogarse la mayoría en votos, puesto que en ese bloque no cabe incluir a los Comuns. En el recuento de ayer el independentismo llega al 47,5%, pero quien seguro está lejos del 50% es el unionismo: 43,4%.
Una participación nunca vista en el Estado ni en Euskal Herria
Este 82% ha roto registros de participación ciudadana, no solo en Catalunya, donde el tope lo marcaba el 80,83% de las estatales de 1982. Es un récord también a nivel estatal, superando el 79,97% de aquella misma cita que ganó Felipe González. Y supone una cota tampoco vista en Euskal Herria: en los comicios que Ibarretxe ganó a Mayor Oreja en 2001 participó el 78,48%.R.S.