INFO
Entrevue
ALISA GANIEVA
JOVEN ESCRITORA DAGUESTANÍ

«En Rusia no vale parapetarse tras el arte, hay que mojarse»

Alisa Ganieva es una joven escritora del Daguestán, una de las repúblicadel Cáucaso norte. Está considerada una de las figuras literarias más prometedoras del país. En sus obras habla de la convivencia de la tradición y la modernidad en el Caúcaso, así como su papel en la Rusia actual.


La integración del Cáucaso en Rusia es uno de los temas constantes de la historia rusa y el núcleo sobre el que gira la obra de Alisa Ganieva (Moscú, 1985). Es de etnia avar, una de las naciones del Daguestán y pese a haber nacido en la capital rusa, vivió su niñez en Gunib, una aldea en los montes del Cáucaso.

Ganieva ha publicado ya dos novelas, Monte festivo (traducido al castellano) en 2012 y Novia y novio en 2015. Pertenece a una nueva generación de jóvenes del Cáucaso en los que se mezcla tradición y religiosidad con modernidad. «Son dos tendencias opuestas que van en direcciones contrarias. Por un lado la conservadora, que se apoya cada vez con más fuerza en la sharia. Si dos coches chocan, en vez a la Policía llaman al mulah de la mezquita cercana para que dirima quién tiene razón. Lo mismo con el matrimonio. Es un intento de conservar algo en un escenario de quiebra total, con guerras, problemas..., se tira de estas leyes incluso aunque no sean propias de la región».

Pero la modernidad está a su vez presente en el Cáucaso, «no solo en nuevas tecnologías, sino en la conciencia. Si antes era impensable que un chico fuera con una chica a una cafetería, ahora pueden perfectamente ir de la mano. Se ve en la vestimenta, en nuevos gustos musicales...»

Ganieva ha sufrido incluso amenazas en Daguestán. Sus primeros textos los publicaba bajo un pseudónimo masculino. Actualmente reside en Moscú ya que que «como escribo, no importa mucho donde vivo. Lo importante es publicar, a pesar del rechazo de algunos».

Sociedad conservadora

La sociedad caucásica sigue siendo bastante conservadora: «Allí el arte tiene que ser realista, la literatura ha de nutrirse con las heroicidades del pasado y hay que presentar la patria como algo positivo, sin autocrítica. Cuando infringes eso y muestras visiones modernas, ironía o sarcasmo la gente no lo entiende, conservan una suerte de entusiasmo infantil”.

Actualmente existe cierto deshielo entre Rusia y el Cáucaso, Ganieva vaticina que «no durará mucho. A pesar de que se diga que el Cáucaso es un territorio autoritario en el que lo que gusta es la mano dura, es Rusia la que se ha creado ella misma esta llaga infectada».

La pescadilla y la cola

Tras el fin de la URSS, «los noventa trajeron la guerra de Chechenia, bombardeos, sufrimiento de la población civil, muerte de soldados rusos. Por ello en Rusia se hablaba como si fuéramos todos terroristas. Había que aniquilarlos, destruirlos. Quizás por ello los movimientos independentistas fueron contaminados por la yihad. Así, la lucha por la independencia pasó a ser una forma de expandir el terror. El caucásico pasó a ser un bandido que viene de allá donde cortan la cabeza, secuestran a la gente, violan a las mujeres.... Este estereotipo ha durado más de 15 años. Yo misma lo sufrí de joven. La policía me paraba en la calle, me llevaban a comisaría a pesar de mis papeles en regla y haber nacido y estar empadronada en Moscú».

«En los últimos años la tendencia empieza a cambiar, pero persiste. Si, por ejemplo, quieres optar a un alquiler en Moscú. Una vez me pidieron las huellas dactilares, a lo que me negué. Es como que no fuéramos de los suyos, como si la constitución no fuera con nosotros. Es verdad que los propios caucásicos ayudaron a ello por su comportamiento, pero el verdadero responsable es el derrumbe total de la educación tras el fin de la URSS», sostiene.

Ganieva tiene su hipótesis sobre los enfrentamientos en ciudades rusas entre grupos de jóvenes eslavos y caucásicos. «El baile de la lezguinka se utiliza como una manera de provocar. Un baile típico del Cáucaso muy bien visto en la URSS, que en las películas lo bailaban actores consagrados rusos, ahora lo bailan jóvenes caucásicos en plazas céntricas de Moscú, lo que no gusta a los locales. Eso denota una falta de cultura de los jóvenes caucásicos, porque la lezguinka no se baila en cualquier lugar. Ellos mismos no tienen muy claras sus tradiciones, en que país viven y que es en realidad el Daguestán. Va desapareciendo la memoria histórica. Se borra el conocimiento linguïstico e histórico por influencias de origen árabe. Quiebran tradiciones muy arraigadas en el Cáucaso como el respeto por los mayores. Se han llegado a dar crímenes atípicos como el asesinato de padres por parte de hijos salafistas. Hay una tendencia de disolución de lo típico caucásico en algo así como una colonia del mundo islámico».

Éxodo a la yihad

De ahí que «no es de extrañar el éxodo de caucásicos a Oriente Medio en movimientos yihadistas. No es extraño encontrar policías y yihadistas en una misma familia.. Por ello el Estado no duda en utilizar métodos cada vez más expeditivos e inconstitucionales. La policía hace lo que quiere. Ello por su parte hace que la gente se radicalize aun más y el yihadismo se ecporta a otras regiones omo a Bashkiriya o el Tatarstán.

Para la escritora, la responsabilidad de ello reside en el Kremlin. «En Rusia todo se hace según un plan. Hay que detener a una cantidad determinada de terroristas y si no los encuentran a gente inocente. Entre los adolescentes esto crea una ira que habrá que ver como se desarrolla, si es que lo hace. De todos modos no hay que perder la esperanza, los elementos laicos también son fuertes. Veo potencial para el desarrollo pacífico en Daguestán, en Kabardino Balkaria y en Karachayevo-Cherkesia, pero en Ingushetia o Chechenia bastante menos».

Ganieva denuncia la creciente presión de las autoridades rusas, tanto centrales como regionales, hacia el mundo artístico. Y tiene claro que «en Rusia uno no se puede esconder detrás del arte, hay que expresar una posición ciudadana. Eso no quiere decir que el arte tenga que estar totalmente politizado. Se puede ser apolítico, pero la posición ciudadana debe ser expresada. Es importante que cuando como ahora sentimos la presión del aparato burocrático no callemos, si no solo aumentará. Y sufrirán los propios artistas, incluso los que creen que eso nunca les va a afectar».